Como en el clásico teatral del siglo pasado, la República Argentina se estremece estos días esperando la carroza, que es la espera de la muerte o acaso la resurrección de las cenizas.

Ese viejo dilema parece renovarse ahora en un contexto atroz en el que mientras el planeta entero parece suicidarse sin prisa pero sin pausa, este país que la inmensa mayoría de l@s argentinos amamos se debate en medino sólo aquí, porque la descomposición es mundial, pero también aquí.