La televisión fuera de la televisión es una realidad que en la Argentina no se limita únicamente a las series extranjeras, tan celebradas en los últimos años. La escasa ficción argentina, que la TV tradicional empuja hacia horarios marginales para favorecer a productos turcos o brasileños, también funcionan exitosamente en las plataformas bajo demanda. Más allá de las audiencias que las ficciones nacionales cosechan en la pantalla clásica, la posibilidad de verlas cuando uno quiera y en el dispositivo que desee puede volverlas tan tentadoras y “exitosas” como muchas foráneas. Eso es lo que sucede con Un gallo para Esculapio y El maestro, las dos miniseries que por fuera de sus emisiones tradicionales (en Telefe, El Trece y TNT), alcanzaron altos niveles de reproducciones en Cablevisión Flow, la plataforma y app en la que ambas están disponibles. No sólo eso: también tuvieron la misma “voracidad” de consumo que se aprecia con las grandes series de Netflix, Hulu o Amazon Prime.

La (buena) ficción argentina tiene quién la vea. Si bien en la TV abierta las ficciones no alcanzan las cifras de audiencia de otra época (no hace más de 15 años), lo cierto es que limitar su “éxito” o “fracaso” en función de las cifras de audiencia que brinda Ibope es no comprender la manera en que se consumen las series en tiempos de plataformas on demand. ¿Cuántos “televidentes” ven su programa favorito “en vivo”, según los caprichos o estrategias de los programadores de TV abierta? ¿Por qué soportar retrasos en los comienzos de los capítulos, fumarse las interminables tandas comerciales, y comerse las uñas durante la espera semanal para poder ver el siguiente capítulo de la ficción que se sigue con fidelidad futbolera, cuando ahora la posibilidad de ver toda una temporada completa está al alcance de la mano, cuándo y cómo se quiera? Interrogantes que la TV abierta deberá resolver si no quiere transformarse en un aparato electrónico del siglo pasado.

Basta ver cómo les fue fuera de la pantalla tradicional a Un gallo para Esculapio y El maestro para entender que muchas veces el “bajo” rating que alcanzan en la TV de aire no siempre es producto de obras fallidas, sino más bien a que los usos y costumbres han cambiado definitivamente. De hecho, ambas series argentinas se ubican en Cablevisión Flow en los primeros puestos entre las elegidas por los clientes, superando incluso a  Game Of Thrones en esa cartera de clientes. Aunque se trata del análisis de visionado de una sola plataforma, no deja de ser un dato interesante a tener en cuenta a la hora de analizar la ficción nacional.

Según los datos a los que accedió PáginaI12, Un gallo... tuvo más de 1.410.000 mil capítulos vistos en Cablevisión Flow, que puso a disposición de sus clientes la totalidad de la serie luego del estreno del primer capítulo en Telefe, el 15 de agosto pasado. La cifra alcanza mayor dimensión cuando se la desagrega: en total, fueron 180 mil clientes del servicio on demand los que vieron la serie producida por Underground, consumiendo en promedio 140 mil episodios por semana, a razón de 20 mil reproducciones por día. Por su parte, El maestro alcanzó cifras similares: la serie de Pol–Ka alcanzó a 150 mil clientes, que reprodujeron 1.400.000 capítulos, a razón de 200 mil por semana y de 30 mil por día (estuvo disponible en septiembre). 

Claro que el análisis sería también sesgado si sólo se detiene en la cantidad de veces que se reprodujeron los episodios de las ficciones argentinas. ¿Generaron El maestro y Un gallo... el mismo afiebrado consumo que producen las series extranjeras disponibles en otras plataformas? ¿O, acaso, ver toda la temporada de una serie en lógica “maratón” es potestad de aquellas que se producen fronteras afuera y cuentan con un fluido boca a boca? Las ficciones argentinas disponibles íntegramente en una plataforma on demand, ¿se consumen vorazmente o por el momento sirven sólo como complemento o back up para aquellos que se perdieron algún episodio en al programación semanal de la TV abierta?

Al analizar la dinámica del consumo bajo demanda de El maestro y Un gallo..., también se percibe que la voracidad es su característica principal. La ficción protagonizada por Peter Lanzani y Luis Brandoni fue vista por 180 mil clientes, de los cuales el 70 por ciento vio más de dos episodios en continuado y el 45 por ciento del total vio la serie completa en las primeras dos semanas (la mitad en el lapso de una). En el caso de la ficción protagonizada por Julio Chávez, Inés Estévez y Carla Quevedo, el 68 por ciento de los 150 mil clientes que la vieron consumieron más de dos episodios seguidos, aunque aquí la tasa de fidelidad se redujo: sólo el 29 por ciento vieron la serie completa, de los cuales un tercio la consumió en menos de una semana. Números y hábitos que ponen en evidencia que la “serialitis” no es exclusividad de la TV producida en dólares o euros.