En 1988 se estrenó Duro de matar, un hito del cine de acción que transformó la carrera de Bruce Willis y redefinió un género cinematográfico completo. Sin embargo, en el momento de su lanzamiento, pocos anticiparon el impacto que tendría en la industria y en la trayectoria de su protagonista, Bruce Willis. La película, basada en la novela Nothing Lasts Forever de Roderick Thorp, relata la historia de John McClane, un policía de Nueva York que combate a un grupo de ladrones disfrazados de terroristas en un rascacielos de Los Ángeles. Desde dificultades en el casting hasta un guion que necesitó múltiples ajustes para adaptarse al gusto de la época, el proyecto enfrentó escepticismo constante.

La primera adaptación de Jeb Stuart parecía naufragar en un mar de reescrituras, mientras los productores intentaban dar coherencia a una historia que ya parecía anclada en el pasado. Stuart, un guionista en busca de reconocimiento, encontró el corazón narrativo de la película tras una discusión marital. Su revelación fue clave: presentar a McClane no solo como un héroe contra terroristas, sino como un hombre luchando por salvar su matrimonio.

Bruce Willis: una apuesta inesperada para el protagonista

El proceso para elegir al protagonista fue exhaustivo y marcado por rechazos. Actores como Frank Sinatra, Sylvester Stallone y Arnold Schwarzenegger fueron considerados, pero ninguno encajó. Cuando Bruce Willis aceptó el rol, era principalmente reconocido por su trabajo en televisión. Un giro del destino le permitió filmarla: una pausa en su serie Moonlighting debido a una huelga.

Como John McClane, Willis cautivó al público con su humor espontáneo e improvisaciones. Aunque el estudio dudaba de su elección —especialmente por su salario de 5 millones de dólares, inusual para un actor no consolidado—, sus primeras escenas confirmaron su talento. Se convirtió en la estrella improbable que conquistó al espectador.

Hans Gruber: un antagonista memorable

El otro pilar de Duro de Matar fue su villano, Hans Gruber, interpretado por Alan Rickman. Destacó por su elegancia y carisma intelectual, rompiendo con los arquetipos físicos comunes en los villanos de acción. Aunque inicialmente hubo dudas por su falta de experiencia actoral en cine, su interpretación se volvió emblemática.

El director, John McTiernan, insistió en modificar la esencia de los antagonistas —transformándolos de terroristas a ladrones— y en añadir humor al guion. Esto aportó ritmo y frescura, desafiando las expectativas del público y manteniendo su atención.

Redefiniendo el cine de acción

Al estrenarse, Duro de Matar se convirtió en un éxito inmediato. Más allá de sus ingresos, su legado radica en cómo revolucionó el género: presentó héroes vulnerables y cercanos a la realidad, lejos de la invencibilidad sobrehumana típica de la época.

El modelo narrativo de ambientar la acción "en una ubicación específica" inspiró decenas de películas, desde tramas en autobuses hasta aviones, estableciendo un estilo que aún influye en las técnicas de dirección. Su impacto no solo se limitó al cine de acción, sino que redefinió los rasgos necesarios para crear protagonistas memorables.

Duro de Matar es un testimonio de cómo la combinación adecuada de talento visionario, adaptaciones inteligentes y sensibilidad al público puede transformar una carrera e incluso una industria. A 37 años de su estreno, sigue siendo referencia obligada para quienes exploran los cimientos del cine de acción y para aquellos que aspiran a protagonizar su propia aventura navideña llena de adrenalina.