En Mujeres Ébano, de Vanesa Silva y la compañía Huellas urbanas, se tiende un puente entre el pasado y el presente, entre la esclavitud de las poblaciones negras y las situaciones de dominación y abusos que sufren las mujeres en la actualidad. Porque las relaciones de género son relaciones de poder desde el mismo comienzo de los tiempos. “El cuerpo de las mujeres es un cuerpo social sobre el que se desata la violencia”, dice Rita Segato, y los seis cuerpos que bailan en escena muestran las violencias vividas desde un contexto que es histórico y contemporáneo. Cuerpos que expanden la tela hasta lograr salirse de ella. Mujeres que se unen, se encuentran en su historia, en sus raíces y en su cultura porque creen en la libertad de sus cuerpos y corazones. Son mujeres que nacieron para parir dolores, luchas y risas. Mujeres que celebran deidades, resisten como la negrura del ébano y bailan contra lo que las oprime. “Nuestro trabajo tuvo como disparador el sometimiento que sufrimos las mujeres frente al machismo –comienza diciendo Vanesa–: la trata de personas en la que hay una circulación permanente de mujeres y trans para obligarlas a ejercer la prostitución, para ser empleadas como mulas por el narcotráfico; el mundo laboral donde los derechos se recortan y el sistema que impone un ritmo frenético”. Y continúa: “La abolición de la esclavitud data del 1800, sin embargo, hoy, en pleno siglo XXI, persisten formas de esclavitud, dominación y humillación invisibilizadas”.

Los cuerpos en escena enmarcan formas de violencia, agresiones y abusos desde el lenguaje de la danza. Por eso, Mujeres Ébano desanda las marcas del patriarcado y se erige en la potencia que constituye el baile hasta provocar una estampida de sentidos. El lenguaje bucea en la simbología de los orixás, divinidades africanas, y en el afro contemporáneo, pero se aleja del registro de los tambores para embarcarse en una fusión con base de rock. Hace muchos años que Vanesa investiga las danzas afrolatinoamericanas. Cuenta que el lenguaje de la danza de orixás mueve otras energías. “Estoy convencida de que la danza es liberadora. En el afro, puntualmente, se trabaja con los elementos de la naturaleza -agua, aire, tierra y fuego-, lo cual provoca una conexión con las necesidades vitales. Además, como a mí me gusta el rock, me pareció que esa mixtura permitía también afirmar ese puente con la actualidad que me había planteado en cuanto al relato”.

La obra se compone de tres partes: nacimiento, esclavitud y libertad. Y hay tres orixás femeninos de la cultura yoruba que aparecen en escena: Oxúm, diosa de los ríos; Iansá, diosa de los vientos; y Iemanjá, reina del mar. “Nacemos, vivimos y morimos”, sigue Vanesa. “Como trabajamos específicamente la esclavitud era muy importante encontrarle a Mujeres Ébano un final que fuera liberador para esas mujeres que representamos. El objetivo en este recorrido fue responder a esa esclavitud con un cierre liberador. La elección de los orixás femeninos tuvo que ver con que los elementos representados en la obra son agua y aire. El agua representa el nacimiento, la gestación de algo; y el aire, en esa travesía, oxigena, da fuerzas a esas mujeres que fueron arrancadas de su mundo originario y llevadas a otro que no les pertenecía”.

Mujeres Ébano baila la libertad, las energías de la naturaleza y lo que late en la potencia creadora de un grupo de mujeres que lucha y celebra la vida. Ellas –Samanta Balbuena, Melisa Comes Pinto, Beatriz González Cevallo, Magdalena González Esparza, Lucía Melmik y Griselda Rodas– bailan juntas para luchar y resistir. Mujeres que además de dedicarse a la danza son músicas-terapeutas, comunicadoras sociales, diseñadoras, trabajadoras sociales, madres, hijas y amigas. Un trabajo colectivo en el cual los cuerpos se expresan para no olvidar el sufrimiento.

Mujeres Ébano Actors Studio Teatro: Av. Díaz Vélez 3842, CABA. Sábados de noviembre a las 22.