La salud de los pueblos, la atención sanitaria de multitudes, la prevención vacunatoria de las enfermedades, son cuestiones más importantes que la opinión médica técnica y, por supuesto, mucho más importantes que una decisión tomada en base del alineamiento internacional y de un ideologismo extremo.
Merece una mirada política, y una respuesta política al nivel jerarquizado como es la valía de la salud de los argentinos.
Acá no están en juego 1 ó 2 puntos de inflación, sino la vida de miles de compatriotas.
Milei retira a la Argentina de la Organización Mundial de la Salud.
Es el único mandatario del mundo que sigue a Trump en este camino, y que pone en riesgo a 47 millones de argentinos.
Para un país periférico, como el nuestro, es decisiva la vinculación con la OMS en virtud de los niveles de asistencia que brinda ese organismo, que no es el caso de EE.UU, autosuficiente, tal vez, en materia sanitaria.
La OMS depende de la ONU y tiene como misión asistir a todos sus países miembros en el logro del más alto grado posible de salud.
La inconveniencia de la desacertada medida tomada por Milei puede explicarse en los siguientes puntos: Pasamos al aislamiento sanitario global, perdemos acceso a vigilancia epidemiológica y no estaremos avisados en forma temprano de alertas sobre pandemias.
Perdemos cooperación técnica y financiamiento internacional para enfrentar males endémicos como el dengue, el Chagas y otros.
Careceremos del acceso equitativo de vacunas y de un mejor control sobre las industrias de la alimentación e incluso sobre estudios de calidad del aire.
Quedamos en debilidad para negociaciones farmacéuticas, pues no accederemos a la regulación de precios en medicamentos y vacunas, y eso hará más onerosa la salud pública.
Se afecta la formación de profesionales de la salud, pues nuestra gente quedará marginada de redes científicas internacionales.
Nuestro nivel diplomático sufrirá una pérdida en prestigio pues al dejar al principal organismo de salud mundial, se muestra desinterés por la gobernanza global y eso limita alianzas estratégicas.
Argentina puede sufrir sanciones directas o indirectas, ya que existen tratados bi y multilaterales que obligan a seguir normas OMS, y que de no hacerlos podría motivar sanciones sanitarias y comerciales.
No tendremos referencia formal en estándares internacionales sobre protocolos de calidad en hospitales y laboratorios. Esto nos lleva en Argentina más o menos a estar como en 1940 (¡)
Seremos más vulnerables ante dificultades de emergencia al tener que afrontar en soledad, crisis como fue la pandemia de COVID-19.
Habrá un concreto daño a lo que es la Soberanía real, ya que para tener mejor autonomía sanitaria hay que vincularse y mantener cooperación, el aislamiento solo debilita.
Perjudicará la economía ya que la OMS es certificante de condiciones sanitarias para exportar material del rubro salud y otros como agroalimentos. Puede haber mercados receptores que rechacen, con cierta exigencia, nuestros productos.
Típico de muchos legisladores y funcionarios mileistas que son amantes del oscurantismo científico, con esta medida se pierde acceso a bases de datos globales y a estudios comparativos que son vitales para políticas públicas basadas en evidencia.
¿Qué pasará con las provincias cuyo Sistema de Salud tiene cierta dependencia con programas OMS?
Breve dato histórico: En abril de 1945, durante la Conferencia constitutiva de las Naciones Unidas celebrada en San Francisco (Estados Unidos de América), los representantes de Brasil y de China propusieron crear una organización internacional en la esfera de la salud y convocar una conferencia para redactar su constitución.
La Constitución de la OMS entró en vigor el 7 de abril de 1948, fecha que conmemoramos cada año mediante el Día Mundial de la Salud. Argentina estuvo entre los primeros países en adherir.
Hoy, abandonarla es dejar de lado una tradición de liderazgo para sumirse en una suerte de localismo pobre y antiguo.
No hay nada de libertad en esta retirada, pero sí mucho de salto al vacío. Vamos camino a ser un pais paria en lo sanitario.
Y, por último, un agregado con mirada constitucional, al menos de quien escribe esta nota: El Parlamento argentino participó en la autorización al Poder Ejecutivo para que se apruebe la decisión de entrar en la OMS y, por lo tanto, debe participar cuando se denuncia ese tratado.
Y, más aún, existe un ordenamiento jurídico nuestro que asigna a los tratados internacionales una ubicación UT SUPRA sobre legislación nacional, son como la CN, ley suprema en el pais (art. 31 CN) por lo que no puede el Presidente de manera autónoma darle legalidad a irse de la OMS.
O sea, que más allá de toda la argumentación técnica y los malestares sobrevivientes que causará, y como tantas cosas de este experimento libertario, la medida es inconstitucional.
Precisamos diputados y senadores que lo frenen.
No con declaraciones, sino levantando la mano en el Congreso. Y si no, pueden ir saliendo que vendrán, octubre mediante, otros con más coraje para detener este delirio que gobierna.
* Diputado Nacional mc–PJ Río Negro