Carlos María Cialceta se negó a declarar, está acusado de abuso sexual gravemente ultrajante en dos de las causas y en la tercera por abuso sexual con acceso carnal. El 5 de abril del 2022 la denunciante a quien llamaremos P, para resguardar su identidad, concurrió a un centro de masajes en el barrio porteño de Palermo. P ya había concurrido en otras dos oportunidades con dos amigas y fue atendida por mujeres en un espacio donde había cuatro camillas, la tercera vez fue sola y el abusador la llevó a un cuarto aparte.
Cuando P concurrió al lugar por segunda vez, lo hizo con su hermana, ese día vio por primera vez a Cialceta, quien le regaló un voucher por un masaje de una hora y media para asegurarse su vuelta. "Me preguntó cómo estuvo el masaje que me había hecho una de las empleadas. Le dije que hubiese preferido que se trabaje más la contractura, porque tengo escoliosis, lordosis y rectificación cervical", recuerda P. En ese momento, Cialceta le hizo una demostración de masaje y le dijo: "La próxima pedí turno conmigo y te hago un masaje ayurvédico que se combina con técnicas de un masaje chino".
Un tiempo después, P solicitó un turno por Instagram para el cinco de abril, a las 18. Ahí se dio cuenta que era él quien respondía los mensajes cuando le preguntó si tenía un voucher. P le respondió que prefería dejar el voucher para poder volver a fin de mes y que esa vez pagaría la sesión. “Hasta ese momento no sospechaba nada porque no había pasado nada raro“. Así, Cialceta se aseguró de que era ella y supo que esa vez iba a ir sola.
El día del turno Cialceta la llevó a un cuarto apartado del resto donde había una sola camilla y se aseguró que al final de la sesión de masajes no hubiera nadie en el local. Fue actuando metódicamente, empezó con manipulaciones sutiles y obtuvo información que le serviría para asegurarse que P no se animaría a denunciar lo que estaba por pasar. “En un momento le dije que me costaba hablar las cosas y tener carácter y creo que eso le hizo pensar que yo no iba a hablar."
Cialceta comenzó a manosear todo el cuerpo de P en especial sus partes íntimas. P quedó paralizada de miedo, entró en pánico. No podía moverse de la camilla y empezó a sentir un miedo extremo que nunca antes había vivido. “Estaba aterrorizada, tenía terror de levantarme o gritar y que él me hiciera algo peor. Yo sabía que eso no estaba bien, en mi cabeza yo decía no puedo creer que está pasando esto. Estaba en una situación de miedo absoluto y cada vez iba escalando peor. Fue algo horrible y espantoso”, recuerda. En ese momento P estaba en la camilla completamente inmóvil y él le dijo que tenía el “chakra sexual tapado” y que si estaba en pareja no era la persona correcta. Cuando el infierno terminó P le pagó y salió corriendo del lugar.
Justicia es que no vuelva a abusar
Al día siguiente, P tuvo terapia y pudo contar lo que vivió a su psicóloga, quien hoy es una de las testigos en la causa. "Cuando arranqué la sesión no podía parar de llorar. Los días siguientes fueron de llanto constante y mucha angustia.” A raíz del abuso, P tuvo que ver a un psiquiatra y desde ese momento hasta el día de hoy se encuentra en tratamiento. Tiene ansiedad generalizada y estrés post traumático. “Después del abuso sentí de un día para el otro que mi cuerpo ya no era mío y sentí también mucho rechazo a mi cuerpo. Eso me impactó en todo los planos de mi vida, en especial, mi manera de relacionarme con los hombres.”
Cuando P consiguió abogada se enteró que Cialceta tenía otras causas por abusar de otras dos chicas en el 2020 y que sucedieron en el mismo contexto. Si la Justicia hubiera actuado en tiempo y forma el abuso de P se podría haber evitado, sin embargo, la Justicia lenta y patriarcal permitió que siga abusando. "Fue muy desgastante, enfrentarse a la justicia es híper revictimizante, el proceso es un espanto y una también se da cuenta que todo el sistema está hecho para que una termine abandonando por hartazgo", asegura la sobreviviente del abuso.
Cialceta está acusado de abuso sexual gravemente ultrajante en dos causas y en la tercera de abuso sexual con acceso carnal, las tres se unificaron. “Siento que a partir de que denuncié fue todo cuesta arriba, las pericias psicológicas son una revictimización horrible, ponen en tela de juicio mi palabra constantemente. Creo que una tiene que estar muy bien preparada psicológicamente para enfrentar una causa de esta índole, porque si no, en el medio, te destruye.”
P se animó a denunciar, el precio a pagar por eso es tener que revivir una y otra vez el abuso, armarse de paciencia y coraje para enfrentar los tiempos lentos de la Justicia. “Solo espero conseguir que esta persona no pueda volver a abusar, eso sería algo de justicia porque hasta el día de la fecha él continúa su vida como si nada y así fue como terminó abusando de mí cuando ya tenía otras dos causas. No es justo que siga manejándose con total impunidad.”
P pudo averiguar que Cialceta continúa trabajando como masajista, cerró el local que tenía en Palermo y abrió otro con un nombre diferente ubicado a una cuadra del lugar de trabajo de P y por ello tiene una orden de restricción. “No es justo que yo tenga miedo de cruzarlo cada vez que voy a la oficina, ese tipo me genera miedo, es alguien que me hizo mucho daño y que se cree totalmente impune.”
El juez dictó una prohibición para que Cialceta no pueda continuar trabajando en el rubro, sin embargo, eso nadie lo controla. Meses atrás este diario supo que a través de la cuenta de instagram de su nuevo local, Cialceta continúa brindando turnos. P espera que algo cambie y asegura: “Justicia para mí es que no vuelva a abusar.”