Siempre fui un chico de computadora, nací en el año ’96 y en casa ya había una. 
Cuando mi abuela venía de visita y se quedaba a dormir, yo solía acostarme en un sillón floreado detrás suyo y la espiaba medio dormido mientras ella jugaba al solitario en una Windows ’98. Se quedaba hasta altas horas de la madrugada, yo no podía seguirle el ritmo pero varias veces llegué a ver lo que pasaba cuando ganaba una partida: cascadas de cartas y lluvia de colores. Quedarme dormido sin ver ese show fantástico era algo que me entristecía mucho. Así fue cómo descubrí la intimidad de una persona con un videojuego.

En los 2000 mi viejo despertó a cierto interés por la computación, se la pasaba instalando cosas todo el día y hasta incluso se hacía el tiempo para reparar las computadoras de algunos vecinos y amigos de la familia. Una serie de conceptos como “pantalla azul”, “drivers” y “RAM” empezaban a aparecer en el runrún de la casa y yo, sin entender del todo, lo seguía muy de cerca. “Mario me dio esta CPU que iba a tirar…” o “Encontré esta placa en la vereda y va justo con el gabinete que tengo en el garaje” eran clásicos comentarios de mi papá. 

Así fue como, para el 2005, en casa no había una sino siete computadoras.

La pieza del fondo, que había sido la pieza de mi tío durante su adolescencia, pasó a ser nuestro propio ciber familiar. Todas las computadoras tenían red local y varios juegos multijugador, la mayoría de tiros y autos. Era común ver a mis tíos cayendo al asado con una CPU, un teclado, un mouse; a veces llegaban a ser diez jugando a la vez.
Sin embargo, los mejores momentos para mí eran cuando jugaba solo.

Frente al monitor también fueron mis primeros momentos de escuchar música detenidamente. ¡La música de Los Sims 1! ¡Impresionante! ¡No lo podía creer! 
Había de todo: rock, bossa, jazz, clásico, country. A veces ni siquiera jugaba; me bastaba con quedarme escuchando la música del juego. Me la pasaba silbando esas canciones en el colegio, en la plaza. No era el juego, sino la música lo que me retenía. Sin embargo la música de Los Sims 1 era un poco impersonal y poco “humana”, por así decirlo. Básicamente era Muzak instrumental con muy buenos arreglos y composiciones. Fue recién cuando jugué al GTA que descubrí la música popular, más precisamente el GTA Vice City.
La música que sonaba cuando te subías a un auto era un mundo nuevo para mí. Esta vez había voces, letras, estilos, canciones. Había algo real.

El GTA Vice City está ambientado en el Miami de los años ’80: calor, palmeras, falopa, camisas inquietas y luces de neón. La música del juego potenciaba esta escena: Toto, Kate Bush, Michael Jackson (!!!), INXS, Megadeth, Judas Priest, Gary Numan, incluso Tito Puente y Mongo Santamaría ambientaban las peripecias del juego.

Miami no era una ciudad como cualquier otra para mí; ahí vivía ahora mi abuela, la que jugaba al solitario, junto a/con mi abuelo. Después de varios emprendimientos frustrados por la crisis del 2001 terminaron aceptando una oferta laboral muy prometedora en esa ciudad tropical. (Suena “Mambo Mucho Mambo” de Machito & Afro Cubans).

Fue en una de las esporádicas visitas a Argentina de alguno de mis abuelos (a veces venía sólo uno para evitar pagar dos pasajes) en que mis padres decidieron irracionalmente comprar una Nintendo Wii.

Jugar a la Wii implicaba una ceremonia especial: correr los sillones del comedor, guardar las fotos y los souvenires del living para que estén a salvo, y una breve sesión de precalentamiento; para mi familia y para mí esta era nuestra rutina de ejercicio semanal. Golf, tenis, béisbol y bowling eran los que más se jugaban.
Entre el surtido de juegos deportivos, la consola traía una edición especial del Rock Band de Los Beatles; una rareza producto del lanzamiento de esta de nueva versión. El Rock Band era un juego al estilo Guitar Hero donde simulabas ser el integrante de una banda, se jugaba como el Just Dance pero con notas en vez de pasos de baile. En este caso las opciones eran ser Paul, John, George o Ringo. Hasta ese momento, alguno de estos nombres me sonaban, pero ni siquiera estaba al tanto de que fueran parte de la misma banda.

Jugaba con una guitarra de plástico que tenía cuatro botones en el mástil y una manija en el centro, ponía la tele a todo volumen y tocaba diez o quince temas al hilo, sólo interrumpido por las burlas de mi papá, que odiaba a Los Beatles y me lo recordaba a diario. Aún así, para mí era imposible ignorar el poder de esa música.

Como no había CDs de Los Beatles en casa, para escuchar estas canciones que me obsesionaban tenía que jugar con precisión, una nota en falso o un rasgido a destiempo me arruinaban la experiencia por completo. Cuando tocaba la guitarra en I Want You (She’s So Heavy) sonaba real, el plástico vibraba mientras se me acalambraban los dedos intentando no pifiar durante el tedioso arpegio en Re menor.
Tocar el bajo en Come Together o Something ejercitaba mis manos y mis fantasías. Así empezaba a conocer satisfacciones y frustraciones que, sin saberlo, más adelante serían parte de mi cotidiano como músico.

En cuestión de meses, poco antes de cumplir 15 años, me encontré con todos los niveles del juego completados; la guitarra de plástico empezó a verse más como un joystick que como un instrumento y los temas de Los Beatles ya no representaban un desafío. Desde la pieza del fondo, el ciber, una guitarra abandonada por mi tío, empezó a llamar mi atención. La agarré en un impulso valiente e ingenuo con la intención de tocar Here Comes The Sun, como tantas otras veces. De pronto, me golpeó una revelación: “Claro, no me sé las notas".

Lucas Difonzo Nació en Ituzaingó en 1996 y se crio en Castelar. Desde allí mismo, en su cuarto de la infancia, compuso su primer disco Zugzwang (2015) y lo presentó bajo el nombre de Fonso. Ese fue el puntapié inicial de su carrera musical, definida por el lanzamiento de Some Plays (2017), su participación en la banda Mansibal y la fundación del dúo de producción musical Uyuyuy. En 2018 se mudó a Berlín y surgieron sus álbumes Anmeldung (2019) y Wedding (2020). Hoy lidera el proyecto Fonso y Las Paritarias, y se desempeña como productor musical y editor audiovisual.