Con la reforma laboral y la previsional todavía sin debate abierto en el Senado, en la Cámara de Diputados oficialistas y opositores fijan posturas, sacan cuentas y buscan sumar voluntades a favor y en contra de los proyectos del gobierno de Mauricio Macri. En la alianza oficialista Cambiemos no solo confían en reunir los votos necesarios sino que por lo bajo afirman que irán por todo: aseguran que buscarán sumar al proyecto los puntos que resignó el Gobierno en al mesa de negociación con la CGT. En el bloque de del FpV-PJ (incluida Unidad Ciudadana) no hay dudas sobre el rechazo a las reformas aunque la estrategia parlamentaria la asumirá la nueva conducción de la bancada. Tampoco en el massismo, donde anticiparon que rechazarán las reformas y que “no habrá lugar para negociaciones ni modificaciones”. Lo mismo hará el FIT y el Movimiento Evita. En este escenario aparece decisiva la posición que adopte el Bloque Justicialista (encolumnado con los gobernadores peronistas que impulsan los acuerdos con el Gobierno), cuyos integrantes sostienen que todavía “no fijamos postura”.

La confianza de Cambiemos radica en la estrategia que tejieron junto con el Gobierno: apurar el tratamiento en el Senado con la inercia del acuerdo con los gobernadores, antes del recambio legislativo, y evitar la resistencia que pueda enarbolar Cristina Kirchner desde su banca. Las reformas llegarían a Diputados tras la asunción de los nuevos legisladores.

A partir del 10 de diciembre, Cambiemos contará con un interbloque de 108 diputados, donde no contabilizan “infieles”. A ellos les suman los dos “aliados” porteños de Evolución, con Martín Lousteau a la cabeza, además de algunos monobloques aferrados a las reformas del Gobierno, como el del empresario sojero salteño Alfredo Olmedo, entre otros. Así reuniría al menos 115 diputados y quedaría a solo 14 de la mayoría absoluta de la Cámara. El oficialismo tampoco duda de que los gobernadores que pactaron con el Gobierno terminarán por alinear a sus diputados. 

Envalentonados con los números, algunos diputados de Cambiemos se animan incluso a sostener –solo por lo bajo– que el oficialismo irá en al Cámara baja por la incorporación de varios de los puntos que el Ejecutivo dejó en el camino durante la negociación con los popes cegetistas aunque el proyecto deba volver al Senado. Algo que, por ahora, solo suena como una advertencia disciplinadora para la oposición dialoguista. 

En el actual bloque del FpV-PJ todos están encolumnados por el rechazo a las reformas, aunque la estrategia quedará en manos de la futura conducción de la bancada con la incorporación de los diputados electos en octubre, incluidos los de Unidad Ciudadana. Un tema que terminaría de definirse los primeros días de la semana próxima.

Ese bloque podría contar hasta con 77 diputados, pero tampoco se descartan deserciones impulsadas por algunos gobernadores peronistas que apuestan a la negociación directa con el gobierno central. Aunque está en duda si emigrarían al BJ o formarían su propia bancada provincial, el camino que ya emprendieron otros ex aliados kirchneristas, como los santiagueños del Frente Cívico y los misioneros del Frente de la Concordia.

El massismo esta vez parece plantarse contra las reformas macristas. La jefa del bloque, Graciela Camaño, el economista Marco Lavagna y la especialista en temas previsionales Mirta Tundis anticiparon la postura del espacio a la que ayer se sumó Felipe Solá: “La CGT mejoro mucho el proyecto de reforma laboral. Si gana, será menos lesivo. Y puede ganar. Pero voy a votar en contra, porque no creo que una reforma laboral vaya a crear trabajo. La demanda interna crearía más trabajo hoy”, posteó el ex gobernador bonaerense en su cuenta de Twitter. “Tampoco hay lugar para negociaciones, las vamos a rechazar de plano”, afirmaron voceros del massismo a PáginaI12. Aunque no pueden afirmar si sus aliados provinciales –cordobeses, chubutenses y neuquinos– asumirán la misma postura.

“Todavía no fijamos posturas”, respondieron en el BJ ante la consulta de este diario. Aunque reconocen diferencias y dudas, la mayoría podría inclinarse a “introducir mejoras” a los proyectos en lugar de rechazarlos. Allí, podrían estar los votos que le garanticen el triunfo al Gobierno en la Cámara baja.