El nuevo trabajo de Sandra Corizzo reúne un puñado intenso de canciones; de letras y músicas que se requieren y dicen mucho. Comparten arreglos finísimos y tocan momentos sensibles diversos, entre los cuales navega la voz siempre precisa de la cantante. Escucharla es sentir lo que sucede en el adentro de cada canción. Sandra Corizzo presenta Fuerte -grabado y producido en colaboración con Dani Pérez-, hoy sábado 21 a las 21 en el Salón Petit de Plataforma Lavardén (Mendoza 1085); junto a las presencias de Dani Pérez (guitarra eléctrica), Julia Pistono y Luisina Caligari (voces), y Doctor Chinaski (en la intervención “La fortaleza de la vulnerabilidad”). “Toda situación límite incluye un duelo y el modo en que uno se va a parar frente a ese duelo. Y estas canciones son la celebración de saber que se sobrevive, de quien logró mantenerse vivo después de algo que parecía no le iba a dar esa posibilidad”, comenta Sandra Corizzo a Rosario/12.

“Dentro de ese camino, hay como si te dijera una canción de cada color. La primera -‘Salvavidas’- es el límite doloroso, que conviene en algún momento poder tratar de percibir. Y saber que eso a lo que me aferraba era papel picado, era un salvavidas de cartón. La paradoja está en el final de la canción, con ese corito de sirenas que dice ‘No hay un espejo donde estar. Nadie te enseña a caminar sobre las aguas, sin caer en cuenta’. Si se quiere, es la parte más poética de ‘Salvavidas’. Fue un trabajo muy delicado el que hicimos con Dani Pérez, para ver de qué modo iba a aparecer ese coro. Porque yo sentía la sensación de que tenía que ser como en La Odisea, cuando esas sirenas le canturrean a Odiseo”, continúa.

-¿Algo que supiste descubrir durante el trabajo con Dani Pérez?

-Le pedí que cambiara una cosa del final para hacer este coro. Que lo alargara. Y le pedí que armara una tormenta eléctrica de mar, como un mar electrónico. Y después le pedí duplicarlo. Y quedaron todos los efectos de ese mar sobre las voces, fue una sincronía hermosa la que se armó. Terminó apareciendo el sonido que queríamos, a nivel expresivo, casi de casualidad. En este EP, esos momentos están llenos de sincronía de ese tipo; de cosas que son muy auténticas y de sorpresas. Sorpresas para mí misma, sorpresas para Dani.

-¿Habían trabajado juntos antes?

-Habíamos colaborado uno con el otro como músicos invitados, pero nunca nos habíamos metido en una cosa tan delicada como en este proceso. Y la verdad que nos llevamos súper bien, fuimos muy complementarios. El proceso que hizo Dani como productor fue impecable, porque hay que pararse frente a una música que te hace propuestas concretas, y respetarla. No es muy común en la producción. Fui por intuición a trabajar con Dani, porque sentí a “Salvavidas” como un tema de guitarras muy ligado a su sonoridad. Yo soy muy proactiva en cuanto a propuestas, estoy acostumbrada a trabajar con otra gente, así que medio que no me caso con ninguna idea. Tengo flexibilidad, pero lo que necesito es que el otro se implique con total honestidad, y eso a veces no es muy común. Dani empezó diciéndome: “No sé cómo lo voy a hacer”, y le dije: “Empecemos por algo”. Y eso me parece de mucha honestidad, es un montón para mí, y es el esqueleto de todo el EP: esa incertidumbre que de pronto se define desde un lugar inesperado. O sea, la vulnerabilidad o la debilidad, los límites, los duelos, son lugares que tienen mala prensa, nadie los quiere. Y todo el material habla mucho de esta paradoja, “Salvavidas” es como poner ese límite; de hecho, arranca diciendo: “Sí, algo se ha partido”; “No soy yo”.

-Luego sigue “Futuro potencial”.

-Esa canción es como un continuo ir y venir. Se sale de ese mar electrónico y se pasa a este mar de sensaciones ambiguas. ¿Era así o era asá? ¿Y yo qué dije? ¿Y cómo es? Y el juego con el tiempo cronológico. El pasado es el presente, es lo que viene. ¿El futuro es porque yo ahora estoy pensando en el pasado? Esta frase que dice la canción: “Empiezo a recordar lo que no sucedió, y aun así puede ser futuro potencial”; esto que uno a veces siente, de algo ya vivido. Es nuevo pero es distinto, y tiene que ver con esa espiral de aprendizaje de la vida misma y de los procesos. Y termina diciendo: “Hasta siempre”; es como decir: “más vale que no nos cerremos a ninguno de esos estados, y que entendamos la impermanencia de todo eso”. Y, por último, aparece la fortaleza.

-Que es la que da título al disco y a la tercera canción.

-En esta canción, la idea surge de una cosa muy cotidiana, durante los días de la pandemia, que eran de muchos duelos, pérdidas e incertidumbre. Una persona me escribió diciendo: “Necesito que me mandes tu canción ‘Puras mentiras’, porque me acabo de separar de un matrimonio de muchos años, me engañaba con otra persona, y como no entiendo nada, necesito tu canción porque quiero escucharla y llorar fuerte”. Me emocionó mucho, con esta ambigüedad de la emoción, es decir, ¿estoy llorando porque me emociona que alguien le dé un lugar así a una canción mía? No me daba tristeza, me emocionaba. ¿Y por qué lloraba? Y me vino esta frase, con la que arranca el single: “Tanto he llorado un río, que cuando río vuelvo a llorar”. Y ahí está el linkeo con todo lo que estaba transitando en ese momento, en la industria de la música, con esta idea de por qué cantamos, y mi sensación de que si este ámbito es hostil para el músico independiente, voy a seguir cantando fuerte, sin preguntar y sin pedir permiso. Siento que todo el mundo está muy endeble, y es lógico que la música también llegue a este momento, donde hay que mover las estructuras, las bases.

-¿Y qué es lo que pensás en ese sentido?

-Hace muchos años que pienso en la idea de salir de los escenarios del modo en que están planteados. Históricamente, nunca me sentí cómoda en una batea, nunca pertenecí a ninguna, ni a ningún techito específico de los estilos. Hace un año que vengo haciendo eventos independientes en casas, otro tipo de instancias. Una vez por mes me junto en alguna casa o en algún lugar y hacemos un encuentro a nivel social, para que la gente también se conozca. Hay un momento de recital y luego un momento de “rocola humana”, un juego que es una suerte de performance, de improvisación cancionil, compartida con la gente. Va a haber algo de esto en el espectáculo, y es por eso que será en el Petit Salon, porque es como una casita. Elegí a invitarlo a Chinaski, además de a Dani Pérez, Luisina Caligari y Julia Pistono, dos exalumnas, también por esta idea metafórica de que cantar fuerte es a la vez pasar una antorcha, y no alzarse solamente con la propia voz.