El 15 de marzo de 1917, Vladímir Ilich Uliánov estaba en un hotel de Zurich cuando recibió la noticia de la llamada Revolución de Febrero, de la abdicación del zar Nicolás II, de la instalación del Gobierno Provisional y la formación del Sóviet de Petrogrado. La alianza entre socialistas y liberales impuso un gobierno reformista que intentaba manejar la crisis económica sin abandonar el capitalismo. Lenin hacía 17 años que estaba en el exilio (también se había perdido la frustrada revolución de 1905 aunque logró estar un tiempo luego, hasta 1906) y necesitaba torcer los acontecimientos. En medio de la Primera Guerra Mundial (a la que se oponía por imperialista) llegar a Petrogrado parecía un imposible. Finalmente la mayoría de los emigrados rusos establecidos en Suiza llegaron a un acuerdo con los alemanes para atravesar su territorio en un convoy “sellado” que llegó a la estación Finlandia de Petrogrado el 16 de abril, después de una semana de viaje. Apenas arribado criticó duramente al Gobierno y empezó a establecer la necesidad de trasladar el poder a los sóviets mientras exigía la instauración de una república soviética y no parlamentaria. Además planteaba la necesidad de profundizar la revolución y pasar el poder a los obreros y campesinos y creía que había que terminar con la guerra del capitalismo internacional. También era muy crítico a la formación de alianzas con otros movimientos socialistas. Estos puntos quedaron plasmados en un documento que se conoció como “Las tesis de abril”. Para julio, los bolcheviques organizaron unas jornadas de agitación pero otra vez Lenin estuvo ausente. Los primeros síntomas de una arteriosclerosis cerebral lo forzaron a unos días de descanso en Finlandia. A su regreso, tuvo que pasar a la clandestinidad perseguido por el Gobierno cada vez más reformista (ahora en mano de Alexander Kérenski) mientras los sóviets se convertían en la fuente de poder de los revolucionarios. Sobre todo cuando su aliado, León Trotski, accedió a la presidencia del de Petrogrado. “Todo el poder a los sóviets”, fue la idea de Lenin.

La fecha de la nueva revolución sería durante el II Congreso Panruso de los Sóviets. El 24 de octubre por la noche, Lenin ingresa al sóviet de Petrogrado y, al día siguiente, retrasó todo lo que pudo la iniciación del Congreso mientras se realizaba la toma del poder. Con la dirección militar de Trotski las Brigadas Rojas tomaron las principales oficinas gubernamentales culminando con la toma del Palacio de Invierno que a esa altura estaba prácticamente entregado. Mientras, en el Sóviet, Lenin proclamaba la formación del Consejo de Comisarios del Pueblo que presidiría y tomó dos medidas: la salida de la guerra y la reforma agraria a favor de los campesinos.

 

DE PETROGRADO A MOSCÚ

El 12 de marzo de 1918, Lenin y el Gobierno soviético se mudaron a Moscú por motivos de seguridad. Tras la toma del poder, Lenin se centró en la gestión de gobierno. Trabajaba un mínimo de 16 horas diarias. Participó especialmente en la nacionalización de la industria, las operaciones militares (junto con Trotski), la política exterior y el plan económico conocido como la Nueva Política Económica (conocida por su abreviatura NEP). El 30 de agosto de 1918, Fanni Kaplán, miembro del Partido Socialista Revolucionario, se aproximó a Lenin después de que éste hablara en un acto y le disparó en tres oportunidades. Lenin se recuperó, pero desde entonces se resintió su estado de salud. Aunque la bala le fue extraída a principios de 1922, en mayo sufrió su primer infarto cerebral que lo dejó paralizado del lado derecho y privado temporalmente del habla y de la capacidad de una escritura legible. Unos días después le pidió una pastilla de cianuro a Stalin a fin de terminar con su sufrimiento pero no lo complacieron. Si bien en septiembre se estaba recuperando y el 2 de octubre volvió a sus tareas, para noviembre los médicos volvieron a aconsejar que abandonase su trabajo. En ese momento, Lenin escribió su testamento y comenzó a repartir su biblioteca. En la noche del 15 de diciembre un nuevo ataque lo dejó definitivamente postrado en una silla de ruedas y abandonó los asuntos de Estado. Entre el 23 de diciembre y el 4 de enero de 1923 dictó el “Testamento de Lenin”. El 9 de marzo sufrió su tercer infarto y perdió el habla para siempre. Los médicos lo retiraron a Gorki para una probable recuperación. A pesar de su estado, no sólo no renunció a sus cargos, sino que el 6 de julio se lo nombró presidente del Sovnarkom de la nueva URSS. Por esa época, ya había tomaba posición a favor de Trotski en su disputa interna con Stalin por su propia sucesión aunque Stalin ya había logrado ser nombrado secretario general del Partido Comunista en abril de 1922. En Gorki, Lenin experimentó una leve mejoría. Se desplazaba en silla de ruedas, lograba pararse con la ayuda de un bastón, leía periódicos en sus momentos de lucidez e intentaba aprender a escribir con su mano izquierda. Para octubre había recuperado parcialmente el habla. Pero su enfermedad era incurable y el 21 de enero de 1924, a las 16 horas, entró en coma y falleció tres horas después. La causa oficial de su muerte fue infarto cerebral. Sin embargo, algunas teorías médicas hablarían de sífilis de la que, según se supo después de la caída del Muro, fue tratado en 1896.