Querido lector:
Como todos los argentinos que hemos sobrevivido a la nefasta dictadura 1976-83, amo votar. Me encanta ejercer mi derecho al sufragio, y lo he hecho sin excepciones durante estos 42 años. Cada domingo de votación se transformó en un evento, un despertarse con ganas, ir a votar –muchas veces acompañado por mi hijo, que suele votar en la misma mesa–, y continuar la jornada con un encu