Los datos del balance cambiario siguen acumulando importantes desequilibrios para la economía. La cuenta corriente arrojó un déficit de 2258 millones de dólares en octubre y acumula un rojo de 11.091 millones de dólares en el año. Los principales puntos que explican este desajuste son el déficit comercial entre exportaciones e importaciones y el déficit del turismo, que se ubica en picos históricos. El mes pasado se perdieron por viajes, pasajes y pagos con tarjeta en el exterior unos 823 millones de dólares, una cifra que sube a 9030 millones en los primeros 10 meses del año. Se trata de un aumento del 27 por ciento respecto del 2016.

El intercambio comercial registra un desajuste cada vez mayor. El mes pasado, según el informe del balance cambiario del Banco Central, uno de los rubros con mayor desequilibrio fue el automotor. Se anotaron importaciones por 1219 millones de dólares y exportaciones de 548 millones. Esto implica un rojo en el comercio de autos de 671 millones de dólares, que en el acumulado de 2017 se aproxima a 7000 millones. Otros rubros con fuerte déficit en octubre fueron maquinarias y equipos (493 millones de dólares), comercio (439 millones), industria química, caucho y plástico (402), transporte (263) y comunicaciones (190). La economía local no logra dinamizar sus exportaciones, ni diversificarlas, pero sigue aumentando el ritmo de sus importaciones, que reemplazan producción y empleo y agrandan el desajuste en el frente externo.  

La entrada de dólares al país, que permite cubrir parte de este desequilibrio, no llegó por divisas productivas. Las inversiones extranjeras sumaron en octubre 120 millones de dólares para la economía real y 824 millones de dólares para especular con activos financieros. Esto implica que sólo 1 de cada ocho dólares que entran al mercado interno se destinan a producir y el resto va a inversiones financieras. Se trata de un problema de sustentabilidad para el sector externo, puesto que los capitales que llegan para el sector de las finanzas no contemplan el largo plazo. La meta es obtener altas rentabilidades, al aprovechar situaciones puntuales como la elevada tasa de interés de las Lebac, y luego ir tras otros destinos que garanticen altos retornos.

La emisión de deuda externa, otro elemento que pone en jaque la sustentabilidad de las cuentas macroeconómicas, fue una segunda fuente de financiamiento del desequilibrio comercial. En octubre hubo un elevado ingreso de divisas por la ampliación del Bonar 2024 por 2150 millones de dólares, en tanto que las colocaciones de Letras del Tesoro (Letes) sumaron 1470 millones de dólares y préstamos con organismos internacionales 300 millones. La deuda externa emitida en los últimos dos años ya supera los 100 mil millones de dólares y empieza a generar ruido en los informes de las grandes agencias financieras internacionales. Estas entidades alertan que estos ritmos de endeudamiento no pueden sostener en forma indefinida. 

En lo que refiere a la fuga de capitales tradicional, por compra de dólares del sector privado, se anotó una salida neta de 1950 millones de dólares en octubre. En lo que va del año, la fuga ya se ubicó en 17.480 millones de dólares. Se trata de una cifra mayor a los tres puntos del Producto Bruto Interno y que equivale a más de una tercera parte de las reservas internacionales del Banco Central. La desregulación total de los controles cambiarios permite la salida indiscriminada de divisas del mercado interno y genera que los dólares que entran por endeudamiento se vayan por fuga. Es un gran problema para el crecimiento económico. Las divisas de la deuda, en lugar de resolver los problemas estructurales, cubren en forma circunstancial el bache del sector externo. La fuga de los capitales es también una fuga de la actividad interna.