Sazón caribeña

Pablo Mehanna

Detrás de la fachada de lo que podría ser uno más de los desprestigiados bares de barrio que pululan entre Once y Congreso, una esquina al sur de Rivadavia alberga Cuba Bella, un comedor donde es posible probar platos de la gastronomía cubana sin los artificios que se imponen en los locales “for export”. Osmel, con 17 años en Argentina y más de cinco manejando su propio local, es el alma de este boliche, un verdadero hombre orquesta que cocina, sirve las mesas y hasta prepara cócteles sin despeinarse. El lugar carece de grandes pretensiones estéticas: apenas un cartel y una bandera cubana en su interior, algunas bienintencionadas pintadas de comensales agradeciendo la visita o dejando saludos y poco más. Durante la mañana se sirven desayunos (café con porción de ricotta fresca a $40), medialunas y tostados, de sabores más porteños que cubanos. Pero al mediodía el patrón comienza a preparar, además de alguna que otra minuta, los consabidos arroz y frijoles negros, parte esencial de la gastronomía popular en la isla caribeña. Así, Cuba Bella transcurre de lunes a jueves, de 9 a 20 horas, dando de comer simple y rico, con toques cubanos. Pero son los viernes cuando la cosa cambia: la música sube el volumen, circulan las botellas de ron y se suman algunos tragos ($95 el Mojito con ron Havana Club). Los habitués sacan los dominós y, si la concurrencia se anima, se enciende el karaoke. También esa noche se prenden los fuegos, para honrar los sabores de la madre patria de la casa. En la bienvenida convidan con plátano verde frito recién hecho mientras se aguarda el plato de fondo: arroz con frijoles (moros y cristianos, ambos en óptimo punto de cocción) y guisado de cerdo bien logrado, además de un plato de ensalada, todo por escasos $150, una ganga. Osmel tiene buena mano para la cocina y oficia de anfitrión a la antigua, con tiempo para charlar aquí y allá con sus comensales, mientras reparte el tiempo entre las hornallas, el salón y la barra. Un pedazo del Caribe que le da color a las calles más grises de Buenos Aires, con buena sazón y mucha simpatía.

Cuba Bella queda en Moreno 2099. Teléfono: 4951-1493. Horario: lunes a jueves de 9 a 20; viernes de 9 a 3. 


Maíz venezolano

Pablo Mehanna

Gastronomía muy poco representada en Buenos Aires hasta hace tan sólo un lustro, la comida venezolana va ganando su lugar en el paladar porteño de la mano de una buena cantidad de inmigrantes que impuso, en especial, sus arepas al fast food local. Hoy es común encontrar areperas en barrios tan disímiles como Microcentro, Palermo, Crespo o Colegiales. Pero La Carbonera eligió otro camino para representar a Venezuela. El local abrió sus puertas hace tres años como una parrilla, a la que se sumaban algunas especialidades del país de origen del matrimonio que regentea el lugar. Poco a poco, la demanda de los clientes los fue llevando a dejar las carnes de lado y centrarse en su especialidad, las empanadas venezolanas, cuya masa se realiza con maíz blanco partido, remojado y hervido, lo que les otorga un sabor y textura muy diferentes a las que se confeccionan con la harina de maíz industrial. El local en esquina es amplio, con buena iluminación, algunas mesas bajas y un gran tablón comunitario. De todas maneras, lo mejor, al menos en esta época del año, es optar por los lugares en la vereda, aprovechando que se trata de una zona tranquila aún estando en Palermo. La empanadas salen fritas (con fritura preparada a la minuta, en el momento, todas entre $70 y $90), generosas en relleno. Recomendada la de pabellón, con carne desmechada, frijoles negros y queso fresco. Muy buenas también la de cazón y la de plátano maduro frito con queso. Para beber, la a esta altura infaltable cerveza artesanal ($75 la pinta), un Cuba Libre ($90) o el refrescante papelón ($45) a base de agua, azúcar mascabo y limón. De 18 a 21 se ofrece una empanada más una pinta de gaseosa a imbatibles $110, realmente barato teniendo en cuenta que una empanada de estas que se sirven en La Carbonera representa una cena ligera. Con una apuesta a un producto popular pero realizado con buena materia, conocimiento y cariño, La Carbonera ya es un secreto a voces entre la comunidad venezolana, y es frecuentado también por otros extranjeros y algunos –los menos– porteños, que lo conocen del boca a boca. 

La Carbonera queda en El Salvador 4401. Horario de atención: lunes a viernes de 18 a 24 (martes cerrado); sábados y domingos de 12 a 24.


Street food mexicano

Pablo Mehanna

Mal copiada y peor ejecutada, la gastronomía mexicana cuenta entre las más bastardeadas en el mundo occidental, un menosprecio generalizado que se repite también en Buenos Aires. Por suerte, hay gratas excepciones. Y si bien la ausencia de los productos originales torna difícil una reproducción fiel de una de las dos grandes cocinas latinoamericanas (la otra es la peruana), La Fábrica del Taco logra, y con muy buenos resultados, replicar los sabores originales. En este logro, mucho tienen que ver las tortillas de maíz que utilizan, preparadas con maíz nixtamalizado, un proceso indispensable y no siempre usado para que el resultado sea óptimo.

El nuevo local (el original en Palermo tiene ya nueve años de vida) sobre Carlos Calvo, en la parte exterior del mercado de San Telmo, es pequeño, con cocina a la vista y una barra en la que acodarse para apurar los tacos con una cerveza. Un enorme molcajete contiene una salsa picante (al punto argentino, aclaran detrás de la barra) mientras un pizarrón anuncia el menú. Los tacos se pueden pedir en las mencionadas tortillas de maíz, aunque también hay disponibles de trigo, más cercanas y muchas veces preferidas por el paladar local.

Los tacos ($63 la unidad) salen con la tortilla entibiada y una buena cantidad de relleno (al pastor, carnitas, carne asada, pollo o vegetariano). Los mismos rellenos se pueden pedir en forma de burrito ($120), versión tex mex que llega en una tortilla de trigo cerrada y de mayor tamaño. Buen guacamole con totopos y pico de gallo ($99) y quesadillas de sólo queso ($99 las tres unidades).

Para beber, se elige entre Margaritas ($90), cerveza Corona ($90) o pinta de Patagonia tirada ($75)

La fábrica del taco no pretende ser un lugar donde ir a pasar dos horas en una comida opípara, sino tan sólo busca ofrecer un rico bocado al paso, sin incomodar billeteras y con verdadero gusto a la cocina callejera mexicana. Una búsqueda lograda. 

La Fábrica del Taco San Telmo queda en Carlos Calvo 491. Horario de atención: martes a domingos de 12 a 23:30.