¿Qué pasaría si los fantasmas, en vez de acechar en la oscuridad de la noche a escritores insomnes, amas de casa desesperadas y otros atormentados personajes solitarios, decidieran desatar una batalla frontal, alucinógena y sangrienta, a plena luz del día, contra toda la población civil? Esa clase de Apocalipsis fantasmagórico es la amenaza que promete Ghost Wars, la serie que emite SyFy los jueves, que apuesta a que las ánimas en pena recuperen el espacio perdido en el olimpo gore de la TV ante la hegemonía de nicho conseguida en este milenio por zombies, vampiros y asesinos seriales. El conveniente escenario para la pueblada fantasmal que propone Ghost Wars es uno bastante explorado a la hora de los thrillers y los misterios sobrenaturales televisivos: un pueblito pequeño, aislado, del otro lado de un puente, a pasitos de la loma del trasero (en este caso, en Alaska). Ese ambiente de civilización remoto, inaccesible y poco habitado parece resultar ideal para que el televidente de las grandes metrópolis libere toda clase de fantasmas: desde Twin Peaks en adelante, no han faltado villorrios rurales (como Wayward Pines o la fallida Under the Dome) en los que ocurrieran cosas, extrañas, siniestras, inexplicables. En el caso de Ghost Wars, la locación del pueblito perdido es bien funcional para revisitar el canon espectral y conceder nuevas habilidades a las intangibles apariciones maléficas. En esta serie pueden hacer, prácticamente, cualquier cosa; desde ocasionar muertes en masa, alucinaciones colectivas y lágrimas de sangre, hasta aconsejar a los personajes de carne y hueso, o cometer atentados contra obras de ingeniería públicas. PáginaI12 entrevistó a Dennis Heaton, guionista y productor de Ghost Wars, cuyo historial personal incluye otras adaptaciones de universos fantásticos, como la reversión del dogma zombie de la película Fido (2006).

–En la última década, la TV ha atravesado una era de zombies y maniáticos. ¿Por qué decidieron centrarse en los espectros? ¿Qué les vieron a los fantasmas?

–En parte, la razón que nos llevó a centrarnos en los fantasmas fue, específicamente, el deseo de salirnos de esa era de los zombies y maniáticos. Con Chris Regina, nuestro ejecutivo de producción en Syfy, y Simon Barry, nuestro productor, hablábamos de que esos y otros subgéneros “paranormales”, como vampiros y demonios, habían alcanzado un punto de saturación en la pantalla. Cuando Simon me dijo que estaba pensando en un programa sobre fantasmas en guerra con humanos, definitivamente me interesó, mordí el anzuelo. Me encontré preguntándome “¿cómo demonios podemos resolver eso?”, lo cual es una pregunta creativa demasiado emocionante como para ignorarla.

–¿Qué nuevos aspectos para el reglamento de los fantasmas propone Ghost Wars?

–En la serie presentamos la idea de que puede haber una gran variedad de fantasmas, desde algunos que parecen completamente humanos, hasta otros que no parecen personas en absoluto. Tienen el poder de crear alucinaciones y usan ese poder para llevar a nuestros personajes al borde de la muerte. Los distintos fantasmas que aparecen en Ghost Wars están, según el caso, muy ligados a conceptos relacionados con la energía, la física cuántica y la religión. Estamos dando la oportunidad de que cada punto de vista diferente –el religioso, el científico, el escéptico, el paranormal– pueda expresar su opinión. Todos en la ciudad tienen su propia idea sobre lo que está sucediendo, cuál es la causa y quién tiene la culpa.

–La serie explota la idea del misterio y no parece tener apuro en explicar qué está pasando. ¿Cómo “administra” la información que brinda al televidente?

–Uno de los principales desafíos de trabajo en la oficina del guionista es tratar de averiguar qué vamos dejar que la audiencia sepa y cuándo vamos a darle esa información. Mucho antes de que las cámaras empiecen a grabar, pasamos varias semanas con planchas de corcho en la pared y tarjetas de notas, en las que trazamos el arco completo de la temporada y revisamos los puntos específicos que desarrolla cada episodio. A medida que se escribe cada capítulo, ajustamos las tarjetas para rastrear qué cosas fuimos cambiando, asegurarnos de no estar perdiendo información importante y evitar repeticiones. Y mientras hacemos todo esto, también estamos tratando de escribir la historia más aterradora posible.

–¿Cómo llegó a los fantasmas? ¿Cuáles son sus historias de terror favoritas?

–Soy un gran fanático del género de terror. Amo las películas de Frankenstein, de King Kong, El exorcista, El amanecer de los muertos, La noche de los muertos vivientes, Evil Dead... Me encantan la versión original de The Haunting, de Robert Wise, y The Innocents, basada en Otra vuelta de tuerca, la novela de Henry James. The Changeling, con George C. Scott, es también increíble: no hay muchas películas que te puedan asustar sólo con mostrar una pelota rebotando por unas escaleras. Y El espinazo del diablo, de Guillermo Del Toro, que es a la vez bella y aterradora. Podría seguir enumerando durante horas.

–Los pueblitos aislados parecen ideales para las historias siniestras. ¿Por qué?

–Creo que tiene que ver con la intimidad de todo pueblo pequeño, con el hecho de que todos se conocen, todos meten la nariz en las cosas de los demás, todos tienen una opinión sobre cada persona. En las grandes ciudades hay mucho anonimato, mientras que en los pueblos todo lo que ocurre, sucede cerca de vos. Además, si estás en un lugar pequeño y aislado, no hay manera de huir de tus fantasmas.