En el sexto día de búsqueda del ARA San Juan, el vocero de la Armada, capitán Enrique Balbi, reconoció: “Vamos entrando en una fase crítica”. Balbi, una voz más que autorizada ya que también es submarinista, explicó: “Hablamos de que en el submarino hay oxígeno para siete días, por eso decimos que estamos preocupados. Pero esa afirmación hay que matizarla, porque no sabemos si el San Juan emergió y pudo recargar sus reservas de oxígeno. Son siete días en condiciones de inmersión sin posibilidades de subir”. Y explicó que incluso en el peor de los casos, “hay protocolos para la condición de supervivencia (todos a dormir, con guardias mínimas para casos de filtraciones o cortocircuitos, entre otras cosas). Se puede extender el período con poco oxígeno, es gente entrenada”.

En respuesta a la pregunta de un periodista, insistió en que “no hubo ningún aviso de colisión o emergencia. La nave no envió ninguna señal”. Luego explicó que “se está buscando en un área de 1000 kilómetros por 500 kilómetros, un poco más grande que la provincia de Buenos Aires. Hoy las condiciones meteorológicas van a ser muy buenas, por eso las incursiones van a ser más eficaces”. Y con respecto al operativo en sí, detalló: “Están trabajando 4000 personas, 14 naves y 10 aeronaves, pertenecientes a siete países, más otros que esperan a ver qué necesitamos. El Skandi Patagonia ya zarpó y está en espera el Sofía 1000”. 

El comandante de la Armada de Estados Unidos, Michel Erbelein, junto con el capitán de navío de la Armada Argentina, Gabriel Actis, quedaron a cargo del operativo que se realiza según el Protocolo Internacional de Escape y Rescate de Submarinos (Ismerlo, por su sigla en inglés). Antes de la implementación de Ismerlo, las búsquedas las organizaba la Otan, pero a partir de la tragedia del Kursk (el submarino ruso que se encontró luego de varios días de búsqueda infructuosa y apareció con sus 118 tripulantes muertos) se creó este protocolo.

Erbelein explicó que en el operativo participan buques, naves y personal de más de 11 países, incluyendo los que están a disposición. Admitió que es la primera tarea de rescate que se realiza luego de “intensas prácticas previas que mantienen a los equipos preparados para este trabajo”.

Cambareri, jefe de puerto de Comodoro, dijo que se está “ante un acontecimiento extraordinario”, que conmocionó a la ciudad. “Hace dos días se transportó carga de Estados Unidos, vinieron al aeropuerto que se dirigen por control remoto, cámaras para el rescate de personas, cámaras para descomprimir la presión, sondas y mucho más equipamiento”. E indicó que “de acuerdo a lo que nos dice la Armada, están preparados para intervenir en la segunda fase del plan de rescate. Todavía no pueden determinar el punto aproximado donde está el submarino. Una vez detectado, intervienen estos buques”. “Los norteamericanos tienen un presupuesto previsto para toda la operación que están desarrollando. Y el puerto está a absoluta disposición. Estamos tratando de proveer todos los servicios necesarios como combustible, agua, víveres y todos los equipamientos que necesiten”.

En tanto, el ánimo de las familias de los 44 tripulantes del submarino argentino ARA San Juan, desaparecido desde el 15 de noviembre, decae y se agrava con cada desmentida de posibles pistas, advirtió el psicólogo de la Armada, Víctor Hugo Duga. El experto reveló que la confirmación de que los ruidos captados en el fondo del mar no provenían del submarino “generó una gran desilusión en los familiares” y contó que al menos diez personas sufrieron descompensaciones al conocerse el parte oficial de que esos ruidos no eran del sumergible. 

Ante la primera alerta de problemas, los familiares fueron contactados de inmediato por las autoridades de la Armada y se congregaron en la Base Naval a la espera de novedades. Allí reciben desde el primer día contención psicológica, médica y espiritual, también de otros submarinistas que quedaron en tierra. 

El psicólogo detalló que “hubo tres momentos muy graves” en el grupo de familiares. “El primero fue la no llegada del submarino en el día y la hora programada a la base, el domingo a la noche o el lunes a la mañana. Ese fue el primer golpe”, precisó. Luego fueron las confirmaciones de que las llamadas satelitales que se pensaban habían salido del submarino no habían sido tales, y que los ruidos no venían del sumergible sino que serían biológicos, del ambiente marino. “Lo de anoche fue devastador. Cuando el comandante comunica que esos supuestos ruidos que no fueron tales se nos descompensaron alrededor de diez personas”, precisó el psicólogo de la Armada. La principal preocupación del equipo médico y psicológico es la avanzada edad de algunos familiares, como por ejemplo padres y madres de entre 75 y 80 años que ya padecen alguna enfermedad de base. 

El psicólogo afirmó que “el ánimo está todo mal”. “Cada tres horas viene un almirante con un parte y se los lee, les explica la situación y las novedades. Para nosotros es el momento de más peligrosidad, en el sentido de que estamos cuidando a la gente desde el punto de vista de la salud”, indicó. “La familia sabe de las tareas que cumplen los tripulantes del submarino. Es un puesto laboral de mucho riesgo y la familia lo sabe”, advirtió. “Ellos confían en todos los tripulantes, desde el comandante hasta el último son gente altamente preparada. Y a los tripulantes se los chequea constantemente para saber el estado de su psiquis”, añadió. 

María Morales, madre de un tripulante, aseguró que prefiere estar acompañada en la Base Naval que en su casa: “A veces cuando nos vamos de acá nos bajoneamos (deprimimos), pero en la base estamos juntos dándonos apoyo”. 

El padre de otro tripulante, Jorge Villarreal, prefirió dar un mensaje de “optimismo y tranquilidad”: “Mi fe está intacta, mi optimismo está igual. No me voy a ir de acá hasta que no vuelvan”. 

El último contacto del submarino San Juan fue el miércoles de la semana pasada, cuando se encontraba a la altura del Golfo San Jorge, a 240 millas náuticas (432 kilómetros) de la costa.