“Nunca canto canciones cuyas letras no me gusten”, explica Magalí Fernández, cantante de jazz, docente y poeta oriunda de Lanús. Fernández, formada en la Escuela de Música Popular de Avellaneda y en la carrera de Artes de la UBA (donde también cursó algunas materias de Letras), encuentra una relación singular y misteriosa entre la voz cantada y la voz del poema. Es en ese intercambio donde construye su trabajo y piensa la música de su último disco, “Gone with the wind”, que va a estar disponible en plataformas digitales a partir de septiembre.
“¿Qué hace la voz lírica sino volverse a preguntar las mismas y viejas cosas que el espíritu humano borra siempre y nunca olvida?” pregunta Diana Bellessi en “La pequeña voz del mundo”, libro al que Fernández vuelve una y otra vez, como se vuelve a una maestra. “Ella (Bellessi) plantea algo muy hermoso: que la primera experiencia con el sonido de la palabra es, de alguna manera, el comienzo de la poesía. Tenemos un contacto con nuestra voz desde el primer momento en el que suena, en el que nos escuchamos y sentimos cómo es sonar. Como el primer llanto. Está ahí desde el primer momento para todas las personas”, dice Fernández.
La cantante explica que para su recorrido y su trabajo como artista fue crucial haberse formado en el Método Rabine, conocido también como el “Método Funcional de la Voz”, que se trata de un enfoque pedagógico que trabaja en la función vocal y en la integración del cuerpo, la respiración y la mente. Esto se ve reflejado en la importancia de la conciencia corporal, la postura y el movimiento en la enseñanza de la voz. Para el método, la voz es un instrumento y el cantante, entonces, un instrumentista.
Fernández viajó a sus 23 años a Alemania para formarse en el Método, y tuvo la oportunidad de conocer al maestro en persona. “Rabine dice algo parecido a Bellessi, pero sobre la música. Bueno, sobre la voz, en realidad. Él contaba esta historia que habla de la evolución de la especie para llegar a tener una voz, y tenía que ver con la diferencia entre el Homo sapiens y el Neandertal, que en algún momento coexistieron. El comentario era que el Homo sapiens tenía más largo un músculo del paladar, lo que le permitió que la laringe descendiera, y por lo tanto le permitió producir mayor variedad de sonidos. Eso posibilitó desarrollar un sistema de comunicación más complejo: un lenguaje, que nos permitió desarrollar conceptos y comunicarnos de otra manera. Por eso el Homo sapiens no se extinguió, y el Neandertal sí. Es una definición de lo humano: el humano como bicho que tiene una voz”.
“Cuando empecé a encontrarme en profundidad con otros aspectos de mi voz me empezó a llamar más la atención la poesía. Me enganché mucho con el sonido de la palabra hablada. Por eso el año pasado empecé a tomar clases con una escritora, Natalia Figueira, y me dediqué más a escribir. Leo poesía en voz alta todos los días, y creo que es algo que en general no hacemos lo suficiente. En este momento es parte de un espacio creativo que enriquece todo lo otro que hago, tanto mi voz como mi música”, explica con emoción al reflexionar sobre eso que tanto le intriga: la voz, el sonido, y el cuerpo.
No cantar canciones cuyas letras no le resultan atractivas lleva a Fernández a interpretar un repertorio no tan conocido. “Go with the wind”, el tema que da nombre al nuevo disco, no tiene muchas versiones vocales. “A la hora de grabar un disco siempre pienso ‘bueno, algún tema conocido tengo que poner’. Por eso me gusta mucho cantar una cosa que se llama ‘vocalese’, que es cantar y ponerle letra inventada a solos famosos de músicos famosos. De hecho, mi disco ‘Don’t get scared’, se llama así por un vocalese. Hay una canción que se llama ‘It's only a paper Moon’, un standard muy de cantante, que es sobre viajar a la luna. Me gusta esto de ‘subámonos a un cohete y vayámonos a la luna’, me parece divertidísimo cantar sobre eso. Si no, todos los standards terminan siendo de amor romántico que, si bien varios tienen unas imágenes preciosas y una sonoridad que me encanta, me interesa también cantar sobre otras cosas”, reflexiona.
Sobre su trabajo musical y su nuevo disco
Fernández cuenta con dos álbumes editados, ambos disponibles para escuchar en Spotify. El primero “Un eco en la penumbra” a dúo con el pianista mexicano Ulises Avendaño. Sobre el que la cantante cuenta: “En la EMPA conocí a Uli y logramos grabar el disco a través de un subsidio del INAMU, que todavía en ese momento andaba. El concepto de ese disco tenía que ver con que yo ya venía cantando, y mi aproximación a la música está bastante dada por eso: porque me gusta la improvisación y algo en relación con una libertad tímbrica. Él venía de México a estudiar tango, y nos cruzamos estudiando música argentina, canción folklórica. Ese primer disco viene de ahí. Además, a Uli le gustaba mucho la música clásica, digamos, la música de tradición escrita, y yo estaba estudiando Artes. Así que ese disco terminó siendo muy ecléctico en el repertorio, pero siempre con un formato de dúo medio de cámara”.
Un año después, Fernández armó un quinteto de jazz y grabó su primer disco de standards, “Don’t get scared”, con arreglos del compositor Mariano Loiácono. En ese momento, Fernández también empezó a cantar en una Big Band llamada “Why not?”, dirigida por Martín Pantier. La cantante explica que este formato le permitió explorar nuevos lugares de la voz y del sonido: “Me interesa mucho la propuesta porque casi no tenemos amplificación en la orquesta. O sea, se amplifica la voz, un poco el piano, un poco la guitarra. El contrabajo, depende del lugar. Pero si no, el sonido sale directo para la sala. Y eso es otra experiencia, para mí fue muy importante como cantante. Yo escucho bastantes discos de cantantes con big band, qué sé yo, los discos de Ella Fitzgerald... Y la primera vez que canté con la orquesta, salió la banda, tuve que abrir la boca, inspirar y cantar, y fue como: ‘¡Ah! ¡Es esto lo que escuché en los discos todos estos años!’. También le dio otra dimensión a mi trabajo en cuarteto, y al quinteto. En ese momento, además, empecé a cantar más a trío, porque fue como: ‘Bueno, esto es enorme y requiere de un tipo de presencia, de determinada energía vocal. Me interesa también probar algo más íntimo, más chiquito’”.
El nuevo disco, “Gone with the wind”, fue grabado en 2023, y actualmente está en las últimas instancias de masterización. También es un disco de standards, pero esta vez la formación cambió un poco: en “Don’t get scared”, Mariano Loiácono estuvo a cargo de la trompeta, pero este trabajo incluye un saxo tenor, que es Sebastián Loiácono. También hay contrabajo, batería y piano.
“Una cosa que me encanta del jazz, y esto lo pensé dialogando con el técnico también, es que la grabación fue en una sola jornada. Nos juntamos un día a las 10:00 a.m, se armó el estudio, se seteó todo, pusieron rec y tocamos los temas. Yo regrabé mi voz en algunos, porque quería algo más específico de lo que había hecho ese día, pero se graba en vivo, y la banda está en una sola sala. Entonces no existe la opción de editar o pinchar mucho. Es lo que ocurrió en ese momento. Y a mí esa espontaneidad me parece muy hermosa. Lo único que se puede hacer sobre eso es mezclar: definir el sonido de cada instrumento, cómo queremos que suene cada uno, y algo en relación a cómo se recrea el espacio”, reflexiona la cantante sobre el proceso de grabar un disco de jazz, y la espontaneidad que el formato permite.
El director de orquesta Daniel Barenboim (cuyas iniciales también son “DB”, como las de Diana Bellessi) decía que para él la música es lo que ocurre en el momento de la interpretación. “Es un poco radical, en el sentido de que... bueno, escuchar discos también existe, y realmente nos acerca a un montón de músicas y nos permite hacer un montón de cosas. Tengo amigas que están metidas en esto de producir y sumar capas, y es más una cosa como un collage. Y está buenísimo también. Pero a mí me gusta esta idea de que la música es lo que ocurre en ese momento. Y el disco es, simplemente, un registro de lo que pasó ese día”, dice Fernández.
“Gone with the wind” va a estar disponible en plataformas a partir de septiembre. El nuevo trabajo también cuenta con arreglos de Mariano Loiácono pero, a diferencia del disco anterior, en donde Mariano también estuvo a cargo de la dirección musical, para esta nueva apuesta Fernández y el grupo de músicos también propusieron arreglos. Sobre el disco, la música cuenta: “Me gusta que haya arreglos nuevos de Mariano y también algunos nuestros. Hay cosas que se van a estrenar para este momento, cosas que nunca tocamos antes”, y concluye: “A mí me gusta esa combinación, porque me parece que tiene otra dimensión emocional respecto al anterior, que es más liviano y tiene una frescura que a mí me encanta habitar y que no no dejó de estar en el nuevo, pero este tiene otra madurez y otra profundidad”.