Hay muchos que se incomodan con la noción de caridad como la practica históricamente la iglesia católica, porque termina asociada con la beneficiencia, acciones paliativas que nunca cuestionan la desigualdad social. Como escribió Eduardo Galeano, "la mano que da siempre está arriba de la mano que recibe".

Pero hace veinticuatro años que en Mar del Plata la iglesia lleva adelante la “Noche de la Caridad”, un servicio pastoral destinado a las personas que están en situación de calle, atendiendo situaciones de las que debería encargarse el Estado. Y en ese accionar organizado y sostenido, la caridad toma otro cariz.

El padre Héctor “Chobi” integra el grupo de Curas de Villas y Barrios Populares que se referencia con la tarea que llevó adelante en las villas de CABA el padre Carlos Mugica, en el obispo Angelelli y en el recientemente santificado San Oscar Romero. El padre está al frente de la iniciativa desde sus comienzos. “En la crisis de 2001, luego de que un cura con un grupo de jóvenes acompañaron a los abuelos que hacían colas larguísimas en los bancos en el frío marplatense, tomamos esa iniciativa y se nos ocurrió salir por las noches con algún sanguchito y algo caliente. Un par de años después llegábamos a cocinar cuatrocientas viandas diarias con comida caliente, para los hermanos en situación de calle, incluyendo a algunas familias que estaban en viviendas muy precarias. Desde ese momento nunca nos detuvimos". 

"Hoy somos diecinueve parroquias involucradas y seguimos recorriendo las calles las trescientos sesenta y cinco noches del año. Actualmente cocinamos unas doscientas veinte viandas, que lamentablemente están creciendo cada noche. Somos más de trescientos voluntarios comprometidos en atender a Cristo en el rostro de los hermanos más pobres y marginados, porque entendemos que ahí verdaderamente está El. Como nos lo ha dicho hasta su último día el Papa Francisco siguiendo las enseñanzas de San Francisco de Asís, el centro del Evangelio son los pobres. Porque nadie puede salvarse solo, se necesita una comunidad que nos sostenga, que nos ayude y en la que nos ayudemos unos a otros a mirar hacia delante. Nosotros decimos que somos una iglesia en salida, estamos en la calle con los descartados, los más rotos, recibiendo la vida como viene y poniendo el cuerpo. Hace cuatro años el Papa nos envió un video de agradecimiento al enterarse de lo que hacíamos”.

Hasta hace diez años, había muchas acciones municipales que permitían contener la problemática. Se atendía a la gente en situación de calle y se generaban programas comunitarios, culturales y educativos en los barrios, que evitaban que el número se incrementara. Pero las sucesivas administraciones los fueron dejando de lado.

“La cosa se puso muy complicada durante la pandemia. En ese momento propusimos un sistema de padrinazgo, y muchos feligreses nos acompañaron. Alquilamos seis hoteles entre mayo y setiembre del 2022, y alojamos ciento cuarenta y cinco personas, incluyendo un equipo de profesionales para atenderlos. Todo a cargo de la iglesia, como la comida que siempre hemos cocinado, sin ningún apoyo estatal. Con los ahorros que pudieron hacer de sus changas como cartoneros o trapitos, la gran mayoría llegó a alquilarse algo y salieron adelante. Pero todo vuelve a recomenzar, nuestro sistema social es una fábrica de hacer pobres, alguien tiene que decirlo". 

"Hoy estamos viviendo una mayor exclusión, discriminación y criminalización de la pobreza. Y tenemos antecedentes de mucha gravedad. Por ejemplo, en 2016 y 2017 tuvimos trece muertes por frío y hambre en nuestra ciudad. En ese momento hicimos una gran misa en la terminal ferroautomotora visibilizando el problema. La municipalidad amagó creando un parador en la Laguna de los Padres, que finalmente casi no se utilizó porque se inundó. Y todo quedó igual que antes”.

“Cada noche, lugar por lugar, recorremos las calles del centro y ahora también los barrios. Este es el nuevo fenómeno, la gente se va para la periferia porque allí no los persiguen, pareciera que lo único que le importa al municipio es ocultar su existencia. Se trata de poner en juego más ternura en nuestra mirada, de reconocer a nuestros hermanos, no de estigmatizarlos. Saber sus nombres, conocer lo que les ha pasado y como se sienten ante las tremendas situaciones que viven diariamente. No son fisuras como livianamente los llama el intendente Montenegro. Algunos pocos viven en pensiones, la mayoría de ellos duermen cubiertos con cartones. Son trapitos, vendedores ambulantes, otros mendigan o simplemente deambulan. Casi todos hombres, los hay mayores y también jóvenes, casi no hay niños, y muy pocas son mujeres. Muchos tienen problemas de consumo de sustancias o de alcohol". 

"Desde los Hogares de Cristo los acompañamos: en el Barrio Belgrano tenemos el Hogar Carlos Mugica donde los recibimos cada día con un abrazo, y para quienes quieren recuperarse de las adicciones y reengancharse en un proyecto de vida tenemos un Centro de Medio Camino y un Hogar Granja con un enfoque integral. Pero nada parece alcanzar, porque el problema se está acrecentando. Además, ahora es mucho peor porque la municipalidad no solo no los asiste, sino que los maltrata y los persigue con la patrulla que creó hace poco. Nosotros les proveemos frazadas y otros elementos básicos, y se los sacan. Eso no puede ser, son personas, no tienen por qué humillar lo que pueda quedarles de dignidad. Así no debería actuar el Estado. Porque encima, luego de ser violentados, muchas veces se generan respuestas violentas de parte de quienes son humillados, y el conflicto se agrava.”

El filósofo congoleño Achille Mbembe acuñó la noción de necropolítica para referirse a aquellas iniciativas de los dueños del poder que tienden a humillar, denigrar, incluso eliminar físicamente a sectores de la población. Lamentablemente, algunos creen que eso les dará votos en las próximas elecciones y dan rienda suelta a sus instintos más primarios. Otros, en cambio, creen que los pueblos no se suicidan, y que en algún momento harán tronar el escarmiento.

El padre Chobi amplía su mirada y hace pensar en el valor de la justicia social: “Nuestro compromiso no se limita solamente a ofrecer asistencia inmediata como un plato de comida o un lugar de refugio, sino que busca abordar las causas estructurales que perpetúan estas desigualdades, el desempleo, la precarización laboral, la ausencia de políticas habitacionales efectivas, la falta de una atención integral a la salud y el aumento del consumo de drogas sin políticas eficaces de control, prevención y asistencia. Nos preocupa profundamente que las respuestas sean insuficientes y que muchas veces adopten un enfoque que prioriza la represión y el desalojo por encima de la escucha y del cuidado. Esta mirada debe ser transformada para avanzar hacia políticas públicas que verdaderamente promuevan la inclusión y reconozcan a cada persona como sujeto de derecho. Mar del Plata necesita un pacto social que coloque a los más vulnerables en el centro de las prioridades, desplazando la indiferencia y rechazando la violencia institucional como respuesta a la pobreza”.

En la última semana, el intendente Guillermo Montenegro tuvo que ir a declarar ante el Juez Juan Francisco Tapia por una denuncia que presentó la Comisión Provincial de la Memoria mostrando una serie de delitos cometidos por la patrulla municipal. Obviamente, negó y minimizó lo que ocurre cada noche. Parece que se ha olvidado de aquellas épocas cuando él se desempeñaba como juez.

Mientras tanto, en Mar del Plata todos saben que mientras haya alguien en situación de calle cuando haya caído el sol, la Noche de la Caridad no dejará de arrimarle una oreja y un plato de comida, sin dejar de plantear las cuestiones de fondo.