No sé cómo se llama mi fe. No es religiosa, es la fe que me asalta cuando, en los momentos duros de este país, y viví varios, surfeo por lo que no se dice y trato de entenderlo y de intentar comunicarlo.

Creo en los símbolos y en las señales. De todo tipo. Quizá no sea una fe sino un trastorno. Pero me aferro a los pálpitos y los ecos. A las conexiones y los paralelos. A las paradojas y los síntoma