La estatua coreana de La niña de la paz, que homenajea a las llamadas “mujeres de consuelo”, quedó inaugurada este viernes en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires, en La Rural. “Es un símbolo de la memoria”, destacó a Página 12 el empresario Dante Choi, presidente de la Asociación Civil de Coreanos en Argentina. La estatua recuerda a las miles de mujeres que fueron esclavizadas sexualmente por el Imperio Japonés durante la Segunda Guerra Mundial. Es la primera vez que una réplica de la original, instalada en Seúl, capital de Corea del Sur, se exhibe en Latinoamérica. Integrantes de la colectividad coreana, con sus vestimentas coloridas típicas, acompañaron el histórico evento.

La estatua está pintada de dorado. Se la puede visitar en el stand 1705 del Pabellón Amarillo. Como informó este diario, originalmente iba a estar al aire libre, donde el año pasado estuvo ubicado un inflable de Mafalda. Pero el malestar que causó la noticia en la diplomacia japonesa, motivó el cambio de lugar a último momento.

“Hace justo 20 años, en 2005, siendo estudiante en Corea del Sur, visité por primera vez el museo de las mujeres esclavizadas sexualmente y las protestas que realizan las víctimas todos los miércoles frente a la Embajada de Japón en Seúl. En esa época, cuando le contaba a mis amigos o profesores en Argentina que estaba investigando sobre las “mujeres de consuelo”, nadie conocía el caso”, contó a este diario María del Pilar Álvarez, investigadora del Conicet, especialista en estudios coreanos. Álvarez estuvo seis años en Corea y su voz y sus trabajos escritos han sido clave para difundir esta historia en español.

“Cuando volví a Buenos Aires, me di cuenta de que las nuevas generaciones de coreanos-argentinos no estaban familiarizados con esta historia. Sin embargo, en los últimos años muchos jóvenes --y no tanto-- de la comunidad coreana se han acercado a esta problemática y mis alumnos suelen conocer la violencia a las que fueron sometidas las “mujeres de consuelo” por haber visto notas o videos en las redes sociales. Creo que este cambio que ha acompañado las transformaciones que hemos vividos en torno a los derechos de las mujeres ha tenido un impacto decisivo en la empatía que generan las víctimas de la esclavitud sexual de la Armada Imperial de Japón en nuestro país”, agregó Álvarez.

Poder inaugurar la estatua de la niña paz en el marco de un evento tan masivo y relevante como la Feria del Libro es para la investigadora “una muestra maravillosa” de cómo se ha legitimado la defensa de los derechos humanos de las mujeres y el repudio a todo tipo de violencia contra las mujeres. “Y creo que no es casualidad que Argentina, un símbolo de los derechos humanos, sea el primer país de América Latina en colocar esta estatua”, comentó.

Alvarez encabezó el acto de inauguración, en el que participaron Claudia Victoria Poblete Hlaczik, nieta restituida, y Paula Sansone, coordinadora de la Casa por la Identidad de la Abuelas de Plaza de Mayo. Ambas leyeron el texto que acompaña la estatua. “Es una figura que se hermana con otras luchadoras por los derechos como las Abuelas de Plaza de Mayo en Argentina, que hasta el presente buscan a sus nietos secuestrados junto a sus padres o nacidos durante el cautiverio de sus madres detenidas ilegalmente por las fuerzas de represión durante la dictadura iniciada en 1976. Las Abuelas argentinas como las del Asia Pacífico personifican la memoria histórica para que estas violencias no vuelvan a suceder Nunca Más”, dice un fragmento, escrito sobre el granito en el que se apoya la estatua. Luego, la presidenta de la Comisión de Derechos Humanos de la Legislatura porteña, Victoria Montenegro --también nieta recuperada-- expresó su apoyo a la búsqueda de la verdad. El acto finalizó con una palabras de Dante Choi, quien destacó que la estatua “es un símbolo de la paz y no del rencor ni la revancha”.

El Imperio Japonés las llamó “mujeres de consuelo” o “mujeres de confort”. Se estima que fueron entre 200 mil y 450 mujeres, la mayoría coreanas --muchas de ellas adolescentes--, pero también chinas, japonesas, filipinas, malayas, vietnamitas y holandesas. Por el testimonio de las pocas que llegaron a contar sus vivencias se sabe que tenían que “atender” a más de una docena de uniformados por día. Muchas de ellas no pudieron regresar a sus comunidades. Atravesadas por la guerra y la vergüenza, por los traumas de ese horror y la marginalidad, envejecieron lejos de sus familias, con sus vidas partidas.

En el mismo stand, se exhibe una muestra fotográfica que recupera el rostro de varias “mujeres de consuelo”, ya ancianas: son del fotógrafo japonés Yakima Tsukasa. Las fotografió en China, adonde fueron llevadas por ese sistema de trata, el más grande que haya existido en el marco de un conflicto armado contemporáneo. Ninguna de ellas pudo regresar a su hogar. A la fecha, no quedan sobrevivientes.

En la estatua, la vestimenta que lleva la niña es de aspecto común para las mujeres coreanas de la época de la Segunda Guerra Mundial. El talón desnudo simboliza la vergüenza y la soledad y el puño cerrado, la determinación de no renunciar durante una vida de humillación y de inestabilidad. El pájaro en un hombro, la libertad. La silla vacía es una invitación a sentarse y sentir empatía por el sufrimiento que atravesaron las “mujeres de consuelo”.

Como reveló Página 12, la estatua fue traída al país a partir de la iniciativa de Choi con la Asociación civil de los coreanos en la Argentina y la Fundación Man Young. Llegó en barco en 2022 pero quedó guardada desde entonces en un depósito del conurbano. Se había acordado con el gobierno de Alberto Fernández colocarla en el predio de la Casa por la Identidad de la Abuelas, en la exESMA, pero se frustró por presiones del gobierno nipón, que se ha negado a reconocer la explotación sexual promovida por el Imperio Japonés como un crimen perpetrado sistemáticamente. Ahora, estará por tres semanas en la Feria del Libro. Se desconoce aún si volverá a un depósito o si quedará definitivamente exhibida en alguna otra locación.