Castro Camera ya no existe. Solo queda una placa conmemorativa en el local de fotografía de la calle Castro, en el Barrio Castro de San Francisco, que fuera durante años el epicentro de las actividades de Harvey Milk, el activista que logró convertirse en el primer homosexual declarado elegido para un cargo público en Estados Unidos. 

Sin embargo el negocio de regalos que hoy funciona en su ubicación original, en la calle Castro 575 (más tarde el aumento del alquiler obligaría a su traslado a la calle Market 2362), la recreó al detalle durante un corto tiempo para la filmación de Milk, el biopic de Gus Van Sant que le dio a Sean Penn un Oscar como mejor actor. La película es, sin duda, la mejor ocasión para revivir la calle Castro tal como era en los años en que empezó a convertirse en el epicentro de la comunidad gay de San Francisco, la ciudad que más fácilmente pasó del flower power al activismo homosexual. Y hay motivos para eso.

LA CAPITAL GAY San Francisco es sobre todo la capital de la contracultura estadounidense, o lo era antes de convertirse en la flor en el ojal de los niños prodigio de Silicon Valley, que antiguamente experimentaban en garajes y ahora ocupan sus painted ladies, aquellas mansiones victorianas que fueron hábitat de la ciudad bien en torno a Alamo Square. Parte de esa contracultura, que abarca desde el movimiento beatnik al hippie, es la reivindicación de la comunidad gay que se remonta a los tiempos de la Segunda Guerra Mundial: aquí existía entonces una base militar donde se revisaban los casos de los soldados homosexuales. Varios empezaron a quedarse, y con ellos comenzó el crecimiento de sus lugares de reunión y el Gay Liberation Movement, un hito del activismo LGBT. Dentro de Francisco, le tocaría al Barrio Castro –un antiguo asentamiento de la inmigración escandinava en California, como lo describe Kathryn Forbes en su libro Recordando a mamá– convertirse en el corazón gay: gracias a los bajos alquileres, muchos se instalaron aquí y le dieron su carácter particular, mucho antes de devenir en ícono turístico.

Antiguamente el distrito se conocía como Eureka Valley: el nombre actual se lo debe al Castro Theater, ubicado cerca del cruce de las calles Castro y Market, que en 1976 se convirtió en el ícono histórico número 100 de San Francisco. Aún conserva la fachada en estilo barroco español diseñada en 1922 por Timothy Pflueger, creador de otros cines en California: y si es posible, vale la pena entrar para asistir a la proyección de los clásicos que suele programar, la mejor ocasión para apreciar su cielo raso trabajado con la técnica de leatherette, un efecto que da la impresión de estar realizado en cuero. Se lo considera el único que queda en Estados Unidos y tal vez también en el mundo, un motivo más para la visita de este edificio que tiene otra particularidad: aún es propiedad de la misma familia que lo hizo construir. También suele albergar festivales de cine –muchos de temática gay y multicultural– y eventos especiales. En 2008, cuando se estrenó Milk y apareció en el frente del cine la gigantografía del activista que alguna vez se definió como “el alcalde de la calle Castro”, la historia sin duda pareció haber completado un círculo. Para la ocasión el cine fue cuidadosamente restaurado, desde la pintura de la fachada hasta los carteles de neón. Hoy es tradicional para todo el que visita la zona sacarse una foto frente al teatro y su icónica marquesina, emblema del Barrio Castro. 

DE COLORES Y HOMENAJES Por si alguien andaba distraído, basta acercarse al cruce de Castro y Market para divisar la bandera arcoíris del orgullo LGBT. Los mismos colores se repiten en algunos cruces de calles y en las vidrieras de los negocios y bares que jalonan todo el vecindario. El triunfo del orgullo, y también la supervivencia a la letal epidemia de sida en los años 80, le cambió la cara al barrio: hoy no es solo un epicentro de la resistencia, sino un paseo turístico en busca de los secretos de la identidad queer que complementa toda visita a San Francisco después de recorrer Fisherman’s Wharf, Union Square, Alcatraz y el Golden Gate.

Cualquiera sea el orden elegido para recorrer la ciudad, si es posible el paseo por el Castro District hay que dejarlo para el anochecer. Es cuando se revela el verdadero clima, los bares empiezan a llenarse de gente y los neones del Teatro Castro proyectan sus luces sobre toda la cuadra. Más allá del aura celebratoria y omnipresente de la comunidad LGBT, el barrio es para cualquiera y es seguro también por las noches: además, aquí los eventos que se suceden a lo largo del año tienen un carácter único y a veces extravagante. Sobre todo la Castro Street Fair, una feria callejera creada por Harvey Milk en los años 70, y el San Francisco Pride Month con su desfile del último domingo de junio. Ese mismo mes, el San Francisco International Lesbian and Gay Film Festival atrae a numerosos realizadores de diferentes partes del mundo…   y es la ocasión ideal para ir a ver una película en el Castro Theatre.

Caminando por Castro Street es inevitable pisar las placas de bronce que homenajean a personalidades emblemáticas de la comunidad LGBT por sus logros en muy distintas áreas del conocimiento y de las artes: aunque este Rainbow Walk of Fame causó polémicas en su inauguración (no por los personajes elegidos sino por las faltas de ortografía que acompañaban las leyendas de cada placa), ya está totalmente incorporado al paisaje del barrio. Son 20 personajes que incluyen desde el matemático Alan Turing hasta el poeta Oscar Wilde, además de Federico García Lorca, Allen Ginsberg o Virginia Woolf. Y ya está en marcha el proyecto para extenderlo con otros 24 nombres, que incluirán a W.H. Auden a Josephine Baker, Freddie Mercury y Chavela Vargas. Durante un paseo –que puede hacerse por ejemplo con los tours gratuitos de San Francisco City Guides y su propuesta Castro: Tales of the Village– otro de los sitios icónicos es la Twin Peak’s Tavern, primer bar gay del mundo, a pasos del Castro Theatre y distintivo por una particularidad: fue el primer local dedicado a la comunidad LGBT que exhibió amplios ventanales, a diferencia de aquellos que solían ser cerrados o en sótanos. Toda una declaración de la necesidad de ser visibles, mirar y ser visto, en una ubicación ineludible del distrito. 

TEMA DE MUSEO Si un museo implica reconocimiento y consagración, este no podía faltar en el Barrio Castro. El GLBT History Museum es el primero en su género en Estados Unidos y el segundo del mundo después del Schwules Museum de Berlín. La entidad depende de la GLBT Historical Society, que tiene el fin declarado de “coleccionar, preservar, exhibir y hacer accesible al público materiales y conocimientos que ayuden a comprender y promover la historia, las artes y la cultura LGBTQ en toda su diversidad”. Otros hitos del barrio son el Harvey Milk Plaza, espacio de homenaje al activista asesinado; la placa del antiguo negocio Castro Camera en Castro 575 y el mural que muestra a Milk mirando hacia la calle; el Pink Triangle Park que recuerda los triángulos rosa que obligaban usar los nazis a los prisioneros gay; y en un registro más amable la Hot Cookie Bakery, sobre Castro Street, que ofrece toda clase de dulces y galletitas de formas sugerentes (y también de las otras). Finalmente, The Castro es un excelente lugar para el shopping: juegos, objetos de cocina y bar, juguetes, libros, revistas, discos, ropa: nuevo, usado, tradicional o de vanguardia, hay numerosos negocios en todas las calles aledañas, que invitan a sumergirse y buscar lo que tiente a cada uno siempre en nombre de la diversidad.

Graciela Cutuli
El Castro Theatre, emblema del barrio, está a punto de cumplir un siglo.