A todos los narradores de Felices hasta que amanezca, que en verdad son mayoritariamente narradoras, los espera una decepción en la historia de la que participan. Muchas veces el inicio mismo del cuento presenta una situación frustrante, de la que sin embargo brotarán nuevas instancias o rutas, porque los personajes están casi siempre en tránsito. Por cuestiones laborales o sentimentales, hacia un nuevo objetivo o un cambio de estatus, atraviesan como pueden las circunstancias, que pueden adoptar la forma del final cantado de un matrimonio rendido o la salida imprevista ante una conspiración política. 

No por inesperado, sorprende que el primer libro de cuentos de una escritora de la generación intermedia, como es Florencia Abbate (Buenos Aires, 1976), con dos novelas, varios libros de poesía y ensayos, contenga uno de los mejores relatos publicados este año. En “Esta cosa salvaje”, una joven Florencia debe escribir por encargo un libro de divulgación sobre transexualidad. Durante el verano pegajoso de Buenos Aires, inicia una amistad con Nadia, una travesti riojana que quiere cambiar de sexo y sufre por los engaños de un bruto. Con esa premisa, Abbate podría haber escrito una historia de altruismo y generosidad, pero transforma ese incipit realista en una emocionante aventura fantástica guiada por la locura y la sabiduría de lxs personajes. En la apoteósica escena final, Nadia aparece como un ser en pleno proceso de transformación: “De entre ese humo vi salir a Nadia, con las manos apoyadas en las caderas y la cabeza echada para atrás, parecía reír, y fue como si una mariposa desplegara en mi pecho el palpitante abanico de sus alas”. 

“La llegada al cuento se dio de manera bastante natural porque las dos novelas que escribí están compuestas por diferentes relatos en primera persona, y estos cuentos también son relatos en primera persona –cuenta Abbate–. El grito tiene una estructura coral, de tres narradores y una narradora que cuentan sus historias, y esas historias se intersectan y se entrelazan en la novela. En Magic Resort sucede algo parecido aunque es mucho más fragmentaria, los desenlaces no son tan claros. Tal vez eran dos novelas que escondían relatos, y quizás algunos de los cuentos de Felices hasta que amanezca esconden en potencia una novela.” La potencia a la que alude la autora se encuentra sobre todo en lxs personajes. Cronistas desorientadas en tierra extranjera, fotógrafas que deben contrastar imágenes del pasado con las que ofrece un presente opaco, parejas incongruentes convertidas en conejillos de Indias.

Abbate admite que ese aspecto de su escritura surge de manera espontánea. “Hace poco leí un reportaje a César Aira en el que él decía que se mantenía totalmente al margen en su torre de marfil y no le daba bolilla a nada de lo que estaba pasando -dice?. A mí me ocurre exactamente lo contrario: lo que pasa me afecta demasiado.” Los cuentos de Felices hasta que amanezca abarcan un arco temporal que va de 2005 hasta fines de 2015, e incluyen situaciones como la “crisis del campo”, el crac financiero de 2008 o las últimas elecciones presidenciales en la Argentina. “Me interesa captar lo social a partir de los detalles de la experiencia vivida”, señala Abbate. En ese sentido, el cuento “En el organismo” es ejemplar. Con el trasfondo de la pelea entre el gobierno kirchnerista y el Grupo Clarín por la ley de medios, la autora trama una historia que enlaza humor, erotismo de vodevil y ciencia ficción. Incómodas con la normalidad asfixiante que pregona el statu quo, las criaturas de Felices hasta que amanezca encuentran en la excentricidad una vía de escape. A la hora de deshacer mandatos sociales y modos de vida colonizados, la razón no es tan importante. Como dice la profesora de canto que protagoniza el kawabatesco cuento final: “No entendía y a la vez me daba cuenta de que era no tratar de entender. Hay sensaciones que una vez que se entienden ya no pueden volver a sentirse. Por eso entender es muy triste”.