Si hay un lugar en donde no hubiésemos querido estar, es en este lugar. Si hay un texto que no hubiésemos querido leer, es este texto. Pero aquí estamos, llenos de dolor. Cuesta entender. No hay forma de entender que se arrebaten vidas así; que un sueño se transforme en la peor pesadilla. El sentimiento es intransferible, no hay palabra que lo pueda contener. Duele,  como nunca había dolido. También es intransferible la experiencia por la que pasamos. Hemos sobrevivido y hemos visto partir a nuestros amigos. ¿En qué se ha transformado el mundo? ¿Cómo alguien puede pensar, planear y ejecutar una cosa semejante? No nos entra en la cabeza. Y si hay algo que no queremos son más muertes. Ojalá se haga justicia. Ojalá no se vuelva a repetir, ni aquí ni en ningún lugar del mundo. 

Sabemos que un periodista norteamericano ha escrito una nota sobre nosotros, sobre nuestra amistad y sobre el profundo significado que tiene la amistad para los argentinos. Sabemos que esa nota, tan emocionante, se ha vuelto viral. Es verdad que nos alentaba un fuerte sentido de fraternidad, es un rasgo de la cultura argentina. Amistades fuertes, duraderas, tolerantes y solidarias. Llegamos hasta aquí impulsados por ese sentimiento que se había forjado en nuestra primera juventud y nos acompañó siempre, hasta ahora. Somos adultos, somos padres y somos esposos. Lloraremos por siempre a nuestros amigos. Fue el amor el que nos trajo aquí y ese amor nos seguirá uniendo; a ellos, a nosotros, a nuestras familias. Eso fue, es y será nuestro camino. Nuestro maravilloso círculo de amor y amistad que cultivamos durante décadas fue lacerado. Tendremos que vivir con ese dolor a cuestas, pero seguimos convencidos de que la forma de habitar este mundo es la que aprendimos desde chicos en nuestras casas y nuestra escuela, que es la que nos trajo a esta ciudad, a celebrar nuestra amistad de más de 30 años. En nombre de estos sentimientos, que son también valores y una forma de vida, queremos hacer un ruego: que el amor venza al odio; que la vida se imponga sobre la muerte. Por nuestros amigos, por nuestras familias, por nosotros, por el mundo entero.

No podemos dejar de agradecer la asistencia y la contención que nos dio el consulado argentino. A Mateo, a Eduardo y a Verónica, y a todo el personal, infinitas gracias por su incondicional apoyo y su solidaridad. Agradecemos también a toda la gente de distintos lugares del mundo que nos acompañó para consolarnos en esta tragedia. Y agradecemos el cariño que de distintas maneras nos hicieron llegar nuestros compatriotas, los argentinos. 

Tenemos que volver, ahora. Tenemos que acompañar a las desconsoladas familias de nuestros amigos. Queremos ir en busca de nuestras familias: nuestros hijos, nuestras esposas, nuestros padres y hermanos. Permitan que nos retiremos con nuestro dolor a nuestros hogares.