Con cada otoño, la circulación de virus respiratorios se incrementa y las guardias se colman de personas con cuadros muy similares. Tos continua, fiebre, dolor de cabeza, congestión nasal y malestar general constituyen el elenco estable de síntomas. Además del virus influenza que provoca gripe, se suman otros como el sincicial respiratorio (VSR, que genera bronquiolitis y neumonías) y el tristemente célebre coronavirus. Un menú de opciones que se consolida hacia el invierno y que, gracias a una mala o nula ventilación de ambientes, enferman a la mayoría. Entre los grupos más afectados, se destacan los menores de dos años y los mayores de 65. La buena noticia: hay vacunas para todos los casos.
De acuerdo al último Boletín Epidemiológico, los casos de enfermedades causadas por virus respiratorios se incrementaron en las últimas tres semanas y ello se advierte fácilmente porque las consultas a los centros de salud crecen a la par. De las hospitalizaciones por virus respiratorios: el 21 por ciento refiere a casos de VSR, el 20 por ciento influenza y apenas un 1 por ciento para coronavirus. A diferencia de lo que sucedía en plena pandemia cuando todo lo que circulaba era Sars-CoV-2, gracias a la campaña de inmunización masiva su propagación se atenuó de una forma drástica. Tanto que vale la pena recordar que la variante “JN.1” de Ómicron es la predominante.
María Teresa Rosanova, jefa de Epidemiología e Infectología del Hospital Garrahan, desdramatiza el presente y dice: “No estamos en una situación de alarma, sino que es esperable para la época actual de los primeros fríos. Disminuyeron, además, significativamente los casos de covid con respecto a años pasados. Para la gripe tenemos vacuna, por eso es muy importante estar prevenidos, sobre todo, los niños entre los 6 y 24 meses. También las hay para bronquiolitis y covid, así que podemos estar prevenidos”.
Gabriela Piovano, médica infectóloga del Hospital Muñiz, comenta: “En la medida en que crezcan las infecciones, también lo harán las hospitalizaciones. Sin embargo, hay que decir que desde hace muchos años, se diseñó un dispositivo a través del cual se refuerza el personal de salud y se disponen de sitios específicos para alojar por algunas horas a los pacientes hasta que el broncoespasmo cede, mejora el cuadro y se pueden ir a la casa”. La peor parte en la interacción con los virus respiratorios, por lo general, se la llevan aquellos pacientes con patologías de base como diabetes, inmunosuprimidos, o bien, con enfermedades cardíacas o respiratorias. En 2023, por ejemplo, fallecieron de gripe 106 personas y siete en lo que va de 2024.
Poco testeo, síntomas y vacunas
Uno de los principales problemas que impiden saber a ciencia cierta el estado real de situación es la falta de testeo. Al tratarse de cuadros que por clínica se advierten similares y como no se testea todo lo que llega al centro de salud –ello sería imposible, por otra parte– advertir qué es lo que está circulando se vuelve un objetivo difícil de alcanzar. En cualquier caso, de lo que se trata de es bajar la fiebre y mejorar la congestión, salvo para las ocasiones en que los pacientes requieren internación. En esas circunstancias sí se busca conocer en detalle la enfermedad a través de un hisopado.
Si los síntomas para todas las enfermedades que provocan los virus respiratorios son más o menos similares, lo mismo sucede para las medidas de prevención. Correcto lavado de manos; cobertura de boca con el pliegue del codo al toser o estornudar; evitar compartir elementos personales como el mate u otras bebidas a través de bombilla; así como tampoco recurrir a remedios caseros sin efectividad probada. Una de las recomendaciones más importantes es la ventilación cruzada, pues, a contramano de lo que indica el mito –que “el frío enferma”–, en verdad, lo que es perjudicial son los ambientes cerrados que prevalecen precisamente en invierno cuando la gente busca conservar el calor en los espacios.
Además de las vacunas antigripales (una dosis cada año) y para covid (una dosis cada seis meses o por año, según el grupo que se trate), se encuentra disponible la del VSR, especialmente destinada para mujeres embarazadas que se encuentren entre la semana 32 y 36 de gestación. De esta manera, confiere inmunidad para los bebés hasta los primeros seis meses de vida. De acuerdo a datos del Hospital Garrahan, la bronquiolitis es la responsable de aproximadamente el 30 por ciento de los casos de internación pediátrica durante el invierno.
Al respecto, Daniela Hozbor, bioquímica e investigadora principal del Conicet en el Instituto de Biotecnología y Biología Molecular de La Plata, señala: “Afortunadamente, para todos estos virus hay vacunas, tanto para los niños, como para las personas gestantes. En este momento es cuando toca revisar los calendarios de vacunación y completar los esquemas necesarios. Hay vacunas, hay medidas preventivas, solo hay que aplicarlas”. En este sentido, Piovano apunta un hecho a destacar: “Las vacunas se están aplicando, pero hay matices. El hecho de que se haya realizado tanta difamación hace que la gente se aleje un poco de la inmunización. Desgraciadamente la inmunidad, para un caso como el coronavirus por ejemplo, se va perdiendo y la posibilidad de tener enfermedad grave vuelve a advertirse”.
Un virus que vuela alto
El Departamento de Agricultura de Estados Unidos confirmó la detección de “gripe aviar altamente patógena” (H5N1) en alpacas. Es la primera vez que se reporta el contagio en este mamífero, que contrajo la enfermedad al compartir corral con aves enfermas. Con esta noticia, desde los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades, observan “un mayor riesgo para la salud humana” de contraer gripe aviar. Si bien en el presente el virus que la provoca no se transmite fácilmente entre personas ni tampoco al comer aves enfermas, la pandemia de coronavirus ha enseñado que esa situación puede modificarse. Los virus mutan, las condiciones epidemiológicas también.
Desde que empezó el brote en 2022, EEUU sacrificó aproximadamente 100 millones de aves. Vale destacar que, incluso, el virus provocó la muerte de aves migratorias y lobos marinos en la costa sudamericana y Argentina. De hecho, en febrero pasado su propagación fue noticia al llegar a nada menos que al continente antártico. Al parecer, nada ni nadie se salva de los virus.