El Gobierno derribó un monumento a Osvaldo Bayer en Río Gallegos. Estaba emplazado en la entrada a la ciudad y había sido inaugurado el 24 de marzo de 2023. Decía debajo de su imagen: “Bienvenidx, Usted está ingresando a la Tierra de la Patagonia Rebelde”. El intendente culpó a la Nación y dijo que es "un intento de borrar la historia". Vialidad Nacional, la encargada de demolerlo, alegó que “no cumplía con la normativa vial y complicaba el desagüe en días de lluvia”. Ayer, el monumento renació lejos de la Patagonia, en la calle Puan, sede de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. Desde ahora, una réplica busca allí "reparar el agravio y alimentar la memoria".
A veces es difícil materializar el concepto del mal pero esa máquina que rompía la imagen de Osvaldo es lo que más se acerca. Una grúa de Vialidad, mandada vaya a saber por qué burócrata, a su vez mandado vaya a saber por qué político. Pero no es posible no saber por qué el Gobierno destruyó un monumento erigido en la Patagonia por uno de los mayores intelectuales y luchadores argentinos, Osvaldo Bayer. El mal toca las fibras más íntimas del corazón: el amado Osvaldo, que dio su vida por demostrar cómo habían sido asesinados 1500 obreros en la Patagonia con una investigación profunda, comprometida, que lo llevó al exilio y siguió investigando toda la vida, luchando a favor de lo que consideraba una idea de país que no excluyera a gran parte de su población. Querido como pocos y respetado por toda persona interesada en una idea civilizatoria.
El mal ya no se esconde tras ninguna forma de presentación, vuelve a tener habilitación para destrozar a los pueblos originarios, matar a la gente indefensa, ocultar el nombre de los responsables, olvidar a las putas de San Julián que se negaron a tener sexo con los oficiales del ejército argentino que --al igual que en la época de la dictadura cívico militar del 76--, mataron a gente indefensa.
Osvaldo nos alumbró con su coraje, legando deseos de seguir luchando por una Argentina que se enfrenta al mal: ninguna oleada conservadora puede tirar abajo a los mayores intelectuales y luchadores comprometidos, nadie podrá derribar el lugar que ocupa en la historia argentina.
El problema del mal lo han tomado muchos autores. Osvaldo estaba en contra del deseo de venganza que hechos así despiertan, se trata de no perdonar, de luchar por la justicia: nunca olvidaremos lo que hicieron con los desaparecidos, nunca olvidaremos lo que hicieron con el monumento a Osvaldo Bayer.
La idea de la ética, según Alain Badiou, sostiene que se trata de “una concepción negativa, dominada por el problema del mal y por la figura de la víctima. Auxiliar a las víctimas, asegurar los derechos del hombre contra el sufrimiento: tal es el contenido concreto de la ética. El imperativo ético se aplica teniendo como referencia el espectáculo del mal; su única función es impedir ese espectáculo”.
Hacer el bien hoy es evitar el espectáculo del mal, pero cuando el espectáculo del mal destroza las pocas imágenes que tenemos del bien, vuelve lo negativo duplicado, la execrable erección del mal. Bendecir la ética del mal, más allá de lo que políticamente correcto se diga, ha sido una constante en todo el siglo XX: romper los lazos que unen a las personas. La vida de uno por sobre la vida de los demás era lo contrario por lo que luchaba Osvaldo Bayer.
Ahora, la tarea es marcar quiénes son los adversarios y decirles también que no hay perdón. Han pasado un límite: muchas cosas se pueden soportar, otras lo exceden. Este Gobierno dejó de existir: lo único que puede hacer es reprimir, destruir, endeudar, matar. No puede hacer nada a favor de la vida. No tiene valor. Solo destrucción.