En la Argentina, la pax cambiaria, generalmente transitoria, es el activo más importante de las propuestas de consenso económico que van desde el centroderecha hasta la ultraderecha del espectro político.
El precio de la divisa norteamericana es, al mismo tiempo, un dato que permea el sentido común y un arma disciplinante en un país donde la tensión distributiva de ingresos y de poder entre el bloque social que representa al capital concentrado y el agrupamiento de fragmentos empresariales y de diversas formas de trabajo que conforma el bloque popular es un dato secular de la política.
Existe un consenso casi generalizado entre los profesionales de las ciencias sociales de que la alta inflación es percibida como un fenómeno caótico que desemboca en soluciones autoritarias y/o conservadoras.
Sin embargo, el caso argentino es peculiar debido al logro del bloque concentrado de vincular este fenómeno con la evolución de la divisa norteamericana, objetivo que se logró durante y como parte de la política económica de la dictadura cívico militar
Por ende, el atraso cambiario, es decir la erosión de la relación dólar/peso a medida que se avanza en la lucha contra la inflación permea el sentido común en una mezcla de sensación de orden y de bienestar, probablemente uno de los pocos datos de una profunda violencia económica que el conglomerado del capital concentrado ha impuesto a toda la sociedad y que ésta lo ha terminado naturalizando.
El "orden"
Este dato del rediseño social que se impuso a la sociedad, como una de las consecuencias del genocidio, se reveló como el más eficaz medio de disciplinamiento ante las demandas populares.
Consecuentemente y a lo largo del tiempo, en un país donde la devaluación es percibida como una catástrofe social, hasta las representaciones políticas del bloque popular han caído alguna vez en la tentación de utilizar el ancla cambiaria.
Y, por supuesto, esto constituye la explicación más relevante de la estructura bimonetaria de las transacciones económicas locales pese a la acentuada volatilidad especulativa del precio del dólar.
El problema del atraso cambiario es discutido por economistas de todos los signos ideológicos, desde la heterodoxia hasta la ortodoxia. Sus síntomas más conocidos, todos vinculados entre sí, son los siguientes:
*Evaporación del saldo de la balanza comercial.
*Escasa capitalización de reservas.
*Incremento del endeudamiento externo
*Destrucción del tejido industrial
*Continuidad de altas tasas de inflación.
Cóctel explosivo que llevó a otras experiencias neoliberales, dentro de las cuales la actual, junto con la dictadura militar, es la más radical de todas, ya que no incluye ni la promoción de la modernización productiva ni la implementación de políticas anticíclicas como la construcción de obras públicas.
Solo la lisa y llana primarización y financierización de la economía, lo que emparenta esta experiencia con la fallida Alianza o la administración macrista, es decir, gobiernos de corta duración y que concluyeron con profundas crisis.
Deterioro
Basta realizar las comparaciones interanuales para verificar que la diferencia positiva entre exportaciones e importaciones se redujo a menos de 1/8 de lo que fue en el año 2024.
Con el agravante que el flujo de compras externas prácticamente dobla la relación 1 a 3 que en el período de sustitución de importaciones atribuía el economista Aldo Ferrer a la demanda de bienes de capital e insumos provenientes del exterior para sostener el crecimiento del sector industrial.
Ello, pese a la reducción sustancial de la importación de combustibles, uno de los tópicos más apuntados en etapas anteriores. El crecimiento del coeficiente Variación de importaciones/ Variación del PBI se debe a dos razones:
*La primera, la pérdida de competitividad estructural de la economía argentina al que las experiencias neoliberales anteriores contribuyeron en gran medida.
*La segunda, el incremento de las compras externas de bienes de consumo y automotores importados típicas también de estas experiencias, a raíz de que el ideario neoconservador de política económica tiende a desregular las compras de bienes de consumo en el mercado internacional como parte de su estrategia antiinflacionaria, con resultados casi siempre fallidos.
La deuda
Un esquema bimonetario con tipo de cambio atrasado fomenta la compra de divisas como reserva de valor y el aumento de las transacciones internas en divisas extranjeras. Además, los síntomas típicos en cualquier economía que atraviese ese fenómeno, como son las importaciones de bienes, la compra de servicios externos, de los cuales el turismo emisivo y de compras, es sin duda, el concepto más relevante tanto económica como por su repercusión social.
Consecuentemente, se hace sumamente difícil el sostenimiento del nivel de reservas por parte de la autoridad monetaria, por lo que es frecuente, la descapitalización de este stock, lo cual viene sucediendo en forma acelerada desde la segunda mitad del 2024, cuando se superó la fase más recesiva del proceso económico.
El mecanismo compensatorio de los agujeros descriptos que deja el atraso cambiario, en tanto profundización de las relaciones que constituyen el esquema bimonetario, es el aumento del endeudamiento externo y el ingreso de capitales especulativos de corto plazo atraídos por el diferencial entre la tasa de interés interna y la internacional.
Esta forma de garantizar la reproducción del fenómeno de revaluación transitoria del peso como moneda mala que se utiliza para la obtención de ganancias especulativas constituye una marca en el orillo de todas las experiencias neoliberales y siempre termina de la misma manera, esto es, una estampida financiera que se corona con una brusca devaluación.
Efectos
La revalorización del peso aumenta los costos internos en divisas externas, lo cual tiene dos efectos asociados:
*El primero, la pérdida de competitividad externa de la producción manufacturera, que, en el caso de la economía argentina se agrava por el hecho que la oferta exportable argentina se compone básicamente de ramas productivas que compiten por precios en un país que, además está situado lejos de los mercados de consumo relevantes del mundo.
*El segundo, el ingreso de productos manufacturados importados de consumo final que compiten con la producción nacional, puja que se intensifica con las desregulaciones citadas más arriba, típicas del ideario neoconservador. Con un agregado y es el hecho de que el complejo industrial argentino es el sostén material alrededor del cual se organiza el núcleo principal del bloque popular.
Disputa
Sin embargo, la estructuración de una economía bimonetaria con atraso no termina con la dinámica inflacionaria, simplemente porque el aumento secular y generalizado de precios es un síntoma de un fenómeno más profundo y es la disputa por el excedente económico y la hegemonía política entre las diferentes fracciones que componen el bloque concentrado y las de su equivalente del sector popular.
Lo que cambia en el tiempo es su dinámica, al compás de los cambios que se producen al interior y entre los bloques en pugna. La actual dinámica inflacionaria está explicada por la ganancia comercial y especulativa que produce el arbitraje entre precios relativos desajustados por el largo período de alta inflación que arranca con el conflicto ruso-ucraniano de principios de 2022 y termina con la devaluación de finales de 2023.
Período en el cual se produce la fractura de ambos bloques y donde la actual administración, que es la representación política de la alianza entre la fracción extractivista y el capital financiero internacional, deja que el resto del bloque concentrado obtenga excedente por la vía de los desajustes mencionados.
En el imaginario utópico del colectivo gobernante esta situación histórica de inestabilidad del esquema de atraso cambiario es solo una transición hacia el Eldorado petrolero y minero que imaginan como destino final de la Argentina.
Una situación donde la plétora de divisas sea tan abundante que la revaluación de lo que en ese momento quede de la moneda nacional se sostenga en sí misma. De paso, liquidar la disputa hegemónica a favor de la fracción líder del bloque concentrado descripta en el párrafo anterior.
El material extractivo sería el diferencial que, según este imaginario, permitiría el éxito allí donde las otras experiencias de ofensiva clasista fracasaron. Nada indica que sea así y las dificultades son muchas.
Entre ellas, la falta de infraestructura pública que haga viable la explotación minera y petrolera y el alto costo operativo de la extracción de petróleo y gas por fracking, agravado, a su vez, por el propio atraso cambiario.
Estos datos objetivos, sumados la fragilidad de la alianza que hoy pretende detentar la hegemonía y a la precariedad intelectual y política del actual gobierno, más la incompatibilidad del proyecto en sí mismo con la estructura social y económica de la Argentina hace que, pese a los éxitos políticos de corto plazo que también tuvieron otras administraciones neoconservadoras, en el fondo no haya nada para festejar.
*Economista