Julia Strada atiende por teléfono a Las12 el miércoles, cuando cae la tarde, después de la marcha, que fue “agotadora”. La diputada nacional, una de las voces más claras de Unión por la Patria, subraya la “masividad que no solo está compuesta por la militancia histórica y organizada, sino por una gran cantidad de gente suelta que no está encuadrada en ninguna organización política, en particular en Buenos Aires”.
La misma postal se replica en otros lugares, como la Plaza 25 de Mayo de Rosario, la de las Madres, al atardecer. “A mi criterio, es una defensa explícita de la democracia, en primer lugar, pero fundamentalmente de una democracia con distribución del ingreso, que fueron los logros del kirchnerismo”, sostiene Strada.
“La pueden meter presa a ella, pero no pueden borrar la memoria de lo que fueron los años de su gobierno, porque todas las personas que se acercaron traían como relato lo que vivieron durante el kirchnerismo: ya sea porque pudieron mandar a los pibes al colegio, se jubilaron por moratoria, se compraron una casa, se compraron una moto”, resalta, en referencia a esa cantidad de testimonios de gratitud que se vio en San José y Humberto Primo durante los últimos días y en Plaza de Mayo el miércoles.
Strada es politóloga, doctora en Desarrollo Económico e integra el Centro de Economía Política Argentina (CEPA). Celebra la reunión de Mujeres y Diversidades que se realizó el lunes en la sede del Partido Justicialista. “Compañeras trans contaban que era la primera vez en la historia que entraban al PJ, que tuvieron la posibilidad de expresarse, de hacer una asamblea”, subraya, y considera también que “recién ahora se está logrando resolver la reivindicación de Cristina en clave feminista”, aunque haya existido un feminismo cristinista desde hace años, porque la historia del peronismo es también la de la politización de las mujeres.
“Mi primer proyecto de ley como diputada fue la paridad de género en la Corte Suprema de Justicia, porque consideraba que las dos personas para integrar la Corte tenían que ser mujeres, y fijate lo que pasó…”, dice, en referencia al intento luego abortado por el Senado de nombrar a Ariel Lijo y Manuel García Mansilla. “Esto también es parte del problema. No digo que la ausencia de mujeres lo resuelva todo, pero sí que el machirulismo del Poder Judicial es un obstáculo”, plantea.
–¿Cómo reconfigura el escenario político la proscripción de por vida a Cristina?
–Lo primero que pensé cuando decidieron meterla presa, condenarla, fue cómo íbamos a reaccionar frente a esto. Mi principal preocupación era la reacción del peronismo. Atacar a ella, que es el corazón del peronismo, determina si tenemos futuro o no. Si la reacción iba a ser fragmentada, dividida, parcial y hasta poco contundente, yo te diría que ellos habrían ganado.
La reacción requirió dos movimientos. El primero, una unidad muy fuerte: provincia de Buenos Aires, desde los sectores de Axel Kicillof hasta todos aquellos del panperonismo como Juan Grabois, Sergio Massa con el Frente Renovador, el resto de los movimientos sociales que a veces no participan. Lo primero que hubo fue un movimiento de unidad: el amplio campo nacional y popular se encolumnó tras el cristinismo.
¿Eso se combina con la respuesta popular?
–Lo segundo fue una movilización masiva. Entonces, con esas dos cosas yo digo: “Hay futuro”. Porque esto era lo que necesitábamos para saber si había con qué responder. Y yo creo que sí. Ahora, el desafío es organizar eso: primero, la unificación interna; segundo, una muestra de fuerza contundente y masiva y en tercer lugar, cómo le hablamos al resto de la sociedad. Ese tercer punto es el que ahora me desvela. Porque ese resto quizás hoy se siente interpelado por Milei, o tiene alguna expectativa de que la cuestión económica se pueda resolver bajo este modelo. Hay que encontrar la manera de hablarle sin hablarle solo a los convencidos. Muchas veces, desde el CEPA, pensamos que la discusión económica puede ser nuestro puente con los no convencidos. Creo que la clave puede estar ahí.
¿Eso es también lo que trasluce el mensaje de Cristina?
–Lo que hace Cristina tiene mucho que ver con esta lectura: centrarse en lo económico. Porque finalmente no nos oponemos a Milei porque no nos gusta él, sino porque el modelo económico, así como está, no solo es injusto, sino que no va a funcionar. En esos términos lo expresó Cristina. Porque una injusticia, dentro de un modelo que funcione, podría parecer aceptable. Esta injusticia hace que quienes menos tienen estén peor y quienes más tienen estén mejor. Y además, este modelo económico no logra sostener el crecimiento. Depende de dólares del Fondo Monetario Internacional y de deuda en general. La última semana, por ejemplo, hubo más emisiones de deuda de Luis Caputo.
Cristina subrayó que es in-sos-te-ni-ble…
–Eso me parece un punto clave. Frente a una sociedad que ha valorado la baja inflación en un contexto de dólar planchado, que genera un espejismo de estabilidad y poder adquisitivo, medido en dólares, eso genera aceptación y comodidad. Ya pasó en los 90, no es nada nuevo, es la receta más vieja que había, pero en los hechos funciona. Lo que señala Cristina, y lo que decimos desde CEPA, es: ojo, porque esto funciona por un tiempo, y después ya no funciona más.
Y más allá de que les haya salido bien o mal, ¿el poder consideró necesario encarcelar a Cristina para instalar un cambio de modelo que pretenden irreversible?
–Yo creo que sí, efectivamente. Para ser Perú, necesitan que no exista la posibilidad de distribución del ingreso. La diferencia entre Argentina y Perú es que Argentina tuvo una distribución que permitió crear una clase media, universidades públicas, sindicatos discutiendo paritarias. Nuestro entramado sindical genera una diferencia con países tan desiguales como Perú. Necesitan barrer a la persona que representa todo eso, y al mismo tiempo, barrer todas las organizaciones intermedias. Lo vengo planteando: la avanzada contra el sindicalismo, las cámaras empresariales, las universidades, el sistema científico-tecnológico, los comedores, los movimientos sociales… Es una avanzada contra todas las instituciones que te permiten no ser Perú. Cristina sintetiza toda esa resistencia.
¿Es casual que se haya acelerado en un año electoral?
–En un año electoral, Cristina generaba que, si se presentaba como candidata, claramente en la tercera sección electoral iba a ganar. Y eso le daba poder de decisión hacia 2027. Como bien dijo ella, la derecha no se equivoca dos veces. Se equivocaron en 2017, desde su punto de vista, al dejar que Cristina decidiera la estrategia para 2019. En aquel momento, la proscripción no era posible. No estaban tan avanzados. Ahora no van a dejar que vuelva a ocurrir.
Como mujer joven, economista y feminista, ¿cómo leés que Cristina sea tratada de forma más dura que genocidas condenados?
–En primer lugar, esto es un cepo a las mujeres en la política transformadora. No es un cepo a las mujeres en general, es un cepo a las que queremos transformar. Después de esto, ¿realmente estás segura de que se puede hacer política libremente discutiendo distribución del ingreso? Es evidente que no. Y ese es el mensaje. Las condiciones son más duras porque es mujer. La estigmatización es más fuerte. El cuestionamiento interno muchas veces está habilitado simplemente porque es mujer. Me pregunto todo el tiempo: si fuera varón, ¿cuántos se le animarían? Eso hace todavía más paradigmática esta situación, porque no tiene precedentes en la historia argentina.
¿Y las reminiscencias con la figura de Evita?
–El parecido está en Evita, pero ella murió muy joven, no fue presidenta. Y mientras vivía, vivía Perón. En el caso de Cristina, es la jefa indiscutible del espacio político. No hay otro, es ella. Y es a ella a quien están metiendo presa. Un compañero me dijo: “está cautiva”, y me pareció una mejor figura que “presa”. Tenerla de rehén del Poder Judicial, prácticamente sin poder hacer política, para las mujeres y para los militantes tiene que ser un antes y un después. Para transformar el sistema, no solo para volver a gobernar.
El balcón, que salga con diferentes looks, que baile… enloquece a la derecha. ¿Qué significa?
–Me pareció espectacular. De los últimos días, fue lo que más me llamó la atención. Porque ellos no solo quieren ganar, quieren que estemos derrotados moralmente. No solo por Cristina presa, sino porque creamos que no hay salida. Y me parece que no saben cómo somos los militantes ante la adversidad. Y lo que ella decidió hacer, y creo que es genuino, es transmitir exactamente lo contrario.
¿Esa vitalidad popular se vio en la marcha del miércoles?
–Cristina lo logró. Porque la alegría que se vio en la marcha, todos cantando desde el inicio hasta el final, la marcha, el “vamos a volver”, es una muestra de que pueden estar ganando 20 a 0 en lo concreto: DNU 70, RIGI, Ley Bases, vaciamiento del Estado. Pero a nosotros no nos tienen con los brazos caídos. Y eso es lo que no pueden resolver. Lo que vio La Nación +, lo que vieron Majul, Mercedes Ninci, Cristina Pérez —dos mujeres con mucha envidia—, es eso que no pueden derrotar. Y por eso quieren más restricciones sobre Cristina. Pero no lo van a lograr.
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