“Un viaje energético”: así define Daniel Hendler a El inestimable hermano, la pieza teatral que protagoniza junto con la actriz Natalia Salmoral. Y la definición resulta acertada porque lo que el espectador experimenta es realmente un viaje de emociones a través de una historia que inicia en clave de comedia para avanzar de forma progresiva hacia un terreno más sombrío, y culminar en un clímax radical e inesperado.

Con dirección y dramaturgia de Heidi Steinhardt (El trompo metálico), la obra cuenta la historia de Bernardo e Inés, dos hermanos que se reúnen en la antigua casa familiar con la excusa de celebrar el cumpleaños de Fabio, el hermano del medio. En la espera del invitado, Bernardo habla sin parar, buscando capturar la atención de su hermana con algunas anécdotas risueñas y otras más oscuras sobre el pasado compartido, pero ella se muestra decidida a ignorarlo. No obstante, en esa dialéctica particular el silencio de Inés dice mucho más que la verborragia de Bernardo.     

“Cuando leí el material, me impactó y lo primero que pensé es que no iba a poder estudiarlo, porque es mucha letra y yo no me destaco por una buena memoria. Además, sabía que Heidi no es de las autoras para quienes el texto es un disparador, y que por eso iba a ser muy estricta y puntillosa. Y así fue, pero me ayudó mucho e hizo una especie de experimento neurocientífico conmigo y me embutió la letra”, confiesa divertido el actor uruguayo, quien decidió aceptar el desafío atraído por la complejidad de la trama. “El texto, de forma inteligente, deja migajas que el espectador va recogiendo para llegar al fondo del asunto”, sostiene al respecto, al mismo tiempo que reflexiona sobre la identidad de su personaje: “Bernardo es insoportable y en eso radica su gracia. Implicó un desafío no hastiarme ni hastiar al público con lo que él dice. La idea fue siempre, además, no quedarse en la mitad entre lo cómico y lo oscuro, sino ir a fondo en ambas direcciones, y por eso la obra es una aplanadora que no se queda en medias tintas y va a todos los extremos. En la composición primero traté de ampliar los umbrales de tolerancia física y mental para que este personaje pueda moverse libremente, porque uno tiene sus límites sociales y la personalidad de Bernardo te lleva más allá de esos filtros. Fuimos por ahí, entonces, abriendo esos espacios, y encontrando en el resentimiento y en las trabas del inconsciente de este personaje el motor que le impidiera hacer una pausa, porque en ese silencio que él esquiva hay algo con lo que no se quiere encontrar”.

El teatro ha convertido en uno de sus objetos de interés a las historias que ponen en escena vínculos familiares en tensión. En ese sentido, la propuesta de Steinhardt también se construye desde ese eje, pero con un acento especial en la infancia, tal como sugiere Hendler. “La obra presenta un cuadro familiar totalmente distorsionado, no naturalista, y todo el tiempo va verificando su verdad entre el realismo y lo onírico, que a veces también roza lo grotesco. Esta historia es una revisión pesadillesca sobre la infancia y sobre los fantasmas y mandatos familiares que trascienden la vida, y que estos personajes necesitan exorcizar o matar”, opina el actor.               

Abocado más a su trabajo como director e intérprete de películas y series, Hendler siente que hacer teatro siempre significa volver a la esencia de la vocación actoral que cultiva desde que comenzó a practicar el oficio en el Teatro Circular de Montevideo y armó el grupo teatral Acapara El 522 con un grupo de amigos en los años ‘90. “Las primeras experiencias actorales son imborrables y son los primeros amores que uno siempre está persiguiendo. Cada vez que hago teatro, como ahora, vuelvo a sentir el murmullo del público entrando a la sala y la sensación de que voy a hacer algo ahí que no está mediado por una pantalla ni por ceros y unos digitales, sino que es una experiencia corporal en el mismo espacio y tiempo que el espectador. Esa adrenalina me provoca una sensación de oportunidad de crear algo que tiene un valor diferente porque es una experiencia total a nivel actoral. En esta ocasión, la dirección de Heidi fue muy cuidadosa y contenedora tanto conmigo como con Natalia, y cuando existe ese trabajo previo uno pisa el escenario de otra manera”, asegura. 

Este fue un año intenso y prolífico para la carrera de Hendler. Como director, estrenó El candidato, su segundo largometraje (disponible en Netflix), y como actor compartió protagónico con Leonardo Sbaraglia en El otro hermano, película dirigida por Adrián Caetano, mientras logró combinar ambas facetas en la serie web La división (disponible en un3.tv y en YouTube). A la espera de poder asumir nuevamente ese doble rol en 2018, cuando estrene su próxima serie sobre una banda de rock, sin título definido aún, pero que comenzará a filmar antes de fin de año, revela que para él la actuación y la dirección son tareas opuestas, pero complementarias: “Cuando actúo, a veces tengo que someterme a una experiencia de desaprender y quitarme una consciencia de encima para poder lanzarme un poco a la pileta, pero cuando dirijo también trato de dar un pequeño salto al vacío sin saber bien adónde me estoy conduciendo. Por eso, actuar y dirigir son tareas indisociables para mí, porque ambas aportan a lo que me gusta que es contar cuentos y armar historias”.  

* El inestimable hermano puede verse en Espacio Callejón (Humahuaca 3759), los viernes a las 22.15.