La literatura de Juan José Saer –"Juani", para muchos de sus amigos y lectores– resiste el paso del tiempo. A veinte años de su muerte, la 49° Feria Internacional del Libro realizará un homenaje al escritor santafesino en la Maratón de Lectura, este martes de 19 a 21.30 en Zona Futuro, ubicada en el Pabellón Amarillo del predio de La Rural. Mauricio Kartun, Cristina Banegas, Ingrid Pelicori, Martín Kohan, Paulo Ricci, Carlos Gamerro, Agustina Bazterrica, Florencia Abbate, Gloria Peirano, Gustavo Fontán, Rubén Szuchmacher, Nurit Kasztelan, Franco Torchia y Mariela Asensio, entre otros actores, directores de teatro, actrices, escritores y escritoras, leerán fragmentos de la obra del autor de Glosa.

Saer –que nació el 28 de junio de 1937 en Serodino (Santa Fe) y murió en París, el 11 de junio de 2005û fue uno de los escritores argentinos "más persistentes en su voluntad de experimentación y en la búsqueda de máxima intensidad poética", plantea Alejandra Rodríguez Ballester, coordinadora y curadora de la Maratón de Lectura. "A contrapelo de las corrientes de su época, cuando imperaba el realismo o el vanguardismo cortazariano, Saer emprendió un camino experimental, ligado al objetivismo francés, con otras influencias, como la de su maestro, el poeta litoraleño Juan L. Ortiz, o la de Jorge Luis Borges. En obras como Glosa, Cicatrices, El limonero real, El entenado, esa apuesta vanguardista se despliega en narraciones que transcurren de manera persistente en una zona semirrural, la región de su Serodino natal, Colastiné, la ciudad de Santa Fe y su entorno ribereño."

Carlos Gamerro leyó a Saer en la cátedra de Literatura Argentina en la Universidad de Buenos Aires. Beatriz Sarlo y María Teresa Gramuglio ponían mucho el énfasis en los procedimientos inspirados en el objetivismo francés. "Si Saer fuera sólo eso, la verdad es que no me interesaría demasiado", reconoce el escritor. "El Saer interesante es cuando se tensiona entre esa forma de escritura tan analítica, tan programática, con la creación de un mundo vivo, fuertemente referencial, la recreación de Santa Fe como un universo ficcional autónomo, inspirado obviamente en el condado de Yoknapatawpha de (William) Faulkner o la Santa María de (Juan Carlos) Onetti, con quienes tiene tantos vínculos". Gamerro eligió para leer un fragmento de El entenado, "un texto alucinatorio, casi como si Saer hubiera entrado en trance".

Gloria Peirano observa que el programa de escritura de Saer se articuló en la intersección de la narrativa y poesía. "Sus textos son la demostración de ese programa extendido a lo largo de su vida, con una conciencia de que lo real es inapresable y de que el lenguaje, por lo tanto, solo puede acecharlo. En este sentido, inventa un lenguaje, atado a una visión, que se ancla en una sintaxis singularísima, que da cuenta, precisamente, de la imposibilidad de narrar. Si bien en toda su obra el lector puede reconocer el Litoral, la ciudad de Santa Fe, el río, las islas, ese territorio se encuentra transfigurado en el lenguaje, atendiendo siempre a una suma de detalles móviles y fugaces", analiza Peirano y anticipa que leerá un fragmento de El limonero real porque le parece que refleja esa búsqueda estética.

Nurit Kasztelan va a leer un fragmento de "Sombras sobre un vidrio esmerilado", su cuento preferido. "Hace un par de años, yo reescribí ese cuento desde la perspectiva de Leopoldo y en la narración muestro cómo es espiado por Adelina. Hay una especie de triángulo amoroso entre Susana, su esposa y Adelina como concubina silenciosa que lo espía. Le puse 'La timidez de los árboles' porque habla de un fenómeno de la naturaleza que es que los árboles crecen juntos pero sin tocarse, como si se dieran espacio, y me servía para usar como metáfora y comparar el vínculo."

Florencia Abbate destaca que es uno de los escritores argentinos más importantes del siglo XX porque "inventó un mundo propio, cultivó un estilo, y siempre experimentó con las formas narrativas, especialmente con la temporalidad". Concluye Abbate: "No fue un escritor profesional sino un artista, que defendió una ética del arte por sobre los criterios del mercado. Su figura encarna un tipo de escritor para quien la fidelidad a sí mismo, a sus obsesiones y a su búsqueda creativa, es más importante que el éxito, los agentes y los premios literarios", reflexiona la escritora que leerá un fragmento de Glosa, que transcurre durante la última dictadura militar y cuenta el encuentro entre dos amigos: Tomatis y Leto. "Uno está deprimido y el otro, que se ha convertido en un militante guerrillero, lleva una pastilla de cianuro en un bolsillo. Por su extrañeza, creo que es una de las visiones más estremecedoras que hay en la literatura argentina acerca del impacto del terrorismo de Estado en la vida cotidiana", concluye Abbate.