Un accidente trágico ocurrido en 2012, el de un micro escolar que llevaba a un grupo de niños palestinos de excursión, en una carretera de los alrededores de Jerusalén, es el punto de partida para el libro Un día en la vida de Abed Salama, con el que el periodista y escritor Nathan Thrall ganó el año pasado un Pulitzer, entre otros premios. Esta Anatomía de una tragedia en Jerusalén, según describe el subtítulo del libro que publicó Anagrama, se conecta de inmediato con una historia y un presente marcados por la dominación de un pueblo sobre otro, la ocupación, la segregación. Y un muro que cataloga y define las vidas cotidianas de quieres viven allí.

Con rigor periodístico y prosa literaria, entrevistas en profundidad y un notable grado de intimidad con los protagonistas de esta historia -aun con grandes diferencias culturales de por medio- Thral logra mostrar a partir de un hecho particular, un estado de cosas general, que carga con el peso de la historia. 

Mucho se ha hablado del conflicto que ocupa diariamente las páginas de Internacionales y sigue escalando ante los ojos del mundo, sin escandalizar. Lo que no abundan son historias humanas como las que Thral desentraña en Un día en la vida de Abed Salama. Un padre que un día cualquiera perdió a su hijo de cinco años, Milad, y que como muchos otros tuvo casi nulos derechos para todo lo que vino después.     

-Para empezar por el principio: ¿cómo y por qué escribió este libro?

-La primera y más importante motivación fue dar a la gente una imagen realista de cómo es la vida aquí, tanto para los palestinos como para los judíos que viven bajo este sistema discriminatorio muy desigual, un sistema de dominación de los judíos israelíes sobre Palestina. Busqué que el libro no se sintiera ni como una polémica, ni como un esfuerzo didáctico. Realmente quería que lo principal para el lector fuera estar en los zapatos de estas personas, ver el mundo a través de sus ojos. Y para hacer eso de manera efectiva se requiere, por la gente, mucha intimidad con la gente sobre la que estoy escribiendo. 

Abed Salama con el retrato de su hijo. Foto: Guillem Trius.


-La muerte de todos esos niños fue noticia como un accidente trágico. Pero vos la tomás como una suerte de ejemplo en escala humana de todo lo que implica la ocupación israelí. ¿Lo sintió así al conocerla? 

-Me afectó profundamente cuando me enteré, a medida que leía más sobre el tema, al conocer a las personas involucradas. Y sí, vi algo muy emblemático en esta noticia. Vi a través de este suceso la posibilidad de contar toda la historia de Israel y Palestina, a través de las historias de vida de judíos y palestinos que tienen lugar una al lado de la otra, pero con casi ninguna interacción entre ellas. A través de este suceso, pude unir esas diferentes vidas, o mejor dicho, el suceso unió esas vidas. Y ese es uno de los grandes desafíos al escribir sobre este lugar: la segregación. Si querés contar una historia completa y si querés que incluya a todos los diferentes tipos de personas que viven aquí, realmente tenés que buscar algo como un accidente para que los involucre a todos.

Y también me interesó contar la historia de Jerusalén, porque es el centro del conflicto Israel-Palestina. Y también es el corazón del proyecto de los colonos israelíes. Más de la mitad de los colonos israelíes viven en el área metropolitana de Jerusalén. Es el objetivo del Estado de Israel rodear a Jerusalén con tantos colonos judíos, que un Estado palestino con Jerusalén como su capital nunca podría ser creado. 

Así que por todas estas diferentes razones, vi en este suceso algo que permitiría al lector entender no sólo lo que es vivir aquí en el presente, sino cómo la historia de este lugar, la reciente y más de un siglo de historia, afectan al presente. 

Gentileza NY Times. 


-El libro es también una investigación sobre ese accidente.

-Sí, una investigación forense sobre un evento común, un accidente de un micro. Pero para tratar de desentrañar cuáles fueron las causas de este accidente: ¿Por qué tuvo lugar? ¿Por qué tardaron más de 30 minutos los camiones de bomberos israelíes en llegar a la escena? ¿Por qué hay esta gran disparidad en el número de hospitales, en el número de servicios de emergencia, en el número de carreteras accesibles para los palestinos? Y para responder a todas esas preguntas, había que profundizar en la historia de las verdaderas causas de este accidente, que no son sólo lo que ocurrió esa mañana o lo que ocurrió en los últimos años.

No se trata solo de la creación del muro que rodea a los niños y niñas palestinos, a los maestros y padres que están en el centro de la historia. Hay que remontarse al inicio de la ocupación de Cisjordania, en 1967. Tienes que volver en realidad a 1948.

La mayoría de estos niños provenían de familias que fueron expulsadas de sus hogares en lo que hoy es Israel. Y luego se encontraron en un campamento de refugiados en el centro de Jerusalén. Así que, en cierto modo, el libro trata también sobre cuánto el pasado informa al presente y cuánto la gente de este lugar hoy está viviendo las consecuencias de la historia.

-Este libro se escribió antes del 7 de octubre. Todo cambió desde entonces, por supuesto. Hay un capítulo que impacta, el de los jóvenes israelíes que se burlan del accidente en las redes, incluso los que dicen en televisión que estaban contentos con lo sucedido. Imagino que después del 7 de octubre esto debe haber ido en aumento.

-Este enorme aumento en la deshumanización es un proceso de larga data. Al punto de que un presidente del Estado de Israel, que está considerado del lado izquierdo del espectro político sionista israelí, que fue un ex líder del Partido Laborista, dijo que, en efecto, no hay inocentes en Gaza. Así que este es el grado de deshumanización que tenemos: el presidente del Estado de Israel, alguien que se considera de centro izquierda, diciendo que entre alrededor de 2,3 millones de personas, no hay inocentes allí.

Siento que la deshumanización es una parte muy importante de la historia aquí, es la condición para la ocupación israelí. Es clave para explicar: ¿cómo este sistema de profunda, profunda injusticia y dominación por un grupo sobre otro, sigue existiendo durante décadas? Y la única forma en que los seres humanos pueden justificar algo así, es deshumanizando a otros seres humanos. Es la única manera en que podés racionalizar que está bien hacer a los demás lo que nunca aceptarías que te hagan a vos.

-¿Puede describir la zona en que vive y cómo es vivir en Jerusalén?

-Ahora mismo, mientras hablo con vos, puedo mirar por la ventana y puedo ver la Ciudad Vieja de Jerusalén, y puedo ver el Domo de la Roca (la cúpula dorada en el centro de la Ciudad Vieja). Vivo justo en el mar, entre Jerusalén este y oeste. Así que vivo en una especie de zona de cruce entre todas estas comunidades diferentes. El centro de Jerusalén Este, la Jerusalén Este palestina, está justo delante de mí. La Jerusalén Oeste judía del centro, está justo detrás de mí. Uno de los barrios más ultra ortodoxos de la ciudad, Mea Shearim, esta justo al lado del mío. Yo vivo en una zona que se llama Musrara. Era un barrio palestino fuera de los muros de la Ciudad Vieja, que fue dividido en 1948. Entonces la mayor parte de los palestinos se vieron obligados a huir de Musrara. Y todavía hay una parte palestina de Musrara en Jerusalén oriental, al otro lado de la calle.

Y justo en frente de mi balcón, hay un techo que pertenece a un edificio privado, donde viven un par de familias ultra ortodoxas en el piso inferior. Y encima de ellos hay un techo y un balcón que pertenecen a la policía israelí. Pero no es una estación de policía oficial, supongo que son parte de la inteligencia israelí, o algo así. Y ahora es Ramadán. Así que el viernes, suben a la azotea con los monitores de televisión y los drones, y lanzan sus drones frente a mi balcón. Así vigilan, desde ese techo que no es una dependencia oficial, a todos los palestinos de Jerusalén Este.

-Toda la historia del conflicto, la tiene frente a su balcón. 

-Y el presente, de manera brutal. Todo el tiempo, es ver a los palestinos empujados contra la pared y cacheados, obligados a mostrar sus identificaciones, porque sí. Tengo familias amigas, con hijos de 14 años, que fueron detenidos y torturados por arrojar piedras a la policía fronteriza cuando llegó a su vecindario. Ahora se enfrentan a dos años de cárcel, a los 14. 

Cuando me mudé aquí pensaba, como muchos, que los palestinos de Jerusalén Este están mejor los palestinos de Cisjordania y Gaza, pueden moverse más libremente, tienen más beneficios del Estado. Y solía escuchar a activistas palestinos en Cisjordania, cuando los entrevistaba, hablaban de los palestinos en Jerusalén Este y de cómo sentían pena por ellos, decían que ellos estaban viviendo bajo la ocupación más severa. Me llevó un tiempo entender lo que querían decir con eso, y es que aquí están viviendo bajo una forma mucho más directa de sometimiento, aunque tienen mayor capacidad para moverse y más derechos que los palestinos en Cisjordania.

Así que sí, estoy viendo ese sometimiento justo enfrente de mí. Estoy viendo tiendas allanadas en la Ciudad Vieja si exhiben una remera con una bandera palestina, sus dueños multados, te imaginás, decenas de miles de dólares que levanta la policía con el pretexto de que violaron una orden. Amigos míos que tienen una librería en el este de Jerusalén y no sólo tuvieron la tienda allanada, los llevaron a la cárcel, por tener un libro.

-¿Por un libro?

-Correcto. Por tener un libro. Son amigos palestinos que abrieron hace poco una librería en Jerusalén oriental. La policía los allanó y confiscaron todos los libros que encontraron con la palabra Palestina. Los tuvieron presos un par de días y luego bajo arresto domiciliario. Y cuando la policía emitió una declaración de lo que habían hecho mal, mostraron una fotografía de un libro en inglés, un libro infantil para colorear que decía "Desde el río hasta el mar" (la frase es una consigna asociada al nacionalismo palestino).

-También impactan las cifras que da en el libro sobre la cantidad de población palestina arrestada por la policía israelí.  

-Creo que es muy importante que la gente entienda cuán poderosa es esta herramienta en manos de las autoridades israelíes. Las familias son desmembradas todos los días. Los hijos son separados de sus padres. Los padres viven en el terror de que sus hijos les van a ser arrebatados. Y sus hijos vuelven cambiados. Vuelven a casa completamente marcados por esta experiencia de ser encarcelados, torturados. La posibilidad de que las autoridades israelíes arresten prácticamente a todos los hombres de un pueblo o de comunidad determinada es un arma muy, muy poderosa. Y ayuda a explicar cómo este sistema ha durado tanto tiempo.

-A esta altura de las cosas, ¿puede imaginarse otra posibilidad, un futuro diferente? 

-Mientras haya un sistema de profunda, profunda injusticia, de dominación por un grupo sobre otro, mientras haya ocupación, por supuesto, habrá personas que se opondrán a esa ocupación. Y muchas de las personas que dicen que no hay otra posibilidad, aceptan como una premisa dada que seguirá existiendo por siempre este sistema de dominación. Israel no piensa renunciar a él, ya sea por los argumentos de seguridad que dan, o porque creen que hay un derecho bíblico para retener las tierras.

Sin embargo, hay sistemas de dominación que hemos visto que han existido en muchos otros lugares del mundo. Y cuando esos sistemas existían, la gente también decía que no había otra manera. Decían que el sistema de apartheid en Sudáfrica, por ejemplo, nunca podría cambiar, que sería un suicidio para los blancos en Sudáfrica, que todos serían asesinados. O durante la Guerra Fría, que se convertiría en un estado comunista. Se dieron muchos argumentos de ese tipo para apoyar el apartheid.

Lo mismo en Estados Unidos, en la era de Jim Crow (las leyes que segregaban racialmente a los afroamericanos), muchos justificaban ese sistema, se decía que sería un suicidio para los blancos dar iguales derechos a los negros. Creo que es importante recordar que todo sistema de dominación como este, siempre tiene gente que dirá que no hay otra manera. Y por supuesto, hay otra manera.

Ahora, si me estás preguntando: ¿creo de manera realista que en un futuro próximo veremos otra forma? La respuesta no. Estoy de acuerdo en que este sistema es muy robusto, que va a existir durante mucho tiempo.

Y parte de la razón es que el mundo entero le está dando un apoyo a Israel, o al menos no se opone a lo que hace. Vemos que muchísimos países occidentales tratan a Israel como un estado normal. Mantienen relaciones perfectamente normales con Israel. Ofrecen apoyo financiero, como Estados Unidos. Europa es el principal socio comercial de Israel. Todos fingen que este país, que ha tenido bajo su control a millones de personas sin derechos civiles básicos durante décadas, basándose en su origen, es una democracia.

Así que creo que parte de la razón por la que este sistema oerdura durante tanto tiempo, y por la que es tan difícil imaginar una realidad diferente, es que todo el mundo lo apoya. Y creo que si comenzáramos a comportarnos de manera diferente, podríamos empezar a ofrecer incentivos para que Israel se comporte de manera diferente. Pero por el momento, a Israel no le conviene comportarse de otra manera. Nadie lo presiona para que cambie. De hecho, se la incentiva a seguir por este camino.

Durante muchísimos años, secretarios de Estado y presidentes estadounidenses, así como líderes europeos, han dicho constantemente: "Israel inevitablemente tendrá que elegir. La situación actual es insostenible. La ocupación no puede durar para siempre. Tendrá que conceder a los palestinos libertad e independencia en un Estado soberano, o bien, les concederá igualdad de derechos". 

Pero Israel pudo seguir haciendo lo que quiso porque nunca fue obligada a elegir. Depende de nosotros obligarla a elegir, a decir que el camino actual es inaceptable. Que debe cambiar si no quiere enfrentarse a sanciones, si no quiere que le retiren la protección del Consejo de Seguridad de la ONU, si quiere seguir teniendo a Europa como su principal socio comercial, si quiere seguir participando en la Liga Europea de Fútbol y disfrutar de viajes sin visado a muchos países del mundo. Todos son incentivos que podrían utilizarse para empujar a Israel por caminos diferentes, y nada de eso se está haciendo.

-¿Cómo es vivir hoy en Israel pensando como piensa?

-Bueno, definitivamente tengo una opinión minoritaria. Estoy totalmente en desacuerdo con la sociedad judía israelí, pero ¿qué se le va a hacer? Es así. Este país se está volviendo cada vez más derechista. Es uno de los pocos países del mundo donde los jóvenes son más derechistas que las generaciones anteriores.

-Tal vez no sea el único, podría contarle…

-De nuevo, creo firmemente que nada de esto surge por generación espontánea. Y que puede cambiarse si hay incentivos para que así sea.