A veces me gustaría sólo escribir ficción y poder pensar otras historias que no tengan que ver con los golpes y la muerte. Pero para las personas de nuestra comunidad parecen ser dos cuestiones que están siempre presentes.

Sabrina, Carolina y Laura son tres travestis que entrevisté para preguntarles sobre la actualidad de la comunidad trans en la conmemoración del Día Internacional de lucha contra el Homo, Lesbo y Trans odio.

Nos separan 35 años desde que se quitara del libro de enfermedades mentales a la homosexualidad. Nos separa mucha historia en el mundo y en nuestro país también. Casi los mismos años que lleva de existencia la marcha del orgullo en Argentina.

El pasado no dejó de pasar. Hoy el Presidente habilita a la población a erradicar por mano propia a los desviados. 

Caro, Sabrina y Laura son tres vidas signadas por el odio al cuerpo travesti trans. Laura Moyano, es una platense que hace diez años vivió un intento de travesticidio. Hace un mes se realizó el juicio por jurados y al único imputado por la causa, no lograron que la pena fuera por razones de odio a la identidad de género. Caro Juarez, es una travesti que se encuentra detenida en la Unidad Penal N 44 de Batán en el pabellón trans, imputada por un supuesto ejercicio del proxenetismo. Y Sabrina Bölke, poeta e investigadora de la comunidad trans en el período de la última dictadura cívico militar. Y hace más de un año fue violada y torturada en su domicilio por un grupo que dejó la inscripción de Viva La Libertad Carajo.

“Después de mi ataque, mi vida no es normal. Yo creo que ninguna vida es normal después de la tortura. Hay un lugar muy complejo que es el de poder salir de la tortura. La vida te cambia radicalmente después de eso. Recuerdo que cuando yo entré a mi casa ese 5 de marzo estaba escuchando música en mis auriculares, cuando recibo uno de los primeros golpes. Entré a mi casa y me toman por la espalda, pierdo los auriculares y todo se vuelve muy difícil de recordar. Hoy me pasa que escuchando música con auriculares muchas veces tengo el reflejo de que me van a volver a atacar. No es fácil volver a la vida. Yo creo que esto cambió muchísimo las reglas del juego democrático”

Sabrina comienza a contarme parte de lo sucedido ese 5 de marzo del 2024. También le pido que me cuente sobre su investigación cuando fuera trabajadora de la Secretaría de Derechos Humanos: “Si vos eras una persona homosexual pero que podías ser simpatizante del régimen no había un encono particular. Pero si obviamente colaborabas con una resistencia política del campo popular obvio que ibas a ser sujeto de persecución política, desaparición y tortura mediante”. 

También me relata que en la dictadura lo que se buscaba era erradicar el fantasma del comunismo. El enemigo interno, el peronismo y la tendencia revolucionaria. Inclusive el peronismo de la ortodoxia por ahí hacía más hincapié en la cuestión homosexual que la propia dictadura cívico militar. En revistas como El Caudillo, daba un manual de cómo tratar públicamente a una persona LGBT.” 

Obviamente el pasado se mezcla con el presente y allí es donde Sabrina piensa que se ha roto con el pacto democrático de 1985. “En el fondo lo que hacen es habilitar la destrucción de las personas LGBT a manos de lo que ellos construyen mediáticamente como la figura del argentino de bien. Eso es algo que en la dictadura cívico militar no ocurría. Era el estado yéndote a buscar, entrando a tu casa, secuestrándote, desapareciéndote y robándote los bienes, robándose los bebés, torturando y desapareciendo personas. Esta vez no, esta vez es el pueblo al que llaman a que interceda como brazo tercerizado de la violencia. No es menor, es difícil y nos encontramos en un momento gris de la democracia”.

Laura Moyano hace diez años estaba cuidando un departamento de una amiga. Conoce a un joven con el que termina teniendo un encuentro sexual. Era el 23 de diciembre y ese día ella se iba a la casa de sus padres para pasar las fiestas. Le tocan el timbre a la noche y se trataba de esa misma persona que volvía al departamento junto a otro hombre. Y luego el relato de lo que vino después: los golpes en el piso al grito de “matá a ese puto”

Aunque el jurado no haya dicho que el intento de homicidio haya sido por odio a su identidad de género, Laura cree que fue muy importante poder estar frente al jurado y contar su verdad: “Tenía que tratar de estar aplomada porque en este proceso que me llevó diez años, mientras estaba sentada ahí se me activaban algunos recuerdos que tenían que ver con mi pelea para que la obra social me reconociera una operación, las esperas en los médicos, las rehabilitaciones físicas, los cambios de los abogados”. 

Laura me insiste sobre su declaración ante la justicia. “Soy como una fotografía de las tantas fotografías de las que pueden dar testimonio porque están vivas. Porque testimoniar es hablar en vida y no de sobrevivir, porque si no el poder lo tiene el otro, el que eligió o que no se animó a dejarte sin vida. Entonces ese poder yo ya no se lo quiero dar”. Laura me cuenta también lo que significa mirarse en el espejo con todas las marcas, las secuelas de los golpes, de las cicatrices, las puñaladas y las asimetrías. En el año 2018 fue retratada por la artista Andrea Pasut en su proyecto Identikit.

Integrantes de la asamblea mostri, antifacista y antirracista de Mar del Plata me ponen en contacto con Caro Juárez. Hace cinco meses está detenida en el pabellón trans de la Unidad 44 de Batán. Lxs integrantes de la comisión “apañe” de la asamblea son hasta ahora las únicas personas que se han interesado en la situación de Caro. Me llegan mensajes de pedidos de: mochila, un mantel y ropa para “una cumpa de Batán”. Ese mismo día puedo hablar con Caro. Me muestra el túper donde tiene la comida que no comió porque está en mal estado. Nada nuevo para quienes sabemos de la situación de las personas en los penales. 

Igualmente me dice que está contenta porque puede hacer talleres y está yendo a la escuela para poder terminar la educación secundaria. Me envía un archivo que certifica que está cursando el tercer año de Bachiller en Ciencias Sociales. Pienso una vez más la situación de tener que dar pruebas de lo que somos. En los portales de policiales, la noticia cuenta que un fiscal de la costa se infiltró para la causa donde se la acusa de “promoción y facilitación de la prostitución de menores de 18 años”. Lo sorprendente es que, con tremendo operativo, solo hay una detenida y justamente se trata de una persona trans. “Yo a veces siento que estoy en un colegio de internado, voy a cocinar y vuelvo. Quiero cocinar para no pensar. Es un peso psicológico fuerte estar encerrada”, me dice desde el pabellón.

Este mes se va a presentar la Ley de reparación Trans de las históricas en el Congreso. Nunca un presente fue tan revelador del pasado. Cuando discutimos sobre la persecución de nuestro colectivo en la historia, nos damos cuenta de que el pasado no dejó de pasar. Hoy el presidente elegido por el voto democrático convierte a “los homosexuales” en el enemigo y habilita a la población a erradicar por mano propia a los desviados. Se trata de una deshumanización facultada desde el Estado, desde su ejército de trolls y redes. Y las consecuencias son irrecuperables: las muertes como en el triple femicidio de Barracas, los traumas psicológicas post tortura luego de los ataques de odio hacia el colectivo trans y la cárcel permanente para las travestis que siempre son el eslabón más vulnerable de nuestra comunidad.