El “Negro” Alejandro Dolina cumple 81 años y en diálogo con Víctor Hugo Morales reflexionó acerca del paso del tiempo y la mortalidad en este nuevo onomástico. Dueño de una narrativa en donde se mezcla lo cotidiano, lo porteño y lo místico, con mucho de humor ácido y hasta a veces nihilismo, Alejandro Dolina nos deleita en la 750 todas las noche con La venganza será terrible, su programa en donde mezcla esa filosofía particular y un humor que atravesó generaciones, y que está vigente desde 1993.
En el día de su cumpleaños, el “Negro” señaló que que no siente “muy bien” el cumplir un año más de vida. “Porque, en verdad, todas las cosas que denotan el paso del tiempo, en última instancia, tienen un sabor amargo. Pasa con las fiestas, los aniversarios, con los cumpleaños de otros y, desde luego, con el propio. El paso del tiempo es angustiante, en última instancia y todas las cosas que lo denotan son socias de esa angustia”, reflexionó con su agudez característica.
Sin embargo, no dudó en dar crédito a “lo formal”, lo cual calificó de “grato”. “Es grato pagar una vela en compañía de las personas que lo quieren a uno, que le regalen una camiseta. Esas cosas son las pequeñas alegrías de la vida, las únicas que hay, pero no puedo evitar en el cumpleaños -y cualquier otro hecho de la vida- que al final haya un gustito amargo, que es la angustia de vivir, de ser mortal. A mi me gusta tanto vivir que me da bronca tener que dejarla en algún momento y el cumpleaños es la recordación de ese hecho”, sostuvo.
Consultado por Víctor Hugo acerca de qué cumpleaños de su infancia recordaba, Dolina dijo que los que tuvo en su casa de Urquiza 68, en Caseros. “Era una casa muy linda, muy grande, muy concurrida y no había ausencias”, afirmó.
Por último, también rememoró esos festejos de “garufa”, tal como lo expresó también el conductor de La Mañana.
“He tenido cumpleaños muy felices, con amigos, que en un tiempo eran todos compañeros de trabajo. He sido muy feliz haciendo mi programa. Recuerdo cumpleaños en donde se mezclaban mis hijos, mis amigos y mi juventud que en aquel tiempo era un hecho presente. Había una garufa sentimental mezclada con los afectos más puros y el atorrantismo más intenso que era el que vivía en aquellos años, no hace tanto”, cerró.