En una reciente entrevista, Brad Pitt sorprendió al relatar cómo vivió uno de los periodos más turbulentos de su vida durante el verano de 1994. Este año, crucial por muchas razones, encontró al famoso actor sumido en una rutina autodestructiva que apenas dejaba espacio para la esperanza. Sin embargo, una llamada de su representante y amiga íntima, Cynthia Pett-Dante, marcó el inicio de un cambio dramático.
Un ciclo de drogas, refrescos y el juicio mediático de O.J. Simpson
El relato de Pitt describe vívidamente cómo sus días comenzaban con un consumo de marihuana seguido por varias latas de refresco. Sin alimentarse adecuadamente y con su vida profesional en un punto muerto, su única distracción era el juicio mediático de O.J. Simpson. "Me despertaba y repetía el ciclo sin dirección", confesó el actor. Este ritual diario refleja un momento de total desconexión de su entorno, un contraste oscuro con la imagen pública de éxito que proyectaba.
El papel salvador de "Se7en"
En medio de esta crisis personal, llegó el guion de Se7en, una historia que inicialmente desestimó. Sin embargo, Pett-Dante insistió en que lo terminara. Finalmente, un encuentro con David Fincher, el ambicioso pero entonces poco conocido director, fue el catalizador que Pitt necesitaba. "Hablar de cine con él fue revitalizador", explicó. "Esto reavivó mi amor por la actuación". Con el respaldo de Fincher, Pitt decidió involucrarse en un proyecto que cambiaría el curso de su carrera.
"Se7en" y los pecados capitales: un nuevo comienzo
Se7en, estrenada en 1995, destacó por su visión perturbadora y su final implacable, un desenlace que Pitt defendió vehementemente para que permaneciera en la película. La trama sigue a dos detectives, interpretados por Pitt y Morgan Freeman, en su intento de detener a un asesino inspirado en los siete pecados capitales. El impacto de la película fue monumental: no solo revitalizó a un actor en crisis, sino que lo catapultó a un nuevo estatus de respeto artístico.
El futuro después del horror: legado y colaboraciones
El legado de Se7en no se detuvo en el beneficio inmediato para Pitt. La película abrió la puerta a una fructífera colaboración con David Fincher, explorando juntos nuevos géneros cinematográficos en producciones como El club de la pelea y El curioso caso de Benjamin Button. Estas películas no solo consolidaron aún más la reputación de Pitt, sino que lo reafirmaron como un actor comprometido en diversificar y profundizar su carrera.
Con nuevos proyectos, como F1, Brad Pitt continúa desafiándose artísticamente, esta vez en el mundo de las carreras de automóviles. Al reflexionar sobre el pasado, el actor ve esas experiencias como un periodo oscuro pero esclarecedor, que reforzó su compromiso con el arte y el cine. Para muchos, su historia es un testimonio del poder transformador del cine y una lección sobre cómo las caídas personales pueden dar lugar a nuevos comienzos. La historia de Pitt resuena como un recordatorio de que, incluso en los momentos más oscuros, puede surgir una luz que guíe hacia la recuperación y el renacimiento.