La Armada declaró “el estado de búsqueda y rescate” ante la desaparición del submarino ARA San Juan y se anunció la incorporación al rastrillaje de un avión de la Nasa que estaba en Ushuaia y de dos aviones que llegarán de Estados Unidos. Esas aeronaves se suman a los dos aviones, un helicóptero y dos barcos que ya buscaban desde el jueves al buque, que perdió el contacto con su comando el miércoles, cuando estaba a 430 kilómetros de la costa, al sudeste de la Península Valdés, y que por protocolo debería estar navegando en superficie tras haber perdido la comunicación. El vocero de la fuerza, Enrique Balbi, aseguró que “aún no se trata de una emergencia”, y señaló que “no hay ningún indicio que diga que el submarino se haya hundido”; además, remarcó que el rastrillaje sólo “cubrió el 15 por ciento del área” en donde podría encontrarse la nave. Cancillería informó que los gobiernos de Chile, Reino Unido y Estados Unidos ofrecieron ayuda para ubicar al navío. Con el correr de las horas, la preocupación alcanzó a los familiares de los tripulantes de la nave, quienes se acercaron hasta la Base Naval de Mar del Plata, hacía donde se dirigía el sumergible desde Ushuaia, para buscar información . En tanto, el ministro de Defensa, Oscar Aguad, adelantó su regreso de Vancouver, Canadá, donde participaba de un encuentro de ministros y viajó a la base marplatense para acompañar a los familiares (ver aparte). Al cierre de esta edición,

El Ara San Juan debía reportar a la Base de Operaciones del Comando de la Fuerza de Submarinos de la Armada Argentina cada 48 horas. La última comunicación establecida fue el miércoles; pero ante la pérdida de enlace, el jueves por la noche se ordenó iniciar un operativo para restablecer el contacto, que se desplegó de acuerdo con el protocolo del Plan Sarsub (por sus siglas en inglés Search and Rescue Submarine, Búsqueda y Rescate de Submarino).

Para tratar de localizar el submarino y a sus 44 tripulantes, entre oficiales y suboficiales, se dispuso el despegue de una aeronave Tracker de la Base Aeronaval Comandante Espora, y una de la Escuadrilla de Vigilancia Marítima B-200 desde la Base Aeronaval Punta Indio, que realizaron vuelos durante la tarde del jueves y la madrugada de ayer.

También se ordenó el despliegue del Destructor ARA Sarandí con un helicóptero embarcado y la corbeta ARA Rosales, ambas del Comando de la Flota de Mar, que estaban patrullando la denominada zona económica exclusiva (hasta las 200 millas marinas), y la corbeta ARA Drummond de la División Patrullado Marítimo.

Además, se encomendó a todas las estaciones de comunicaciones terrestres a lo largo del litoral argentino, la búsqueda preliminar y extendida de las comunicaciones y escucha en todas las posibles frecuencias de transmisión del submarino.

El vocero de la Armada explicó a la prensa, en la puerta del Edificio Libertad, en el centro porteño, que “el procedimiento de búsqueda se inició ayer (por el jueves) a las 22, todavía no hemos alcanzado a barrer la totalidad del área, que es muy importante y está a mucha distancia de la costa. Recién cubrimos un 15 o 20 por ciento”, remarcó.

Balbi sostuvo que la pérdida de contacto se debe a un “tema de comunicación”, que sería consecuencia de un “problema en las baterías o la alimentación”, y que aún “no es una emergencia”.

Al ser consultado por la posibilidad de un atentado, el capitán de navío respondió: “De ninguna manera, es una falla de la que aún no sabemos la magnitud”. También descartó la versión de un incendio dentro de la nave.

Según explicó el vocero, “puede pasar que esté navegando y que haya un problema eléctrico con las comunicaciones. Uno puede pensar que es un tema de alimentación porque el submarino es una máquina eléctrica que está llena de baterías, y hay que recargarlo”. Sostuvo que no hay indicio alguno de que el submarino se haya hundido y agregó que la nave “está preparada para salir a la superficie, el tema es saber si tiene o no propulsión”.

El vocero detalló que el submarino tiene una radiobaliza que se utiliza en casos de emergencia que “nunca se activo”, e informó que los tripulantes tienen víveres suficientes, porque por protocolo se cargan alimentos extra para 15 días más de lo que demanda el viaje. Y una reserva de oxígeno “para una semana”.

En síntesis, las hipótesis que manejaban hasta última hora de ayer quienes organizan el rastrillaje es: que haya habido una falla que afectó la comunicación y que el submarino continúe con su ruta original, o bien que esté navegando a la deriva por falta de propulsión. En este último caso, de hallarse sin rumbo, el radio de búsqueda se amplía ya que debe hacerse teniendo en cuenta los vientos y las corrientes marítimas.

El Ara San Juan, construido en el astillero alemán Thyssen Nordseewerke de Edem, desde donde partió para ser recibido por la Armada Argentina en diciembre de 1985, es uno de los tres submarinos con que cuenta la Armada. Es un buque de ataque concebido para enfrentar fuerzas de superficie, submarinos, tráfico mercante y operaciones de minado. Con propulsión diésel eléctrica convencional y sistema snorkel, tiene 66 metros de eslora (largo) y siete metros y medio de manga (ancho). En 2008 ingresó en una “reparación de media vida”, por lo que fue sometido a dos años de trabajos de ingeniería en las instalaciones del Complejo Industrial Naval Argentino (Cinar) para extender su vida útil (ver página 16).

A principio de mes llegó a Ushuaia como integrante de la flota de mar, junto con los destructores ARA La Argentina y ARA Sarandí, la corbeta ARA Rosales, el aviso ARA Puerto Argentino y el Transporte ARA San Blas.

La flota hizo base en el puerto de la capital fueguina para realizar un ejercicio militar en mar abierto. Las maniobras incluyeron el hundimiento del buque de la Armada Somellera, que se encontraba en desuso luego de haber participado de la guerra de Malvinas, y se uso como blanco de misiles.

El navío, que partió del muelle militar de Ushuaia la semana pasada, fue  visitado el 6 de noviembre por una comitiva de funcionarios fueguinos, entre los cuales estaban el vicegobernador provincial, Juan Carlos Arcando, la jueza del Superior Tribunal de Justicia, María del Carmen Battaini, el juez federal Federico Calvete, legisladores provinciales y autoridades de fuerzas de seguridad. La comitiva, de unas 15 personas, realizó una excursión de siete horas a bordo de la nave, que incluyó una inmersión en el Canal de Beagle, donde varios buzos tácticos hicieron ejercicios bajo el mar.

La jueza Battaini habló de la tripulación y dijo que “se trata de gente especializada y muy profesional. En su mayoría jóvenes, con una gran predisposición y energía para realizar su trabajo. Nos explicaron el funcionamiento del instrumental y del equipamiento. Todo a bordo lucía impecable y organizado”, contó.