El gobierno anunció la semana pasada su plan para “sacar los dólares del colchón”. Las medidas apuntaron principalmente a desmantelar los controles y la trazabilidad de las transacciones financieras. El objetivo es que empiece a moverse el dinero que se encuentra fuera del sistema. Se lo presenta como un plan de simplificación, tiene el visto bueno del Fondo Monetario Internacional y en la práctica es otra de las estrategias del equipo económico para intentar inyectar dólares en la economía y buscar nuevos parches para cubrir el déficit creciente de la cuenta corriente.

Una parte de la economía argentina se mueve en la informalidad. Se trata de una realidad que no parece sensato desconocer. Lo muestran las estimaciones de los miles de millones de dólares que se encuentran acumulados fuera del sistema. Se habla de cifras de más de 200 mil millones de dólares.

La solución que propone el gobierno para reciclarlos no tiene grises. Si bien los montos que se fiscalizaban hasta el momento en algunos casos son exageradamente bajos, gran parte de los analistas considera que el nuevo esquema pasa directamente al otro extremo, con montos demasiado elevados que estimulan el libre albedrío impositivo.

Los inversores recibieron los anuncios con entusiasmo y en el cierre de la semana continuó la apreciación del dólar, la suba de los bonos soberanos y de las acciones. El mercado percibe que estas medidas son simplemente un primer paso de una ola de medidas que se viene en los próximos meses y que se coronarían luego de octubre, con un paquete de reformas estructurales sobre el empleo y las jubilaciones.

A pesar del entusiasmo de los inversores, no todos están convencidos que el equipo económico tendrá éxito con estos anuncios para estimular el uso de los dólares en el mercado interno y permitir que los recursos que se mantienen en la informalidad empiecen a moverse en la economía real. Uno de los que se mostró totalmente crítico fue Carlos Melconian. “El canuto es canuto. Yo tengo un canuto y si vos me decís que hoy puedo comprar una moto, mi canuto sigue siendo mi canuto”, aseguró. Planteó que el uso de dinero informal para comprar bienes durables ya era parte de los usos y de las costumbres de los argentinos y no estimulará la economía.

Medidas

En los próximos meses seguramente irán en aumento las discusiones y debates sobre los resultados de estas medidas. Por eso, vale la pena resumirlas y tenerlas claras en el radar. En detalle, ya no se reportarán las compras personales realizadas con tarjeta de crédito, débito o billeteras virtuales. Los escribanos dejan de informar operaciones notariales, como la compra de propiedades. Los concesionarios ya no reportarán la compraventa de autos usados. Los consorcios dejarán de informar pagos de expensas mayores a 32.000 pesos. El COTI, que obligaba a declarar la venta de un inmueble, también queda eliminado. Se eliminan los reportes de consumos relevantes de servicios públicos, como electricidad, gas o telefonía.

A esto se suma un salto en los montos mínimos que deben informarse al Estado en el sistema financiero. A partir de ahora, los bancos sólo reportarán operaciones desde cifras multimillonarias. Las transferencias y acreditaciones bancarias ya no se reportan desde 1 millón de pesos, sino recién a partir de 50 millones en personas físicas y 30 millones en jurídicas.

Las extracciones de efectivo, que antes se informaban desde cualquier monto, ahora se reportan solo si superan los 10 millones de pesos. Los plazos, antes informados desde 1 millón de pesos, pasarán a reportarse desde los 100 millones en personas físicas. Lo mismo sucede con las operaciones comerciales: el efectivo solo se reportará si supera los 10 millones de pesos.

Por último, la capacidad de fiscalización del sector público termina de evaporarse con el nuevo régimen del Impuesto a las Ganancias. Se deja de considerar los consumos personales como indicador del nivel de vida. En su lugar, el foco será exclusivamente en la facturación y los gastos deducibles.