“Estoy trabajando, como siempre”, advierte C. Tangana al otro lado del teléfono, desde su Madrid natal, donde erigió una carrera musical que, tras una década de actividad, acaba de experimentar un subidón con la aparición de su primer álbum en solitario en cinco años: Idolo. A tal punto que su nuevo sello, la multinacional Sony Music, acompañó su lanzamiento, el pasado 6 de octubre, con una inmensa valla enclavada en La Gran Vía, la avenida más importante de la capital española. Así, el artista de 27 años debutará en Buenos Aires devenido en la gran figura de la música urbana de su país, y con idea de despegarse del trap. “Mi propuesta apunta hacia el rap y el R&B, con el auto-tune y el Roland 808, que predominan en la música urbana en general”, explica el también líder del grupo Agorazein. “El trap para mí tiene más que ver con el rap que se hacía en el sur de Estados Unidos, vinculado con la delincuencia, la prostitución, el asesinato, el robo y las drogas.”

Ahora que sos un artista top, ¿cómo te llevás con el bling bling?

–Me pongo las cadenas que me gusta llevar y no tengo necesidad de convertirme en un nuevo rico. Mis pies están en la tierra y quiero hacer cosas importantes para la cultura de mi país. Para mí no es importante el dinero sino el poder y la libertad que te da para tomar tus propias decisiones.

¿El título de tu nuevo disco hace alusión a cómo te sentís en esta época?

–Es un disco que habla sobre la parte más oscura de convertirse en una figura pública de éxito relevante en el mundo en el que vivimos. Tenía suficiente material para hacer un trabajo conceptual que se refiriera a los excesos y la ambición, y lo hice. Junté temas como Mala mujer, que fue un suceso en el mainstream, con otros, y así saqué el álbum.

Luego de patear el tablero con el single Antes morirme, este año alcanzaste el primer lugar en las radios españolas con Mala mujer. Aunque es un temazo, eso no hubiera ocurrido si siguieras siendo un artista independiente, ¿no es así?

–Queríamos ir hasta allá y por eso trabajamos en esa dirección cuando hicimos esta producción. Uno nunca sabe adónde puede llegar, aunque esto superó nuestras expectativas. Y es un orgullo. Pero vengo del underground, de hacer los demos en mi casa y de distribuir mi música de la manera que podía.

Además del incursionar en el rap, el trap y el R&B, este disco hurga en géneros como el glitch, el vaporwave y el jazz, ¿por qué abriste el espectro?

–No nos pusimos la intención de hacer un estilo o varios, pero es verdad que con Alizzz –su productor de cabecera– tenemos mucha curiosidad musical. El viene de la electrónica y yo del rap, y entre ambos teníamos un abanico de posibilidades y colores. Como trabajamos bastante tiempo, salieron un montón de cosas diferentes, y nos quedamos con lo más rico.

Pese a que en tu país existe el prejuicio hacia la cultura latina, esto cambió en los últimos tiempos. ¿Cómo se vivió ese cambio de paradigma?

–Toda la gente joven consume música latina. A muchos artistas españoles que son muy grandes en mi país no los conoce esta nueva generación de público, pero sí saben quién es Romeo Santos. En cualquier fiesta puedes escuchar Obsesión, de Aventura, o temas de Don Omar y Tego Calderón. La gente adulta es la que tiene prejuicio con lo latino.

¿De qué manera conectaste con la música urbana latinoamericana?

–En la calle, en las discotecas y en la radio. Antes vivía en Cuatro Caminos, un barrio en el que hay muchísimos dominicanos y boricuas, y acabé escuchando lo que ellos oían. Para mí era normal. Y es más rico que el pop español, que lleva años estancado.

¿Por dónde pasa lo español en tu propuesta?

–Además de lo latino, mi influencia es norteamericana, especialmente de Canadá. Estoy bastante al día con las escenas de pop, de rap y de R&B. Pero de España tengo la idiosincrasia, mis temáticas, mis jergas y mi acento.

¿Y cómo está España después del desafío independentista catalán?

–La cosa está jodida. Los poderes políticos y económicos ejercieron su influencia y la prensa es un amasijo de doctrinas que no había visto nunca. Se nota que no hay pensamiento crítico, que no hay diálogo y que no hay una realidad democrática. Me parece peligroso lo que se levantó. No por parte de Cataluña, pues es razonable su pedido de independencia, ni de España, que intenta que el país no se rompa. Me refiero a que la política está enfrentando a las personas y generando una brecha, y eso no puede ser.

* Domingo 26/11 a las 20:10 en escenario SónarLab.