La gente solo tiene una forma de ser.

Compra, en vez de alquilar.

Nunca te cases con un hombre del que no te gusta- ría divorciarte.

No cubras un sofá con nada que no sea más o menos beige.

No compres nada que sea cien por cien de lana, aunque parezca muy suave y no pique demasiado cuando te lo pruebas en la tienda.

No seas amiga de gente que llama pasadas las once de la noche.

Bloquea a todo el mundo en la mensajería instantánea.

Hasta la mejor niñera del mundo se quema a los dos años y medio.

Nunca se sabe.

Los últimos cuatro años de psicoanálisis son dinero despilfarrado.

El avión no se va a estrellar.

Cualquier cosa que no te guste de tu cuerpo a los treinta y cinco años te producirá nostalgia a los cuarenta y cinco.

A los cincuenta y cinco años te saldrá un rollito justo encima de la cintura, aunque estés dolorosamente flaca.

Este rollo de la cintura se notará sobre todo desde atrás y te obligará a reconsiderar la mitad de la ropa del armario, especialmente las camisas blancas.

Anótalo todo.

Lleva un diario.

Haz más fotos.

El nido vacío está infravalorado.

Puedes pedir más de un postre.

Muchos jerséis negros de cuello alto nunca son demasiados.

Si un zapato no te entra en la zapatería, nunca te entrará.

Cuando los hijos llegan a la adolescencia, es importante tener un perro, para que alguien en casa se alegre de verte.

Haz copias de seguridad de los archivos.

Contrata pólizas de seguro de todo.

Cuidado si alguien te dice: “Nuestra amistad es más importante que esto”, porque casi nunca lo es.

No vale la pena hacer la masa de la tarta casera.

Si te despiertas a media noche es por culpa de la segunda copa de vino.

Si decides divorciarte, ve directo a un abogado y realiza el papeleo.

Da buenas propinas.

Que nunca se enteren.

Si solo has elegido mal una tercera parte de la ropa que tienes, vas ganando la partida.

Si unos amigos te piden que seas la tutora de sus hijos en el caso de que mueran en un accidente de avión, puedes decir que no.

Los secretos no existen.

Portada del volumen editado por Libros del Asteroide

Este texto forma parte de la antología No me gusta mi cuello, que acaba de publicar Libros del Asteroide. La traducción es de Catalina Martínez Muñoz.