El presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, aseguró que a dos años de su gestión la economía marcha de la forma que lo esperaba, con una inflación en retroceso, el crédito en alza y expectativas favorables del mercado. Así cerró el año en el tradicional brindis con periodistas en el museo del organismo, en el que se exponen distintas piezas de artes y algunas reliquias monetarias. Los problemas de la industria, el aumento del desempleo, el endeudamiento y la perspectiva de cerrar diciembre con inflación del 3 por ciento no fueron parte del discurso.

El funcionario se concentró en diez puntos que, según su criterio, evidencian el éxito de los últimos 24 meses de gestión. La primera reflexión fue que “la inflación en la Argentina está bajando sin apelar a los falsos atajos del pasado: sin recurrir al atraso de las tarifas, con tipo de cambio y precios libres”. Es una declaración difícil de sostener cuando se revisan los datos duros del a economía. El año pasado se anotó el incremento más elevado de los últimos 25 años (41 por ciento) y este año la meta inflacionaria se superó en casi 7 puntos porcentuales (el objetivo de inflación era 17 pero se cierra el año en torno a 24 por ciento). La inflación sigue en nivel idéntico al del 2015.

Otra de las reflexiones fue que “la desinflación llegó sin atrasar el tipo de cambio”. El presidente del Central aseguró que “el tipo de cambio se ha movido durante todo este tiempo con total flexibilidad. Para nosotros es un pilar central del programa económico y gran artífice para que la economía vaya por la senda del crecimiento”. Plantear que no hubo apreciación es un contrasentido y pocos en la city se animan a defenderlo. Tras la fuerte devaluación de finales de 2015, la cotización del dólar se movió lentamente mientras que la suba de los precios acumuló casi un 70 por ciento. Esto implica que la paridad real del tipo de cambio, una vez descontado el efecto inflacionario, ya es igual a la del 2001 y a la que había hasta diciembre de 2015.

En el discurso, que tituló “Diez reflexiones sobre la política monetaria y el proceso de desinflación”, el presidente del Central planteó que la entidad no promocionó el ingreso de capitales especulativos. “La flotación cambiaria es una defensa contra los flujos de capitales de corto plazo”, dijo. Agregó que “los que arriesgan saben que la cotización puede barrer la ganancia de meses en días. Y esto los mantiene a raya”. Es un punto de fuerte contradicción. Desde 2016 entraron 11 mil millones de dólares netos para comprar activos de corto plazo (es decir, inversiones de portafolio). La suma es el equivalente a dos puntos del Producto Interno Bruto que antes o después saldrá de la economía en busca de mejores rendimientos.

El último punto relevante fue el de crecimiento. Sturzenegger aseguró que la política monetaria, en la que hace dos años que las tasas de interés se ubican en torno al 30 por ciento, está colaborando para expandir el mercado interno. Destacó el incremento del Producto del 4 por ciento en los últimos meses. Pero no dijo nada acerca de que en dos años la economía acumula un crecimiento del cero por ciento, con una industria local cada vez más desarmada e importaciones que reemplazan la producción local. Tampoco planteó las tensiones del mercado laboral, en donde se destaca la suba del desempleo y la mayor cantidad de empleo precario.