Palabras como sensibilidad, inteligencia, atrevimiento, deseo, imaginación, equilibrio, honestidad y solidaridad van guiando –desde adentro- acerca de qué van las subjetividades humanas y musicales de Los Perros Ladran. Ellas, sumadas a que son 12 los músicos que integran la agrupación comandada por el ecléctico bandoneonista Miguel Caragliano. A que Rodolfo Mederos participa especialmente en ella desde que comenzaron los ensayos hace año y medio. Y a que este miércoles a las 20.30 en el Centro Cultural de la Cooperación (Corrientes 1543) la agrupación estrenará piezas recientemente subidas a plataformas, va dando una idea sobre el conjunto.
Después, mientras deviene la charla con PáginaI12, van apareciendo otras llaves. Mederos afirma por su lado que todas las influencias musicales están referidas a la música urbana, mientras Caragliano –ex alumno del maestro- centra sus referencias en el tango, el rock y el jazz. “En lo personal, como soy un curioso explorador, estoy atravesado por muchas músicas”, manifiesta él. Y da nombres. Entre ellos, los de Luis Alberto Spinetta, Charly García, Horacio Salgán, Astor Piazzolla, Tigran Hamasyan y Wos. “Obviamente no puedo negar la influencia de Rodolfo, que continúa dejando una profunda huella en mí a través de su cosmovisión de la música y la cultura”, destaca el músico. “La relación entre nosotros se dio naturalmente como consecuencia de la transformación progresiva de nuestro vínculo que mutó de estudiante-maestro a compañeros de trabajo, y amigos”.
-¿En tu caso, cómo caracterizás el vínculo, Rodolfo?
Rodolfo Mederos: .-Miguel tomó clases conmigo hace unos cuantos años y siempre percibí en él un verdadero músico. Sensibilidad e inteligencia son dos virtudes necesarias, y él las posee. Por lo tanto, en el transcurso de nuestra relación fue generándose un sólido vínculo de amistad y trabajo. Hoy, siento en él su amistad y su solvencia como músico instrumentista y compositor. Dadas estas coincidencias estéticas e ideológicas, lo más natural era que concibiésemos semejante proyecto. Por lo demás, bueno, creo que el atrevimiento es lo que determina esta decisión. No atreverse a buscar lo que aún no hemos encontrado nos parece una cobardía y mediocridad que ambos rechazamos.
Miguel Caragliano: .-Como dice Rodo, el placer de la búsqueda nos impulsa. Las músicas de ambos tienen puentes en común, pero a su vez universos distintos. Y aquí se encuentra un maravilloso equilibrio que se refleja en una propuesta imperdible para el público.
-¿Hasta qué punto llega ese atrevimiento de llevar el tango de la típica a otros géneros?
M.C.: .-Es consecuencia de buscar una propia y genuina sonoridad que represente lo que vivimos hoy, pero sin perder la conciencia de dónde venimos. No pretendemos revolucionar el tango, no es una búsqueda. El desafío es ser auténticos trascendiendo los propios límites de la orquesta típica “enfrascada” en el tango.
Los perros y las perras que ladran son, además de Mederos y Caragliano, Franco Bruschini, Joaquín Sterman y Jaime Granda en la línea de bandoneones; Emanuel Teper, Dalila Álvarez, Natalia Monzón y Felipe Gómez, en la de violines; Matías Mejuto, en viola; Aldana Zucarelli, en violoncello; Javier Velardez y Cristian López al piano; y Diego Vázquez en contrabajo. “El proyecto funciona como una especie de laboratorio que busca una sonoridad auténtica con la que nos sintamos identificados”, sigue definiendo Caragliano, al tiempo que retoma Mederos: “Hay músicos que buscan la gloria, el aplauso fácil; otros el dinero, la música como mercancía y si bien es cierto que en esta realidad todos necesitamos dinero y nos place la aprobación del público no hacemos esta música por estas razones”.
-¿Por qué lo definen como un grupo dinámico?
R.M: .-Porque no siempre tocamos todos. Por lo tanto, no siempre somos los mismos músicos. Esto da un carácter vital y en movimiento.
-Dado que la agrupación funciona como cooperativa, ¿cómo funciona esa solidaridad en estos tiempos fríos e individualistas?
M.C.: .-Desde su génesis, al ser un proyecto cofundado entre Rodo y yo, naturalmente la
cooperación y solidaridad decantan. Estos condimentos conviven orgánicamente en el
grupo a tal punto que, por ejemplo, en los ensayos terminamos entre todos de definir
aspectos en cada arreglo musical.
R.M.: .-Sí, este proyecto necesita de esa solidaridad y también propone solidaridad. No pretendemos cambiar la realidad sino mejorarnos nosotros mismos.
-¿Por qué perros que ladran?
R.M.: .-Porque fue una libre asociación, aunque, pensándolo más, la idea sugiere perros que se acarician y también muerden. Digo esto último porque la música nunca es algo seguro o confortable.
M.C.: .-Y también porque hace referencia a la célebre frase “Ladran, Sancho, señal que cabalgamos”, del Don Quijote.