La máxima “una imagen vale más que mil palabras” es perfectamente aplicable a la era actual. El auge de las nuevas tecnologías, internet y las redes sociales forjó una supremacía de lo visual en la que, de acuerdo a distintos estudios realizados, el 93% de la comunicación es no verbal, ya sea a través de imágenes, gestos, dibujos, fotografías, etc. En este contexto, la TV Pública estrenó una versión renovada de La era de la imagen, un ciclo ideado por Miguel Rodríguez Arias –a partir de un concurso del Centro de Producción e Investigación Audiovisual (CePIA) de la Secretaría de Cultura de la Nación– que tuvo su primera edición en 2012, con la conducción de Juan Miceli. “Se trata de un programa sobre la comunicación pero desde otro ángulo, desde otra perspectiva, con otro tratamiento, con otra estética y con otros recursos que tienen que ver con el siglo XXI, con las nuevas tecnologías, con una estética que se corresponde con la estética que les interesa a los jóvenes y también a los adultos”, explicó por aquel entonces, el creador del recordado y revolucionario ciclo Las patas de la mentira.

La versión 2017, que puede verse los domingos a  las 19, estará a cargo de Juan Di Natale, que regresa a la televisión luego de su participación en el programa periodístico Día cero en Canal 9, y a la TV Pública, tras 25 años de la emisión de La TV Ataca (1992), para cumplir con una asignatura pendiente.  “En los ‘90, Miguel (Rodríguez Arias) me hizo una propuesta para que trabajáramos juntos, pero no pude aceptar porque en ese momento estaba vinculado a Cuatro Cabezas y tenía una especie de exclusividad que me lo impedía. Pero como todo tiene revancha, este año Miguel me contactó para contarme de este proyecto y para convocarme como presentador del ciclo. Me mostró lo que habían realizado hace unos años con Juan Miceli¸ entendí de qué iba el proyecto y me sumé”, explica Di Natale en diálogo con PáginaI12.

La era de la imagen hace foco sobre el poder de lo visual y el impacto que tiene sobre las transformaciones sociales. Cada programa incluye un informe sobre un tema específico, más una entrevista en piso a un especialista, y seis secciones en las que se aborda ese tema desde elementos como fragmentos de videoclips, películas, documentales y especiales de diferentes momentos históricos.

“Es un programa que tiene una mirada reflexiva sobre los fenómenos de comunicación, pero por momentos tiene también un aire de homenaje o de rescate de contenidos/producciones que quedaron en el pasado. Es un programa de archivo, pero no al estilo de TVR o Zapping, porque no toma un material de la semana pasada para hablar de la actualidad sino que es una revisión bastante más amplia. Está más cerca de Siglo XX cambalache que de TVR”, afirma el ex CQC.

–Esta utilización del archivo con una función más creativa es algo muy propio de Rodríguez Arias, considerado el inventor/ precursor de los programas de archivo...

–Definitivamente. Es propio de su estilo y La era de la imagen es su creación. Fui convocado como presentador y le aporto mi estilo.

–¿Su formación académica y su experiencia como profesor de semiología aportan a la construcción de ese estilo que menciona?

–Eso fue hace mucho tiempo, más de veinte años, pero creo que algo queda (risas). Fui ayudante de “segunda”, sin haberme graduado, de la legendaria cátedra de semiología de Elvira Arnoux en el Ciclo Básico. Siempre me interesaron estos temas, seguí leyendo e indagando, pero estoy lejos de ser un entendido. Pero sí, me preparo e investigo para presentar los contenidos que Miguel selecciona para el programa. Busco la manera de relacionarme mejor con los temas y presentárselos al público de la forma más atractiva posible. Están la mirada de Miguel y la mía en una suerte de diálogo. 

–Regresa a la TV Pública en un momento de su carrera totalmente distinto al de La TV ataca. ¿Cómo vive la experiencia?

–Trabajé en lo que era el viejo ATC apenas unos meses, cuando La TV ataca, que conducía Mario Pergolini, tuvo una corta emisión en este canal (arrancó en América y finalizó en Canal 9). Hoy, veinticinco años después, me encontré con gente que en aquel momento conocí, como Martín Teitelbaum, responsable de programación junto a Horacio Levin. Es un reencontrarse con gente que está en la industria hace mucho tiempo. Además, el hecho de trabajar en la TV Pública te permite tener el privilegio de poner en pantalla cosas que tal vez no podrías emitir si estuvieras en una competencia rabiosa por la audiencia. Son contenidos que invitan a una mirada un poco más serena, no atravesada por la ansiedad de un zapping furioso y vertiginoso. Es un programa que pide que te sientes a verlo y confío en que haya gente interesada en hacerlo.

–¿No se estableció ningún condicionamiento ni lineamiento?

–En absoluto. Fuimos muy bien recibidos. A su vez, cabe destacar que este es un programa que prácticamente no toca temas de la coyuntura local. Si bien podría ser entendido de ese modo, porque cada tema que se trata podría disparar una reflexión sobre un fenómeno nuestro del día a día, no es el objetivo del programa. Son temas más globales. Por ejemplo, cuando hablamos de Wikileaks y Julian Assange, estamos hablando de la libertad de expresión, del lugar de los medios en estos tiempos, pero no es un fenómeno local sino global. Lo más “autóctono” aparece en la sección de los programas rescatados o recordados, en los que se podrá apreciar fragmentos de grandes ciclos como El otro lado, de Fabián Polosecki; Juana y sus hermanas; Tato; Todo por dos pesos; y muchos otros. Hay un trabajo sobre la nostalgia que tiene que ver con cosas nuestras y que Miguel trabaja muy bien a partir de su propio archivo, que es magnífico. También se nutre de la web y de los documentos históricos de la TV Pública. 

–El programa tiene trece episodios. ¿Considera la posibilidad de una continuidad?

–Creo que hay temas y ganas para seguir, pero depende de cómo funcione, de la mirada y la devolución del canal, además de la del público. En el caso de continuar, estimo que sería para marzo.

–Por otra parte, como referente de los medios, ¿cómo ve la situación actual que atraviesan?

–Me parece que es un momento realmente muy delicado, muy triste para muchos colegas y compañeros. Pasé un momento muy duro durante mi salida de Rock & Pop, y volver a trabajar también fue difícil. En el transcurso de este año, me fui enterando de que mis excompañeros seguían padeciendo todo tipo de situaciones injustas e inmerecidas, y también veo lo que pasa en otros medios y es muy entristecedor. Hay mucha información cruzada donde se mezcla la información con operaciones de prensa y operaciones políticas.

–En los Martín Fierro de la radio se abrió una polémica entre periodistas.

–Lo que les pediría a los periodistas reconocidos es un poquito más de piedad y consideración para los colegas y compañeros, que no la están pasando bien. Creo que no hay que perder de vista eso. A veces uno se sube a un escenario en un evento y se confunde. Tal vez estás cebado y el clima te lleva a meterte en una polémica que habría que manejar con más cuidado, porque detrás de las posiciones políticas o intereses que uno quiera defender consciente o inconscientemente, y de aquellos a quienes uno ataca en el afán de esa defensa, hay familias, personas que tienen que llevar el pan a su casa y no pueden hacerlo. Y esos no son los que estuvieron haciendo el juego sucio ni los que se llevaron la plata, son laburantes. No quiero sonar trillado ni reiterativo, pero los que hoy pueden elegir para quien trabajar son sólo unos pocos privilegiados, porque trabajar es una necesidad. Entonces, creo que tenemos que ser cuidadosos, respetuosos y piadosos con los que la están pasando mal. No hay que perder de vista al otro.