El día que el Claudio Biaggio asumió como entrenador de San Lorenzo se aclaró que su cargo era interino y que seguramente en un par de fechas volvería a su trabajo en las inferiores. Mientras tanto empezaron a circular los nombres de futuros entrenadores: Lavallén, Heinze, Yepes y Almirón, entre ellos. Nueve partidos después, el Pampa Biaggio levanta orgulloso la estadística que muestra a San Lorenzo puntero de la Superliga y enarbola sus propios números: 22 puntos sobre 27, como producto de 7 triunfos, un empate y una derrota. El resultadista fútbol nuestro de cada día tiene estas cosas y por eso hoy no se duda de que el año próximo Biaggio seguirá al mando del plantel superior. La continuidad está garantizada por los vientos a favor que vienen corriendo y de los que hubo una nueva muestra ayer en Victoria. En la cancha de Tigre, San Lorenzo no jugó bien, tuvo como principal figura a su arquero, pasó por momentos muy complicados, fue dominado en gran parte del encuentro por su débil rival, pero se las arregló con algunas ráfagas de buen juego para quedarse con el triunfo, el cuarto al hilo.

En el balance de los noventa minutos queda claro que San Lorenzo no fue más que Tigre, pero sus dos goles,sumados a otro mal anulado, dan cuenta de su capacidad para resolver las pocas situaciones favorables de las que dispuso. Los dos goles, muy parecidos, casi calcados, hablan de la entrega de los jugadores azulgrana para no dar perdida ninguna pelota y de la fragilidad de los defensores locales y de su arquero, Crivelli. En el primero, en el período inicial, Belluschi ejecutó un tiro libre al segundo palo y el chileno Paulo Díaz arqueándose en el aire estiró la pierna derecha para golpear la pelota; Crivelli, sorprendido, no tuvo reacción. Tampoco atinó a mucho el arquero en el otro gol, que se produjo en la etapa  final. Blandi metió un pase de media vuelta  por arriba, Cerutti vio que no podía darle de cabeza y ensayó una curiosa pirueta que le permitió mandar la pelota al fondo del arco. Una curiosidad del primer gol es que Belluschi, de floja actuación, había  fallado en todos los centros y tiros libres ejecutados, pero en este lo dejó solo al chileno Díaz. 

Entre los dos goles de San Lorenzo, el único tanto de Tigre. Fue sobre el final de la etapa inicial. Pérez García (de lo mejorcito de su equipo) lanzó un centro desde la izquierda, los centrales de San Lorenzo quedaron atornillados al piso, Janson le dio de emboquillalda con el parietal   derecho y a Navarro no le quedó más remedio que hacer fuerza con la vista. Pero en esta no le alcanzó. El arquero de los visitantes fue, sin embargo, una de las figuras de la cancha. Firme, sólido en los pelotazos cruzados, respondió bien en los remates de media distancia y en los disparos y cabezazos a quemarropa de los jugadores locales. Otro de los que anduvo bien en San Lorenzo fue Blandi, que tuvo una participación vital en el segundo gol y pivoteó muy bien varias veces para las llegadas de los volantes vacíos. 

Tigre se quedó lamentando una mano de Angeleri en el final (debieron cobrar penal), pero en realidad debería hacer eje en sus propias deficiencias para definir. Entre el Chino Luna y Janson malograron cuatro o cinco situaciones clarísimas que pudieron darle al equipo de Caruso Lombardi el empate que merecía. Pero todos los vientos corren en esos tiempos a favor de San Lorenzo.