A las reuniones de lingüística

Los que leéis estáis entre los vivos, pero yo, Enrico, quien escribe, escribo desde una región de sombras, la sombras que suele formular la verdad de un sueño. 

Pasará mucho tiempo para que los hombres que leen, los que razonan y piensan con cordura puedan ejercer algún poder que haga a la gente un poco más felices. Y entre muchos de los que lean, habrá quienes no crean en él. 

Estos últimos años han sido de desencanto y desengaño, pero el actual es de un subyacente terror. 

El mundo parece estar a un paso de una conflagración que no sería precisamente una nimiedad y nosotros en una suerte de caos encubierto del que se teme mucho despertar. 

Por de pronto, más allá de la ignorancia sustancial que distinguen a nuestros gobernantes, lo que se escucha son siempre las razones del poder y se niegan las razones a los que no lo tienen, que somos los que pueblan una nación. 

El poder ha comprendido que la ignorancia ha crecido exponencialmente y hace de eso su agosto. Sin tener filólogos y tampoco mucha inteligencia en sus filas crean algunas palabras que derivan de otras cuyo sentido es alterado en otro que implica una degradación. 

La más común es populismo, de connotación peyorativa propicia a las antiguas aristocracias, ahora sustituidas por mafias partidarias que negocian según sus intereses ya sean medios televisivos o partidarios políticos y lo peor, es que hasta aquellos que son damnificados le creen. 

Yo espero… quiero decir mi tiempo es el de la espera, digamos que algún día despertaremos, entretanto vivo mis circunstancias que son las comunes al pueblo y entretanto sueño. 

A mis años es poco lo que puedo hacer, dada mi situación corporal, por la cual debo ingerir algunos medicamentos, entre los cuales hay uno que tuvo efectos colaterales, porque me produce una picazón interna bastante molesta en todo el cuerpo. 

A veces me despierta esa molestia; anoche al volver a dormirme soñé que estaba en una habitación durmiendo y en plena medianoche me despertaba. Por una de las paredes descendían miles de hormigas que amenazaban con invadir la habitación. Despertaba a mi esposa y salíamos para fumigar la habitación. Eliminando a todas las hormigas, que formaron un montículo negro que recogíamos con una pala y las metíamos en las bolsas negras de basura. 

Después volvíamos a acostarnos y en el mismo sueño yo volvía a soñar esta vez con la muerte de Héctor a manos de Aquiles, que siempre deseé que no hubiese ocurrido. La angustia que me causaba hizo que me despertara, siempre en el sueño y veía una hormiga solitaria que había sobrevivido y yo sonreía, porque me daba cuenta de que el sueño proyectaba la molestia de mi urticaria en hormigas. 

Aquiles reaparecía con la armadura negra propia de él y de su ejército, de los Mirmidones (los hombres hormigas como los llamaban) y penetraba en Troya. 

Desperté y esta vez totalmente y curiosamente mi picazón habitual se había atenuado casi hasta desaparecer. Pensé en la incidencia del inconsciente y en la verdad criptografiada o estenografiada en el sueño y en otras consideraciones que no transcribiré. 

Doy por sentado que muchos lectores han vivido o soñado circunstancias parecidas… y han inferido que siempre es relativa la palabra libertad. De hecho, en el sueño no lo somos, pero basta el dictado de la ley, para señalar que no podemos hacer lo que queremos. 

Pero, yendo más allá, no pude dejar de pensar en la palabra servus, siervo, que compromete a la palabra liber, máxime cuando liber en latín como eleutheros en griego derivados de la misma raíz significan no tanto libre como nacimiento legítimo, consagrando la pertenencia a una fracción social, la de los amos. En suma, liber es un nombre del amo frente a servus el esclavo. 

Pensé en la dialéctica de la lógica Hegeliana del amo y el esclavo. El amo es libre porque se ha jugado la vida para serlo y el esclavo, el que prefiere perder la libertad para sobrevivir. 

El tema es arduo, si admitimos estas cualidades en la oposición debemos admitir que nuestros conceptos nacen por comparación; lo fuerte se determina en relación con lo débil, pero de este modo el vocablo que aparentemente designa a la vez lo fuerte y lo débil, no designa ni lo uno ni lo otro sino la relación entre ambos. Le es pertinente la categoría de la fuerza con sus diversos grados. 

Podríamos retomar que desde Platón la filosofía se confronta con el problema del juicio. El más simple es el de atribución: La tierra es redonda (A es B); a menos que digamos la tierra es la tierra ateniéndonos al principio de identidad, la atribución rompe con este principio. Eso nos dice Heráclito. 

Platón expone otro problema. Hay que explicar que A es B y se suscita otro problema. La tierra es más chica que Saturno (A es menor que B). El juicio de atribución da una propiedad a un sujeto, pero ser más pequeño que… ¿puede ser asimilado a una propiedad? Es difícil porque B también es un sujeto y si ser más pequeño es una propiedad de A, también más grande es una propiedad de A. 

Por ejemplo. La tierra es más grande que Venus, luego, si trato las relaciones como atributos, fallo al principio de no contradicción puesto que atribuyo contradicciones al mismo sujeto A es más chico y más grande. El concepto de A contiene propiedades, pero que contenga otros seres no parece posible. En suma, la atribución pone en cuestión la identidad y la relación pone en cuestión el principio de no contradicción. 

Platón asume que la relación no depende de los términos… Leibniz dice que el principio de relación puede reducirse al de atribución para lo cual es necesario que cada concepto real contenga todos los otros conceptos (A contiene a B, a C, a D,… a Z). Las relaciones serán interiores a los términos, a los conceptos y no sólo a los a los presente sino a los pasados y futuros. 

En suma, cada concepto de un ser real debe expresar la totalidad del mundo y podríamos seguir, por suerte aparecen Hume y aclara que las relaciones son exteriores a sus términos, son exterioridades. Entre A y B hay relaciones, no son cosas, son entre dos y luego Peirce que nos aclara (El Simposio de Platón de por medio) la terceridad. 

Habría mucho más para aclarar, solo que me interesa observar que hablamos sin tener conciencia de que en nuestro decir subyace todo lo que le concierne y compromete al mundo que desarrollamos, al mundo interno y externo. 

Lo fundamental es precisar, analizar, incluso replantear lo que decimos, que la mar de las veces nos encuentra sosteniendo algo que jamás llevaríamos a cabo, solamente es el primigenio goce de hablar. 

En el sueño siempre algo nos habla más allá de nosotros mismos. Freud en la Interpretación de los sueños exponía la tesis general de que el sueño no conoce el no, pero en el mismo libro aclara: “Dije antes que el sueño no tenía ningún medio para expresar la relación de contradicción, de lo contrario, del no… no es absolutamente así". Luego se extiende en las categorías de lo inverso, lo contrario "No lograr hacer algo en el sueño es la expresión de la contradicción, del no”. 

Más allá de los relatos que nos hacemos, me levanto al amanecer y me asomo a la ventana por donde lo que no soy se hace mundo. Siento que es real lo que veo, lo real que me circunda de tal modo que es también mi alrededor imaginario, ya que veo bandadas y nubes y un cielo azul que sólo es azul por un ardid de mis sentidos acostumbrados.