Cuando las nubes esconden las sombras - 7 puntos

(Chile, Corea, Argentina, 2024)

Dirección: José Luis Torres Leiva

Guion: José Luis Torres Leiva y Alejandra Moffat

Duración: 71 minutos

Con la participación de María Alché.

Estreno en la Sala Lugones y en Espacios INCAA.

La actriz María Alché hace de una actriz llamada María, en lo que es el primer de los varios cruces entre realidad y ficción que propone el chileno José Luis Torres Leiva en la sutil y emotiva Cuando las nubes esconden las sombras, cuya acción es tan mínima en los hechos y en su materialidad como trascendente en su alcance. Todo comienza con María embarcada con destino a Puerto Williams, un pequeño pueblo en el Cabo de Hornos, en la isla chilena de Navarino, ubicada justo frente a la de Tierra del Fuego. Casi todos los que van allí son científicos o marineros deseosos de nuevos horizontes laborales. Alché, en cambio, está yendo a ponerse al mando de una realizadora local para interpretar a Florence Carol Dixie, que en 1878 se convirtió en una de las primeras mujeres en arribar a una zona que no ha perdido un ápice de su carácter indomable, de naturaleza en estado puro, de zona fronteriza de la civilización. Borrar fronteras es, justamente, uno de los intereses del realizador de Verano (2011), Ver y escuchar (2013), El viento sabe que vuelvo a casa (2016) y Vendrá la muerte y tendrá tus ojos (2019).

La zona fronteriza es también la del cine y de su realización, la de lo que se ve en pantalla y las condiciones que lo generaron. El equipo, le avisan a María desde el continente, no puede llegar debido a las complicaciones para la navegación, aunque ella pudo hacerlo y el cielo luce furiosamente celeste, así que deberá esperar una semana. De mínima, porque todo puede volver a fallar. Y allí queda ella, sola con su alma, en medio de la nada, en un pueblo sin bus, ni taxis, ni ubers, como le dice la mujer que va a esperarla y quien oficiará como conexión inicial con un lugar que irá adquiriendo nuevas posibilidades de significado. Quizás al ver el rostro de María anta la mala nueva es que la chica decide ofrecerle el auto en caso de necesidad o si quiere dar un paseo, cuestión de matizar la espera de algo que ni ella sabe bien qué es. ¿Un pasaje de vuelta a Buenos Aires, donde la esperan su hijo y su “pololo”? ¿Nuevas instrucciones laborales para ganar tiempo, incluso cuando si hay algo que sobra, es tiempo?

Poco a poco irá adentrándose en una dinámica comunal en la que los pobladores se dividen entre aquellos descendientes de habitantes originarios y los que vienen de afuera, ya sea escapando de algo o buscando escribir una nueva página de sus vidas. Lo que en principio es un problema, sin embargo, toma la tonalidad de un viaje introspectivo, de reconexión consigo misma y con sus circunstancias del pasado y del presente. En los largos tiempos muertos (o sea, todos), se entretiene caminando por el bosque con un micrófono que captura el sonido ambiente. A María le duele la espalda y va a un hospital, donde habla con una joven madre de un bebé de diez meses. La chica que la buscó le hace una oferta que no puede rechazar: ir al colegio a dar una breve clase de actuación a los chicos. María visita a unos lugareños para ver materiales de archivo y hasta a una suerte de chamana con la que baja la guardia y deja al descubierto la fragilidad que anida en su fuero íntimo.

Con todos, inevitablemente, María charla. Esas charlas operan como el sustrato en el crece el follaje más sensible del film. Cuando pasea en la camioneta prestada, levanta a una chica que le cuenta sobre la muerte de su madre. Ella también tuvo una muerte cercana reciente, le responde, dejando definitivamente atrás a la que supo ser hasta llegar a una isla que no será la de las fantasías, pero tiene una notable capacidad de sanación