Opinión

Una semana para el olvido

Por Miguel Hein

River completó ayer una semana para el olvido. El golazo de tiro libre del colombiano Cardona que puso el 1-0 y el derechazo del uruguayo Nández tras el magnífico pase pinchado de Pablo Pérez que sentenció el Superclásico acrecentaron el fortísimo golpe que el martes pasado le propinó Lanús al eliminarlo de la Copa Libertadores. La derrota frente a Boca profundiza, además, la frustración al interior de un plantel que se veía a un paso de una final que de ganarse podría llevarlo al Mundial de Clubes, un lugar al que le apuntaba el cuerpo técnico del Millonario como meta para cerrar el ciclo iniciado el 6 de junio de 2014, con una cosecha de títulos inédita para un entrenador del club de Núñez: Copa Sudamericana 2014, Recopa Sudamericana 2015, Copa Libertadores 2015, Copa Suruga Bank 2015, Recopa Sudamericana 2016 y Copa Argentina 15/16.

River tuvo la chance de tomarse rápido la revancha que siempre da el fútbol y extender un bálsamo necesario sobre la herida que le provocó el Granate, pero no la pudo aprovechar, y permitió que Boca extendiera su marcha invicta en la Superliga. Quedó a doce puntos del líder, una distancia que, dada la solidez del Xeneize, parece irremontable. Claro que el fútbol deja latente la chance de que el actual puntero tropiece y la brecha se achique como para que el Millonario se ilusione con darle pelea. Aumentarán así las esperanzas de cara a un 2018 que emparejará las cargas, porque los de Barros Schelotto afrontarán el año que viene el desafío de disputar la recta final del torneo de Primera División en forma simultánea con la participación en la Copa Libertadores. 

Hablar de ese futuro mediato del equipo de Núñez implica prestar atención a un cúmulo de cambios que podrían sobrevenir, tanto en el ámbito institucional como en el deportivo. En el primero, en diciembre los socios  votarán y tendrán la chance de ratificar el proyecto iniciado hace tres años por la Comisión Directiva que preside Rodolfo D’Onofrio o darle cabida a otra propuesta. Sea cual fuere el resultado de las elecciones, ya está en duda el futuro de Enzo Francescoli, quien podría dejar el cargo de manager. El ídolo uruguayo se ganó el reconocimiento como uno de los pilares de la era Gallardo. No sólo por recomendar al Muñeco, sino también porque supo permanecer en ese segundo plano que exige un rol que mal entendido puede llevar a una competencia directa con el DT por el protagonismo.

Pero el tema central del mundo River de cara a 2018 será la continuidad o no de Gallardo. Más allá de haber trabajado durante el mandato del actual oficialismo, nadie duda de que si el Muñeco decide prolongar su estadía en Núñez, no habrá candidato que se niegue a renovarle el vínculo. No obstante, el mismo entrenador ha dado señales que permiten entrever una despedida. Por ejemplo, sus repetidas referencias al fuerte desgaste que provoca ocupar el banco del Millonario, aunque al mismo tiempo resaltaba que estar sentado en ese lugar es lo mejor que le puede pasar.

Continúe o no el Muñeco, River completó a mediados de este año la conformación de un plantel de jerarquía que le permite garantizarse. Scocco, Pinola, Enzo Pérez, De la Cruz, Saracchi fueron buenos recambios para cubrir salidas importantes como las de Driussi y Alario, por transferencias, y las de Martínez Quarta y de Mayada, suspendidos por dopings positivos. Para el único que no encontró un reemplazante de su misma estatura fue para Barovero. Primero Batalla y después Lux quedaron en deuda. Ninguno protagonizó esa atajada salvadora a la que el Millonario se había acostumbrado con Trapito en el arco.


Opinión

De un Superclásico al otro

Por Facundo Martínez

Desde la paliza que se comió en La Bombonera el pasado 13 de mayo, cuando cayó frente a River por 3-1, con goles de Pity Martínez y Lucas Alario en la primera parte, y tras el descuento de Gago sobre el final de esa etapa, el tanto de Driussi en el segundo tiempo que terminó de liquidar el asunto, Boca cambió y ayer se pudo comprobar que el entrenador acertó en sus decisiones.

En aquella oportunidad, Boca arrancó bien el partido pero cometió errores defensivos que le sirvieron a River la victoria en bandeja. En la defensa, precisamente, metió mano el entrenador. Solo el arquero Agustín Rossi y el colombiano Frank Fabra fueron mantenidos en sus puestos. En tanto que Gino Peruzzi, Santiago Vergini y Juan Insaurralde perdieron la titularidad. Ayer en el Monumental, Vergini y Peruzzi –ingresó por Jara a los 83 minutos– al menos ocuparon un lugar en el banco de suplentes; mientras que el chaqueño se quedó afuera a último momento.

Estos toques en la defensa, más el aporte de Barrios en la contención en mitad de cancha, le dieron al equipo xeneize la solidez que viene esgrimiendo desde el final del campeonato que se adjudicó a mitad de año y que se mantiene en el comienzo de la Superliga, donde sufrió apenas dos goles en ocho presentaciones.

Aquel partido en La Bombonera, al igual que el de ayer, comenzó con pierna fuerte, incluso una violenta entrada de Gago sobre Casco dejó al defensor fuera de combate (reemplazado por Mayada, a los 3) y Boca perdió luego a Centurión, que se lesionó solito y salió a los 15 reemplazado por Bou; Boca trató de imponer se juego, pero River fue contundente de contra y terminó dejando una imagen de absoluta superioridad. 

En el Monumental, en cambio, se invirtió la ecuación. River, golpeado en su amor propio tras la eliminación de la Copa Libertadores, trató de marcar su territorio planteando un partido áspero. La seguidilla de faltas fue cargando de tarjetas a los dirigidos por Gallardo, que terminaron los primeros 45 minutos con cuatro amarillas y una roja, la expulsión de Nacho Fernández por un planchazo en el pecho del colombiano Edwin Cardona, a los 38, que un par de minutos después –luego de que los reclamos de los jugadores millonarios se apaciguaran– cambió la falta por un golazo de tiro libre. 

La polémica que intentó instalar camino al vestuario Enzo Pérez frente a la terna arbitral sintetizó como ninguna otra imagen en el encuentro en qué situación anímica encaró River el Superclásico. “Nos robaron otra vez, como en la Copa con este invento de ustedes que es el VAR”, les gritaba el ex Estudiantes a los jueces, mientras Ponzio lo apuraba con empujoncitos para que dejara de protestar a los cuatro vientos. 

Boca estaba en otra sintonía, concentrado de pleno en la Superliga, donde lidera con puntaje ideal. Cardona atravesaba una tarde espectacular, hasta que el mismo vio la roja, a los 61m, por una falta menor que debió ser amarilla pero el árbitro Néstor Pitana consideró para expulsión directa. Y esa acción metió a los millonarios rápidamente en partido.

Diez contra diez, River se le fue encima a Boca, volvió a arrinconarlo y cuando menos se lo esperaba, Leonardo Ponzio clavó un bombazo desde afuera del área para el que el bueno de Rossi no encontró respuesta. No tuvo responsabilidad el arquero en el gol que le puso fin a un racha de cuatro partidos con el arco en cero. El remate del capitán de River fue tremendo, magistral, y agitó fantasmas.

Sin embargo, Boca se plantó como quien no quiere resignarse ante la adversidad. El entrenador dio clara la orden para reordenar defensivamente al equipo, acaso para aguantar la embestida y conformarse con un hipotético empate. Fueron los jugadores xeneizes los que tuvieron resto para ir por el triunfo en el momento más complicado del partido. En una jugada de lateral, recibió Pérez, cedió para Pavón, éste se la devolvió y el volante sacó un pase pinchado para el uruguayo Nahitan Nández que entraba a espaldas de Casco por el segundo palo y conectó de primera para poner el 2-1, que le dio la victoria al equipo de Guillermo, el octavo triunfo consecutivo en igual cantidad de partidos.