El rechazo en el Senado a la ley de Ficha Limpia dinamitó los puentes entre el PRO y los libertarios. “Este Gobierno defraudó a todos los argentinos”, reprochó Mauricio Macri. La jugada —diseñada para proscribir a Cristina Fernández de Kirchner— se convirtió en un boomerang que dejó al PRO sin bandera y sin victoria. El macrismo apostaba a una demostración de fuerza en su bastión histórico para negociar candidaturas en la provincia de Buenos Aires y en las listas nacionales, pero la escalada con el oficialismo y la fragmentación de la oferta de derecha le jugaron en contra. “A Macri solo le queda capacidad de daño, lo que mejor sabe administrar”, anticipó un diputado libertario, en la antesala de lo que la Casa Rosada calificó como una “operación del PRO para salvar la elección en CABA”: la filtración de un presunto acuerdo de casta entre Javier Milei y el dirigente misionero Carlos Rovira. “No se dejen psicopatear con la mentira de Ficha Limpia”, dijo el Presidente durante un acto de campaña junto a Manuel Adorni.
El episodio dejó al descubierto la decisión del Gobierno de sellar un pacto con Rovira —el histórico cacique misionero— para hacer caer la ley emblema del macrismo y evitar que Silvia Lospennato capitalizara un triunfo legislativo en plena campaña. Rápido de reflejos, Macri pegó donde más duele y sembró dudas: “Esto así, de golpe, no puede haber pasado. El Gobierno es el único responsable”, lanzó en televisión. Poco después, periodistas locales filtraron que fue el propio Milei quien llamó a Rovira para pedir el voto negativo de los senadores misioneros. El dato escaló a medios nacionales y en Balcarce 50 acusaron al PRO de armar la operación.
Una vez más, el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, salió a desmentir los rumores: “Salen noticias que son ridículas. Como la última que he leído, que es una operación clara: que el Presidente le habría pedido a Rovira que no voten la ley. Absoluta mentira”, afirmó en Radio Rivadavia. Para despejar dudas, agregó: “El Presidente no tiene contacto con Rovira. Ni siquiera tiene el teléfono. Se lo pregunté y me dijo: ‘No hablé nunca con Rovira. No tengo el teléfono siquiera’. Con lo cual, eso es una falsedad total”.
En las últimas horas, un informe de la consultora Ad Hoc reveló que Ficha Limpia tuvo su pico de conversación digital el jueves 8 de mayo, con más de 354 mil menciones en 24 horas. El evento superó incluso al veto presidencial al aumento jubilatorio y arrastró una negatividad del 81% hacia Milei. Los datos encendieron alarmas en la Casa Rosada, que suele seguir con más atención el termómetro de las redes que la conflictividad social en las calles. Por eso, salieron rápidamente a despegarse de cualquier pacto para proteger a Cristina. Primero responsabilizaron a Sergio Massa; luego al kirchnerismo, y finalmente Milei descargó su furia contra el PRO.
El Presidente eligió el canal de streaming Carajo para sobreactuar su enojo y evitó cuestionar a los senadores misioneros que supuestamente lo habían traicionado. “No estaban los votos, fue todo una operación mediática teñida de amarillo”, dijo en una transmisión maratónica junto a Daniel Parisini —“el Gordo Dan”— y Manuel Adorni, que duró más de seis horas. Milei y Parisini se jactaron de haber protagonizado “la entrevista más larga de la historia”, que paradójicamente se dio en un canal financiado por inversores vinculados al poder misionero, entre ellos Augusto Marini, amigo de la familia Rovira.
Ayer por la tarde, Milei volvió a la carga: “No se dejen psicopatear con la mentira de Ficha Limpia. Hace 17 años que están acá y nunca la impulsaron”, repitió en un acto junto a Adorni. “Tenemos un gran desafío: llevar el modelo de la libertad a la Ciudad, donde no quieren bajar el gasto público. Quieren la agenda socialista, con ingreso universal y tasas subsidiadas. Eso es inflación”, gritó, visiblemente exaltado. “No hicieron nada cuando fueron gobierno porque decían que no tenían mayorías legislativas, ¡y tenían más que nosotros!”, remató. La estocada final no dejó dudas sobre el blanco de su ataque: “No tomen copias baratas, a los mentirosos, a los que quieren perseguir las redes sociales”.
El enfrentamiento se da a solo diez días de las elecciones y reabre un interrogante clave: cómo será el vínculo entre el oficialismo y sus aliados después del 18 de mayo, sobre todo en el Congreso y qué impacto tendrá para gobernabilidad. Un diputado libertario lo resumió ante Página/12: “Ahora a esperar el vuelto”. Y agregó: “Si algo sabe administrar Mauricio Macri, es capacidad de daño”. La misma fuente advirtió que la interna recrudecida podría derivar en una ruptura del PRO en Diputados, donde reina la desconfianza. El bloque amarillo cuenta con 35 legisladores, pero una docena responde a Patricia Bullrich y seguirá apoyando al Gobierno a cualquier costo. “Los primeros indicios los podríamos tener con la comisión investigadora”, adelantó.
Las últimas horas mostraron a un Macri desgastado. El expresidente asumió públicamente una derrota anticipada: “Lamentablemente, con esta división, tiene más de ganar Santoro que nosotros”, reconoció en una entrevista televisiva, dejando entrever que la pulseada por la hegemonía del espacio lo encuentra agotado y sin relato. A su lado, Silvia Lospennato —la candidata que aceptó jugar en cancha inclinada— intentó mantener la épica: “Yo me tengo fe”. La escena expone el vacío de poder que atraviesa al macrismo.
“Kirchnerismo o libertad” es el eslogan con el que La Libertad Avanza busca disputarle al PRO la hegemonía de la Ciudad. La pieza fue diseñada por Tomás Vidal —asesor de la agencia Move, donde Santiago Caputo forjó su carrera— y resuena como un principio de revelación para Macri, que suele repetir que “el Gobierno se equivoca de adversario” cuando ataca al PRO. Pero lo que Macri interpreta como error es, en realidad, uno de los pilares de la estrategia del triángulo de hierro: la batalla es contra el kirchnerismo, porque al PRO ya lo consideran propio.
En medio de internas ajenas, cerca del candidato Leandro Santoro prefieren ser cautos. Si bien encabeza la mayoría de las encuestas, advierten que una eventual caída de Silvia Lospennato podría alterar el tablero. “Empezó a crecer Adorni, es voto estratégico”, explicó a este diario un consultor que sigue de cerca la campaña porteña. Según su análisis, el candidato de Es Ahora Buenos Aires enfrenta algunas fugas hacia otras expresiones de voto opositor que, sin ser mayoritarias, podrían afectar la performance general: desde Lucía Levi, que canaliza una agenda progresista con base estudiantil, hasta Horacio Rodríguez Larreta, sin olvidar a los peronistas disidentes como Juan Manuel Abal Medina o el morenista Jorge Kim. “Todo es voto anti K”, sintetiza. Incluso una gran elección en Caba complicará al peronismo en la provincia de Buenos Aires adelanta "se van aliar como sea".
Provincia de Buenos Aires: la madre de las batallas
“Esto ha complejizado mucho el diálogo por un acuerdo en la provincia de Buenos Aires. Yo esperaba que el Presidente pidiera perdón, que dijera ‘nos salió mal’ y que iban a buscar responsables. Pero no”, dijo el líder del PRO, sembrando dudas sobre el futuro del entendimiento bonaerense. En la Casa Rosada, sin embargo, descuentan que “el acuerdo se va a dar inevitablemente”, aunque no en los términos que imagina el expresidente. “Es el primer tiempo de Javier Milei”, repite Santiago Caputo cada vez que quiere bajarle el precio a Macri.
Desde el triángulo de hierro aclaran que “la búsqueda de acuerdos seguirá adelante”, pero con otros interlocutores: Cristian Ritondo, Diego Santilli y Guillermo Montenegro. No necesitan a Macri. El pragmatismo manda. Si los libertarios quieren hacer una buena elección y enfrentar al peronismo, deberán aliarse como sea. “El que divide, pierde”, advierte un armador bonaerense, y anticipa que el día después del 18 de mayo se reordenará el panorama. “El peronismo y el antiperonismo pueden hacer una elección pareja, pero la clave es no fragmentar la oferta”, concluye.