Empatados en 102 estaban San Antonio Spurs y Boston Celtics el viernes por la noche, cuando Emanuel Ginóbili tomó el rebote ofensivo en el aro rival a falta de 27 segundos para el final del partido. Sacó la pelota a media cancha, se la dio a su compañero y amigo Patrick Mills, quien se la devolvió. Pasaron cuatro segundos. El nacido en 1977 queda emparejado con Jayson Tatum, el novato sensación de Boston nacido en 1998 y se pondrá a hacer correr el reloj para que la próxima posesión, a cargo de Boston, cuente con el menor tiempo de ejecución posible. Mientras, el resto de los Spurs abren la cancha para que el argentino tenga espacio de maniobra. Quedan doce segundos de partido y llega la cortina de LaMarcus Aldridge, que Ginóbili aprovecha para cambiar de marca. Ahora, el que lo defiende es el interno dominicano Al Horford, más lento que Tatum, pero más alto y mejor bloqueador (promedia uno por encuentro en esta temporada). Veinte  veces picó el balón el número 20 de los Spurs antes de tomar su lanzamiento, vaya coincidencia. Todos con la mano derecha, como haciendo descansar a la zurda para lo que sería una intervención épica. Ya sólo quedaban nueve segundos cuando Manu deja de picarla, da unos pasos a su derecha para alejarse de los 2,08 metros del dominicano que intentaba tapar su lanzamiento, y saca su disparo. Exactamente dos segundos estuvo la pelota en el aire desde que salió de las manos de Ginóbili hasta que se metió en la red del aro. Triple para los Spurs, festejo medido con clásico puño izquierdo levantado de Ginóbili y ventaja de 105-102 ante los Celtics, el equipo que venía con el mejor record de victorias. Cinco segundos quedaban en el reloj para que intentaran empatarlo. Tiempo muerto pedido por el entrenador y la responsabilidad del tiro final iría para el candidato a jugador más valioso Kyrie Irving, que llevaba 36 puntos y seis triples anotados en la noche. Pero su décimo intento de larga distancia del encuentro bailaría sobre el aro y se iría afuera para que la victoria quedase para los Spurs.