Quizá por su bajo perfil en los salones, por su amplia llegada y circulación como obra múltiple o por la indispensable transmisión de un oficio para poder realizarlo, el arte del grabado corre por vías más comunitarias y sociables que su hermana vedette, la pintura.

Era todo uno conocer a Osvaldo Mateo Boglione (nacido en Bigand en 1936, fallecido en Rosario en 1996) y aprender sobre la técnica del grabado como posibilidad de llevar el proceso de la obra más allá, no sólo de la pieza única, sino de la existencia y las fuerzas del autor.

Director de la Escuela Municipal Manuel Musto con el retorno de la democracia en 1984, Boglione creó Gráfica de la Musto. Taller de divulgación de la estampa, desde donde fomentó en 1986 la primera carpeta gráfica de La Musto. Con más apertura a la experimentación, continuaba así su labor como cofundador con Juan Grela en 1965 del efímero Centro del grabado de Rosario, que produjo carpetas gráficas, como lo venía haciendo Emilio Ellena en ediciones cuya calidad había permitido su adquisición por el Museo Castagnino dos años antes.

La idea de crear un centro editor en la Musto se remontaba a sus inicios y había bullido en las inquietas cabezas de Juan Berlengieri, Santiago Minturn Zerva y Gustavo Cochet, maestros de aquel oficio y militantes preocupados por "que nadie se quede sin un grabado". Fervor que contagiaría a Boglione y a sus compañeros del Grupo de Arte de Vanguardia en los '60 o del Grupo Azul en los primeros años '80.

La historia del grabado en Rosario es investigada por Alejandra Mansilla, discípula de Boglione, en la tesina con que completó la carrera de Bellas Artes de la Facultad de Humanidades y Artes de la Universidad Nacional de Rosario: "Producción artística y pedagógica de Osvaldo Mateo Boglione", editada como publicación digital por la Escuela Musto.

Alejandra Mansilla se dedicó además a imprimir matrices que su maestro había grabado en su última década de vida y que no había estampado en forma de edición, sino a lo sumo como pruebas de artista. Las nuevas estampas, aprobadas y firmadas por los herederos del legado de Osvaldo Boglione, se exhiben hasta el 7 de diciembre en una nueva y muy atrayente galería de arte, Subsuelo (Balcarce 238). Son parte de una muestra que incluye una selección de sus assemblages en madera de los años '60, de sus assemblages en metal de los años '70 y de las que él llamaba sus "pinturitas" (dibujos color y collages).

Titulada Reimpresiones, presidida por un retrato fotográfico de Boglione y acompañada por textos y conferencias de Guillermo Fantoni, la muestra salda una deuda importante con un artista que se volcó mucho más a enseñar y a difundir obras de otros que la suya propia.

Pocos hoy recuerdan su impactante intervención (la escultura realista de un cadáver quemado) en colaboración con Mónica Calegari en la muestra colectiva de Artistas por los Derechos Humanos en 1984, en un espacio que había sido baluarte de la resistencia cultural (la sala D del actual Centro Cultural Fontanarrosa). Pero incluso quienes hayan visto sus "pinturitas" en la muestra homenaje de 2008 curada por Marcela Römer, se sorprenderán con su obra inédita: el protagonismo de la línea continua refuerza el espíritu carnavalesco de sus figuras, representaciones expresionistas de hombres y mujeres liberando sus pasiones en escenas que combinan erotismo y comicidad.