¿Tiene piel la academia? ¿Respira? ¿Cuál es la porosidad que habita
sus contornos? Feminismos en el umbral de la academia, como señalan sus
editoras Ana Luisa Muñoz García y Catalina Trebisacce Marchand, apuesta: “a
reunir historias de la frontera del conocimiento académico. Una suerte de
anecdotario de fortines contado desde el malón, y que terminó siendo una
frondosa cartografía de experiencias revoltosas y resilientes, accidentes de la
geografía académica que hacen ecos impensados en otros lugares y capítulos.”

Las 24 autoras componen una polifonía de voces, una cartografía posible del
campo académico y de sus cruces (nunca fluidos ni pacíficos) con los
feminismos y las disidencias sexuales
. Trazar un mapa es siempre una actividad creativa y política. Y este libro se hace cargo de este gesto y nos ofrece coordenadas clave para adentrarnos en ese territorio sinuoso y siempre en disputa de lo académico. Los escritos tensionan los nudos en los que la institución universitaria se toca, se imbrica, se encuentra y se des-encuentra con los feminismos. Y para ello, rastrea los
umbrales, los lugares de contacto y de tráfico, de llegada y de partida. 

Como dicen Catalina y Ana Luisa: “El umbral puede ser entrada y/o salida, no es lineal, ni definitivo, un lugar con y en movimiento a la base de su existencia.” 

Cada capítulo delinea un trazo de una geografía móvil y escurridiza, volviendo sobre
preguntas difíciles e incisivas: ¿Qué hacemos les feministas en las
universidades? ¿Cómo libramos nuestras batallas teórico-políticas? ¿Qué
estrategias hemos desplegado al interior de una institución colonialista,
androcentrada y neoliberal como lo es la universidad? ¿Qué hacemos y cómo
habitamos las casas de altos estudios del sur global desde posicionamientos
trans/feministas, interseccionales y críticos que se orienten hacia el horizonte de la justicia y la reparación social?

Las reflexiones epistemológicas y pedagógicas sobre los programas de mentorías, los protocolos en contra de la violencia de género o la revisión de las currículas y planes de estudios buscan volver sobre los logros y las resistencias de las instituciones académicas para dar lugar a medidas de transformación sostenida. Aquí se hacen presentes las necesarias críticas a la emergencia de feminismos securitistas, meritocráticos y neoliberales, así como a la liberalización o cooptación de nuestras agendas, prácticas y políticas feministas por el sistema universitario. La polifonía geopolítica y teórico-afectiva de las autoras componen un panorama complejo y en absoluto monolítico, mientras que la política de la cita que despliegan, las lecturas y referencias cruzadas,
trama redes intelectuales y políticas, fundamentales a la hora de producir cambios institucionales. El libro evita así caer en dos riesgos que atraviesan el vínculo entre feminismos y academia: la celebración ingenua y acrítica de la institucionalización de los feminismos en las academias; y la impugnación nihilista de cualquier potencia transformadora del campo universitario. }

Habitar el umbral, la frontera, ese lugar que no es ni la pura fiesta ni el mero descreimiento pesimista en el trabajo institucional. El umbral es una posibilidad y una cornisa; y lo sabemos, no es fácil andar por filosos deslizaderos.

En un momento donde la masificación revoltosa de los feminismos del sur se aquieta, al tiempo que se recrudece la avanzada de la ultraderecha neoliberal que agita su propia ola “anti-ideología de género” y “antifeminista” es necesario volver sobre esa relación carnal y también peligrosa entre los movimientos socio-sexuales y las academias. La figuración del umbral nos permite evitar la lógica opositiva del adentro y del afuera, para pensar modos de habitar y franquear los bordes. 

Gloria Anzaldúa insistió en el valor de vivir en la frontera como un modo de traficar, alterar y contaminar mundos, lenguajes y culturas. Ni plenamente adentro, ni enteramente afuera; ni siempre de un lado, ni siempre del otro; en todo caso, en el vaivén, atentxs a los efectos de regulación de las fronteras y los límites. El desafío es aprender a hacer del umbral un territorio, acaso una zona de prometedores pasajes.