Desde los inicios del cine, el género de acción ha cautivado al público con secuencias intensas y personajes audaces. Sin embargo, pocas estrategias narrativas han sido tan efectivas como las sagas. Al aprovechar el éxito inicial y expandirlo en múltiples entregas, estas franquicias no solo incrementan sus ganancias, sino que consolidan su legado en el imaginario colectivo. ¿Cuáles han logrado trascender el propósito comercial para convertirse en obras emblemáticas?
La era del renacimiento en el cine de acción
Tom Cruise ha construido algunos de los momentos más memorables del cine de acción actual. Con la séptima entrega de Misión: Imposible, Cruise desafía tanto las expectativas de Hollywood como los límites físicos. Lo que empezó en 1996 como una adaptación audaz de una serie televisiva de los años sesenta se ha convertido en un referente del cine moderno, confirmando que el espionaje y la acción tienen en Ethan Hunt a su máximo exponente.
Rambo y su impacto perdurable
Sylvester Stallone introdujo a John Rambo en First Blood (1982). Desde entonces, el personaje no solo simboliza el trauma del veterano de guerra, sino también la resistencia de un individuo contra fuerzas abrumadoras. La saga funcionó como crítica social sobre las secuelas de los conflictos bélicos, combinando acción desbordante con un reflejo doloroso del pasado. El legado de Rambo asegura que, ante cualquier película bélica, su presencia sea inevitable.
Los héroes de acción cotidianos
Al observar los rascacielos destruidos en Die Hard (1988), surge un nuevo arquetipo de protagonista: vulnerable pero decidido. Bruce Willis creó un modelo donde el heroísmo emerge de la vulnerabilidad, una narrativa que conectó con quienes no se identificaban con figuras sobrehumanas. John McClane, con su icónico "yippee ki yay", convirtió los enfrentamientos en batallas personales, mezclando humor y perseverancia.
Violencia y redención en John Wick
En la última década, John Wick, interpretado por Keanu Reeves, ha renovado el cine de acción contemporáneo. Basado en una tragedia personal, el personaje revitalizó el interés por coreografías detalladas y narrativas minimalistas. Con un estilo visual sombrío y referencias al cine clásico, la saga explora cómo la violencia se transforma en el único lenguaje de un hombre que ha perdido todo.
De la realidad a la fantasía: Mad Max
Mad Max, una producción australiana iniciada en los años ochenta con Mel Gibson, resurgió en 2015 con Tom Hardy en Fury Road. Bajo la dirección de George Miller, la saga combinó bandas sonoras intensas y secuencias de acción caóticas para crear un universo postapocalíptico único. Este reinicio destacó frente a otros intentos fallidos de revivir franquicias, demostrando que la innovación visual y narrativa aún tiene espacio.
Velocidad y evolución: Rápidos y Furiosos
Rápidos y Furiosos ha dejado una huella imborrable en el género. Desde carreras callejeras hasta misiones globales, la franquicia evolucionó hacia un espectáculo cargado de adrenalina. A pesar de las críticas, su capacidad para reinventarse y la química de su elenco demuestran que la velocidad, tanto en pantalla como en la narrativa, puede mantener relevante una saga por décadas.