Los Juegos Olímpicos de la Juventud 2018 son una gran puesta en escena. Estimulan negocios privados antes que a los propios deportes donde competirán unos 4 mil atletas menores de 18 años. Buenos Aires fue designada como sede el 4 de julio de 2013. Le ganó la votación en el COI a Medellín y Glasgow. Ya pasaron cuatro años y medio de aquella elección que dejó una certeza. Se conoce la extensa lista de los primeros beneficiarios: son empresas desarrolladoras que realizan las obras y tienen en común que la mayoría aportó dinero a la campaña presidencial de Mauricio Macri. Las preguntas sin respuesta superan con holgura esa única confirmación. 

¿Se gastarán los 2427 millones de pesos presupuestados para los Juegos en 2018 por el ministro de Modernización porteño, Andrés Freire? ¿Subirán los costos hasta 9000 millones de pesos como ya se especula? ¿Se terminará la infraestructura necesaria antes de que el evento comience el 6 de octubre próximo? ¿Qué porcentaje de viviendas destinadas a la villa olímpica serán asignadas a personas de bajos recursos? ¿Podrán ser habitadas cuando no se les realizó el tendido de gas por disposición del COI? ¿Seguirán cambiando de lugar determinadas disciplinas? ¿Se aprovechará el corredor olímpico con que la ciudad aspiraba a organizar los JJ.OO. de 2004? 

En un momento en que los fondos destinados al deporte están cuestionados por sospechas de corrupción, tráfico de influencias y en el mejor de los casos, subsidios mal otorgados, a los Olímpicos de la Juventud hay que mirarlos con lupa. No escapan a la lógica dispendiosa de sus Juegos mayores. En Londres 2012 se gastaron 19 mil millones de dólares contra los 6500 presupuestados. En Río de Janeiro 2016, según una investigación de la agencia AP, se pagaron algo más de 13 mil millones. Y para Tokio 2020 ya se duplicó la cifra inicial de 2013, 6600 millones. 

En un acto por los Juegos donde se colocaron los anillos olímpicos frente al Obelisco, el 5 de octubre pasado, el jefe de Gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, declaró: “Vamos a ser el centro de atención del mundo durante esas dos semanas y seguro que vamos a aprovechar esta oportunidad para demostrar de lo que somos capaces los argentinos”. A su turno habló Gerardo Werthein, el presidente del Comité Olímpico Argentino, quien elogió las obras: “El trabajo que ha hecho este gobierno para que la Villa Olímpica se pueda tener y se haya cristalizado como la obra más importante de la ciudad de Buenos Aires, con 131 mil metros cuadrados, más de 30 edificios y que esté en tiempo, en presupuesto y a valores competitivos del mercado mediante un mecanismo transparente de licitación con la participación de todos, es el mejor ejemplo de que las cosas se pueden hacer bien”.

Ernesto Rodríguez III es un periodista especializado en deportes olímpicos. Investigó los Juegos de la Juventud desde que Buenos Aires se impuso en la votación de Lausana, Suiza. Ahora refuta los argumentos de Rodríguez Larreta y Werthein: “No se requería construir casi nada, porque estos juegos no son como los de adultos. Se necesita menos infraestructura. El básquet, por ejemplo, se juega tres contra tres, en media cancha. La idea del corredor olímpico que pasara por el club Municipalidad, el Cenard, el Hípico Argentino, los bosques de Palermo y hasta Puerto Madero estaba en el plan original. Además, la Villa Olímpica es una estafa al estado”.

Con abundancia de datos, Rodríguez escribió documentados artículos en su blog Olímpicos Argentinos: “El monto que oficialmente se comprometió pagar el Estado de la CABA por las obras de construcción en el complejo de Villa Soldati es de 3.461.971.314 pesos, un incremento del 73 por ciento por sobre los 2.000.000.000 de pesos que había calculado Claudio Mónaco, el director de la obra, en febrero de 2016. Sin embargo, esto puede ser peor porque los expertos en finanzas públicas consideran que el verdadero total se conocerá al cerrar las cuentas de 2018, ya que se espera que varias de las licitaciones sufran aumentos extras por inflación, gastos no contemplados o cambios en el plan…”

La mayoría de las empresas beneficiadas con los trabajos de la Villa Olímpica tienen fluida relación con funcionarios del gobierno, aportaron a la campaña presidencial de Macri o integran la patria contratista. Está Criba SA, que levanta la torre más alta de Buenos Aires en Puerto Madero, en cuyo obrador se detectó trabajo en negro este año y que pagó 832 mil pesos a la Alianza Cambiemos en los comicios de 2015. La devolución de gentilezas llegó con una catarata de trabajos en la ciudad, entre los que se destacan dos bloques de viviendas en la Villa Olímpica, la construcción del estadio de gimnasia y dos de usos múltiples. Debería facturar por las cuatro licitaciones 750.706.226 pesos. 

La conocida Bricons, que realizó una parte del Metrobús y cuyo presidente, Mario Angel Raspagliesi, aportó una suma muy importante para la candidatura de Macri, se hizo con las obras de tres torres y 129 departamentos en el complejo deportivo de Soldati. Fue durante 2015, cuando el ahora Presidente de la Nación gobernaba la ciudad. Cunumi SA, constructora y empresa de mantenimiento, también dijo presente en los trabajos para los Juegos Olímpicos de la Juventud. En el pasado quedó salpicada por el caso Skanska, la multinacional sueca involucrada en una denuncia por pago de coimas durante el gobierno de Néstor Kirchner. Niro SA –que consiguió la obra más onerosa con el Pabellón C, donde estará el natatorio–, Conorvial, Telemetrix SA, Dycasa, UCSA, Salvatori SA y SES SA, del inefable amigo presidencial Nicolás Caputo, todas ligaron algo gracias al evento deportivo más importante que vivirá la ciudad el año próximo. 

No importa que el estadio de tenis Mary Terán de Weiss haya sido desechado como escenario olímpico por falta de mantenimiento o que nunca terminara de construirse su techo. Ni que todavía resulte incierto el escenario de disciplinas como el golf o el BMX. O que la construcción del natatorio principal haya sido concedida a la empresa Myrtha Pool, sospechada de ser favorecida por el ahora suspendido subsecretario de Deporte Orlando Moccagatta. Ni que las viviendas levantadas se entreguen como estaba previsto a habitantes de villas, inquilinos de bajos recursos o vecinos de la comuna 8 pero sin instalación de gas. EL COI no permitió que tuvieran ese tendido para evitar accidentes. Es porque sus primeros habitantes serán menores de edad: los atletas que competirán en los Juegos. 

Habrá que esperar para saber si las obras serán reutilizables después de que pasen los Juegos Olímpicos de la Juventud y una vez que se vendan a través de la banca privada. Son 28 torres y 1036 unidades de vivienda. Cuando queden vacías, después de dos semanas de competencias, sabremos si se llenarán de familias o se transformarán en una ciudad fantasma. Rodríguez Larreta confía en que no se repetirá lo que ocurrió en otras sedes olímpicas o de mundiales de fútbol. Mencionó los casos de Barcelona y Brasilia.

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