El pasado mes, la guionista y comediante Anne Victoria Clark -que a menudo aporta contenidos para el canal web Funny or Die y es colaboradora del segmento “Weekend Update” de Saturday Night Live- leyó una nota del New York Times que la dejó patitiesa. Advertía el mentado artículo de la periodista Claire Cain Miller que, tras el caso Harvey Weinstein y el tsunami de denuncias de cientos y cientos de miles de mujeres que desvelaban haber padecido acoso sexual en su ámbito laboral, cierta constante comenzaba a multiplicarse entre hombres en posiciones de poder: no querer estar a solas con colegas mujeres por miedo a que ellas pudieran “malinterpretar” algún comentario, gesto, actitud. Reportaba CCM que, en Silicon Valley, inversionistas varones habían comenzado a rechazar reuniones con entrepreneuses; que en Wall Street, jefes se negaban a tener meetings con empleadas one-on-one; que en canales de tevé estadounidenses, ejecutivos repetían la patética fórmula con potenciales talentos para venideros proyectos... Como si hubiera prendido el ejemplo del vicepresidente estadounidense, Mike Pence, que ¡aún por trabajo! nunca come con una mujer a solas, a no ser que sea con su esposa Karen (a quien llama “Mother”, para más datos)… “Este tipo de acciones -explicaba Miller en la nota- afectan negativamente las carreras de las mujeres, en tanto las privan de entablar respetables vínculos laborales, necesarios para obtener ascensos o lograr que inviertan en sus negocios”. ¿Y todo por qué? Pues, al parecer, porque a tantísimos tipos les resulta especialmente complicado comprender qué es el acoso sexual, y en consecuencia, cómo no acosar a las mujeres. 

Cual buena samaritana, decidió entonces la humorista Anne Victoria Clark ayudar a los confundidísimos señores con una imbatible -aunque inusual- fórmula, amén de que entiendan nociones ¡tan complejas! como: no, no está bien ni el avance ni el piropeo en el ámbito laboral; no, no, por favor no manosear; ay, tampoco hostigar con invitaciones a citas cuando lo único que la colega quiere al presentarse en el laburo es, precisamente, laburar en paz. Ergo, la didáctica -y sardónica- propuesta de la chica Clark, devenida propuesta viral, que ella bautizó “El test The Rock”. Un simplísimo método, realmente, que así explica Anne: “Chicos, traten a todas las mujeres como tratarían a Dwayne Johnson, aka The Rock”, el muy musculoso actor de cintas de acción, además de fisicoculturista y luchador profesional.”Con este salvavidas que les estoy echando, acabarán tratando a las mujeres 

¡como si fueran personas!”, ironiza AVC en elpopular ensayo que publicó en el sitio Medium y dedicó a los lectores cis heterosexuales. Allí vuelve a clarificar -por si las moscas y una vez más-: “Si no le dirían o harían algo a The Rock, tampoco se lo digan o hagan a la mujer que trabaja con ustedes. Ahí va. Eso es. Lo entendieron”. 

En plan socarrón, repasa además Clark algunos escenarios laborales posibles donde -a su decir- a los muchachos bien les vendría usar el método de visualizar a The Rock. Por caso, mientras toman un café para discutir un proyecto con una compañera de trabajo, “¡que es rubia!, 

¡como tu última novia! Algo debe significar… Qué enredo, ¿verdad? Un genuino campo minado para ti. Bueno, cerrá los ojos, respirá profundo, y cuando los vuelvas a abrir simulá que la chica es Johnson”. O bien: “La gente de la oficina decide tomar unas copas después del trabajo, 

¡y una lleva falda! Encima sonríe…”; pero no, no, nada de intentar un approach: “pensá que es The Rock en Rápido y Furioso”. “Y así de simple florecen las situaciones: ¿piropearías a The Rock que se ve muy sexy con esa remera? ¿Le insinuarías por mensaje de texto que te encantaría encontrarle solo en la oficina? ¿Lo manosearías, pellizcarías, palmarías o le apretarías alguna parte de su cuerpo? ¿Le invitarías a un encuentro de índole íntimo? Pues, si no le dirías algo tan personal a un tipo como él, definitivamente tampoco está bien decírselo a una mujer”, recuenta la web Fandango haciéndose eco del test. 

Test que, por cierto, se propagó tan rápido que figuras como la escritora feminista R.K. Rowling salieron a celebrarlo vía Twitter. Y hasta el mismísimo Dwayne Johnson aprovechó la red social del pajarito para compartir el artículo de Clark, al son de: “Muchachos, cierren los ojos y piensen en mí”… En resumen, redobla Clark para la platea masculina, “simplemente ofrézcanle a ellas el mismo respeto y admiración que le ofrecerían a él”. Y en el ínterin, considera AVC, acaso puedan empezar a notar otras características de las colegas: que son profesionales, determinadas, expeditivas, que se rompen el lomo para alcanzar metas, objetivos. No parece física cuántica… Claro que, aunque no hace sino subrayar una perenne y arraigadísima problemática, el test lejos está de ser ideal. Como se preguntan -con válidos argumentos- ciertas voces críticas: ¿Por qué un varón debería valerse de “herramientas” para tratar a una mujer como a un ser humano? ¿Es que acaso solo extienden correctos modos a otros varones? ¿Por qué no pueden verla, visualizarla como tal como es, y respetarla como una igual?